Principio de la infoxicación (del libro Más allá de Google)

Principio de la infoxicación (del libro Más allá de Google)

 

"Infoxicación": situación de exceso informacional, de intoxicación informacional, en la que tienes más información para procesar de la que humanamente puedes, y, como consecuencia, surge la ansiedad (algo que se ha denominado técnicamente information fatigue syndrome).

Este término fue acuñado en 1996 por el psicólogo británico David Lewis, a quien debemos la interesante sentencia: “Knowledge is power, but information is not”. Lewis fue el autor del informe Dying for Information, financiado por Reuters, en el que se describía la mísera vida del ejecutivo “informacionalmente inundado”.

El término en inglés para infoxicación es information overload (sobrecarga informacional). Pues bien, la infoxicación es ya un problema de nuestra sociedad y, por tanto, también una gran fuente de oportunidades. Cuando Cornella definió el término, Google no existía. El spam era, quizás, una predicción de algún visionario al que nadie hizo caso. La situación es hoy peor de lo que podíamos imaginar.

El ancho de banda, en términos genéricos de cantidad de información que recibes por unidad de tiempo, no para –y no parará– de crecer. Los estímulos que recibiremos en forma de e-mail, audio, vídeo, teléfono, mensajería instantánea, feeds, etc., crecen descontroladamente. Es cada vez más barato enviar un bit a donde sea. Pero la variable informacionalmente crítica, que es la atención, es justamente la opuesta del ancho de banda: la cantidad de tiempo que podemos dedicar a cada input es cada vez menor, porque debemos repartir la cantidad finita de tiempo del que disponemos entre más y más elementos de información. Nuestra atención es “el” recurso escaso.

Un estudio realizado para HP en 2005 puso de relieve nuestras limitaciones a la hora de sacar provecho del potencial de las tecnologías. Según el estudio, estar “siempre online” (always on), o sea, estar siempre disponible para contestar una interacción online (como un correo electrónico, un mensaje instantáneo o una llamada de telefonía IP), conllevaba una desconcentración comparable a la provocada por haberse fumado un porro de marihuana (un efecto que ha sido denominado infomanía por los investigadores que llevaron a cabo el estudio. Es decir, el problema no está en que las máquinas procesen la información en cantidades ingentes, sino en que nuestro cerebro sea capaz de asimilarla. Esta ley está relacionada con el principio de Goldhaber de la “economía de la atención”. El artículo que originó esta idea se publicó en la revista First Monday en abril de 1997: “The Attention Economy: The Natural Economy of the Net”, que más tarde (diciembre 1997) se publicó como “Attention Shoppers! ” en la revista Wired. Michael Goldhaber es el autor de Reinventing Technology y visiting scholar en el Institute for the Study of Social Change en la University of California at Berkeley. Según Goldhaber, la nuestra es una economía de la atención, donde conseguir la atención de la gente es cada vez más difícil: una era de exceso de información, donde el tiempo es el único y verdadero recurso escaso. Ya en un artículo en 1971, Herbert Simon (Premio Nobel de Economía en 1978) había capturado la misma idea en una excelente frase: “A wealth of information creates a poverty of attention”.

John Hagel ha realizado una estupenda revisión del concepto de Economics of Attention en su blog. También lo hace Juan Freire, con un post titulado “De la persuasión de la publicidad analógica a la sinceridad o engaño absolutos del marketing digital”. Ambas lecturas son altamente recomendables.

Conseguir la atención de la gente es cada vez más difícil, aunque sólo sea porque la cantidad de inputs (estímulos) que recibimos no para de crecer. Como señala el estudio realizado en la School of Information Management and Systems (SIMS) de la University of California at Berkeley, se producen cada año unos 5 exabytes de información (5 por 10 elevado a dieciocho). Se produce más información que tiempo tiene la gente para leerla, no digamos ya para digerirla. Ésta es una era de exceso de información.

El “problema de la atención” se podría resumir en dos puntos:

· El “ancho de banda” de información que recibe la gente no para de crecer, porque la tecnología permite enviar más información en menos tiempo, y porque hay más agentes que emiten hacia los receptores potenciales. Este “ancho de banda personal” es la cantidad de información que alguien recibe por unidad de tiempo, b=i/t, cantidad que crece cada día que pasa.

· Pero, al mismo tiempo, la “atención personal”, o sea, la cantidad de tiempo que uno puede dedicar a cada información que recibe, a=t/i, disminuye cada vez más. Es lógico, porque ambas variables son inversas la una de la otra: a mayor “ancho de banda personal”, menor capacidad de “atención personal”.

¿Qué soluciones hay? Hay que diseñar instrumentos para reducir el ruido informacional que recibimos, y aumentar la productividad del tiempo de atención de que disponemos. De hecho, ya tenemos herramientas para hacerlo, pero no las usamos debidamente. Por ejemplo, uno puede usar los lectores de feed para recibir automáticamente lo que se va publicando en las páginas que nos interesan, sin necesidad de acudir a ellas, en una evolución de gran calado desde los mass media (medios de masas) a los my media (mis medios). La dificultad estriba en ser selectivo a la hora de suscribirse a fuentes de información.

Pero el punto crítico está en comunicar más eficientemente. En sintetizar el mensaje, en presentarlo de forma atractiva, en combinar textos e imágenes y cualquier otro formato que le dé riqueza y facilite su comprensión. En explicar historias más que en dar datos. En sintonizar lo que quieres comunicar con el momento de atención del receptor; o sea, en saber encontrar cuándo éste está en el mejor estado de ánimo para poder digerir (metabolizar) la información que se le da. Presentar la información en una dieta informacional que sea útil y emocionante (es información lo que sorprende, no lo que ya sabemos). Porque la información que llega sin criterio o sin pasión es ruido. Y el ruido molesta.

El libro Más allá de Google es una iniciativa de Infonomia: un ejercicio de crowdsourcing o inteligencia colectiva, utilizando herramientas 2.0. Alfons Cornella propuso un problema (identificar patrones en la gestión de información y tecnologías, cada uno desde su experiencia personal); se utilizó un sistema 2.0(un blog dentro de Infonomia.com), y la gente ha participado, libremente, sin conocerse. 

Más de 115.000 personas ya se lo han descargado.

Descárgate el libro bajo licencia Creative Commons y aporta tus comentarios.

 

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