No Time

No Time

Es la excusa de nuestra era: “no tengo tiempo”. Lo dicen todos. Lo decimos todos. Lo curioso es que esta expresión se utiliza especialmente para justificarse de nuestra poca actividad intelectual: “no tengo tiempo para leer” y “no tengo tiempo para pensar”, son algunas de nuestras frases preferidas. Y lo decimos sin ningún rubor.

No nos atreveríamos a decir, bajo ningún concepto, “no tengo tiempo para trabajar”, o “no tengo tiempo para reuniones”, o “no tengo tiempo para comidas largas”. Pero “no tengo tiempo para leer”, o “para aprender”, o simplemente “para ver”, está socialmente bien visto. Lo raro sería que tuvieras tiempo para hacerlo: sería una clara evidencia de que eres un holgazán, o, peor aún, un inquieto.

“Trabajo, luego no aprendo” debería ser el lema de la acelerada economía del consumo. Produce y sobrevivirás para consumir. Pero no pierdas el tiempo leyendo; invierte neuronas en fútbol.

Sinceramente, creo que seguir anclados en este paradigma del no-tiempo como excusa sería una verdadera barbaridad en el mundo hacia el que vamos, en el que no importará nada lo que hoy haces bien sino lo que sabes hacer muy bien, que es lo que te permitiará sobrevivir mañana. La economía a la que vamos es una de desaprendizaje constructivo: destruir paradigmas para fundar nuevos. Es lamentable que la clase de los profesionales que deberán cambiar el país en los próximos años (porque de seguir como ahora no hay quien lo salve de convertirse en una Florida de segunda en una Europa de viejos, entre ellos yo mismo) se vanaglorie de no disponer de tiempo para leer, o para aprender. Si ellos no cambian en esto, el país no va a cambiar.

Pero hay quién ve la ansiedad por la escasez de tiempo que todos experimentamos como una interesante fuente de oportunidades. Véase, por ejemplo, el caso de la franquicia MinuteClinic, instalada en los grandes centros comerciales norteamericanos. Frente al modelo “tradicional” de atención médica básica, consistente en hacer cola en un ambulatorio, esta empresa propone una asistencia rápida (“you’re sick, we are uick”, es su lema), aunque sólo para las enfermedades leves que aparecen en su catálogo (típica: resfriado), porque quién atiende a los pacientes son enfermeras cualificadas, no médicos. Con ello consiguen una sintonía con lo que el mercado pide: asistencia instantánea (instant relief).

¿Otra oportunidad? La emprendedora Karin Spitzer desarrolló toda una línea de gadgets con el logo NoTime. Suerte que uno de los lemas de Karin que más éxito tuvieron asegura que nos extinguiremos como especie: “no time for sex”… Y así se acabó el problema.

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