21 Dic Tom Kelley (Ideo): The Art of Innovation
Hace veinte años fundó junto con su hermano, David Kelley, la compañía californiana IDEO, especializada en ayudar a las empresas a innovar. Hoy es el director general de la compañía que concibió diseños emblemáticos como el primer ratón de Apple o la Palm V, entre centenares de productos y servicios que usamos en nuestro día a día. Es autor de dos libros de cabecera sobre el diseño de ideas: The art of innovation y The ten faces of innovation.
«Hace años decíamos que los directivos de las empresas tenían la función de maximizar el valor de la compañía y de sus accionistas. ¿Cómo se maximiza ese valor hoy en día? Está claro que, a largo plazo, eso se consigue liderando la innovación, e innovando en la propia gestión de la empresa. No veo que eso entre en conflicto con la dirección de operaciones u otras funciones directivas. Creo que hoy en día, el rol del presidente o del director general de una empresa tiene que estar basado en liderar la innovación.»
«Si me fijo en los últimos 20 años de actividad de IDEO, veo una evolución constante de un trabajo basado en especificaciones muy concretas del cliente hacia una aproximación mucho más multidisciplinar, en la que trabajamos con el cliente en problemas mucho más complejos. Así que, pensando en cómo será nuestra empresa dentro de 10 ó 15 años, veo una extrapolación de esa tendencia. Durante años hemos creado procesos para generar ideas capaces de reinventar un producto o servicio, y ahora nos piden que abordemos cuestiones mucho más globales: ¿cómo se puede hacer un país más innovador?, ¿cómo se puede luchar contra la pobreza o mejorar el sistema educativo diseñando nuevas soluciones?, ¿cómo podemos hacer productos y servicios ecológicamente más sostenibles? Así que veo a IDEO en el futuro trabajando cada vez más en colaboración con organizaciones muy diversas para tratar todo tipo de temas, y no sólo en cuál será el próximo producto o servicio.»
«Hace unos años, el cliente de IDEO nos hacía lo que llamamos un briefing sobre lo que estaba buscando, y durante meses trabajábamos internamente para buscar lo que el cliente nos había pedido. Nosotros hacíamos el trabajo, y casi hasta el final del proceso no lo compartíamos con el cliente. Éste es un modelo que ya ha quedado desfasado, porque cuando entregas el trabajo fruto de tus ideas, puede ser que el ADN de la empresa lo rechace, porque no se amolda suficientemente a la cultura de esa organización.»
«Ahora lo que hacemos es lo que llamamos proceso de colaboración radical: trabajamos con el cliente en cada paso del proceso, aunque eso sea un poco más caótico. Así, el cliente aporta muchos inputs al proceso, y al final no entregamos nada, porque el cliente siente que ha formado parte de la creación de la nueva idea, o de que esa nueva idea se le ocurrió a él. Eso no nos importa. Queremos cambiar el mundo, y si el hecho de trabajar en una relación muy estrecha con el cliente permite que salgan muchas más ideas, eso es mejor para todos.»
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