09 Abr Redes de cosas (del libro Futuro Presente)
© Ruca
Una economía de redes avanzada implicará "marcar" todas las cosas con "etiquetas” que informen sobre su estado y situación, de forma que cada objeto tenga una individualidad localizable y distinguible. Se trata de superar el código de barras, de manera que, en lugar de tener que pasar los objetos por un lector, uno a uno, un emisor envíe una señal que es recibida y "contestada" por los objetos marcados. La tecnología más destacable que está apareciendo en este campo es la de las etiquetas de radiofrecuencia (RFID: radio frequency identification). Se trata de un pequeño circuito, con una pequeña antena, que al recibir energía vía una señal de radio desde un emisor exterior (un "medidor") responde a su vez con una señal, indicando su estado y posición.
Sus aplicaciones son muy diversas (y, quizás, difíciles aún de imaginar en su totalidad):
etiquetas en todos los productos de un supermercado, que hacen posible un control total del inventario en cada momento (qué hay en los lineales, y cuando hay que reponer), facilitan el pago en la salida (se calcula automáticamente todo lo que llevas en el carro) y dificultan los pequeños robos por parte de los clientes, etiquetas de localización que al mismo tiempo son capaces de determinar el estado del objeto, por ejemplo, midiendo su temperatura y cambiando de color si ésta no es la adecuada para la correcta conservación del mismo, etc., etiquetas impresas sobre billetes de banco para garantizar su validez, etiquetas sobre títulos de transporte, como por ejemplo un billete de autobús, para facilitar su uso (un sistema automático lee si llevas uno encima o no), y una vez que los productos están etiquetados de esta forma, podemos imaginar, porqué no, que los productos se comunican entre sí… para no sabemos qué extraño objetivos.
Hoy las etiquetas RFID se pegan encima de los productos, pero es evidente que se acabarán imprimiendo directamente sobre ellos en el proceso de fabricación1. El problema superable es el del precio individual de las etiquetas, que tenderá a cero2. También es previsible que en lugar de ser "alimentadas" desde fuera, con el envío de una señal de radio, dispondrán "en sí mismas" de la energía para emitir3. O sea, serán etiquetas energéticamente autónomas.
Pero el problema mayor que nos encontraremos aquí es que la gente quiera aceptar llevarse a casa objetos que son "seguibles", que dejan una traza4. Las etiquetas de RFID que nos acercan a la "economía en tiempo real" (para saber cómo y dónde están los objetos producidos o almacenados en tu empresa) también tienen pues un oscuro aspecto de Gran Hermano Digital.
Pero cuando hablamos de redes de cosas, posiblemente la verdadera revolución va más allá del simple etiquetaje de productos. Así, por ejemplo, hay quien propone revolucionar la industria de la aviación superando el control desde tierra de las naves por un sistema en el que los propios aviones se detecten y eviten (creando espacios de exclusión individual que no deben interseccionarse en ningún caso), en lo que se denominan sistemas de “vuelo libre” Ello será quizás necesario ante el previsible incremento de vuelos comerciales, y la irrupción de la industria del vuelo personal (pequeñas naves, de bajo coste y consumo que más y más gente usará como alternativa a otros sistemas de transporte), tales como Eclipse Aviation.
1 Más en RFID Journal y en Auto ID Labs
2 Se dice que el umbral crítico de precio para el desarrollo en masa de las etiquetas RFID está en 1 céntimo (de euro o de dólar). Hoy valen unos 10 céntimos.
3 Véase, por ejemplo, la propuesta en este sentido de PowerPaper, un papel "con energía", en el que las diferentes tintas empleadas hacen de cátodo y ánodo.
4 Ya ha habido protestas y boicots al respecto.
Este artículo forma parte de las 100 ideas del libro Futuro Presente.
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