21 Abr Middleground
Para que la sociedad mantenga su nivel de bienestar y de progreso, es preciso conectar el talento con los recursos, y al revés. Se trata de romper la paradoja, históricamente persistente, de que, como dijo Alfred Whitehead en su día, “los que tienen dinero no tienen ideas, y los que tienen ideas no tienen dinero”.
Conviene conectar esos dos “bornes” de la batería que es la sociedad: las empresas establecidas y sólidas (el upperground), y las iniciativas emergentes y débiles (el underground). Las establecidas son como las hojas de un árbol, que generan el oxígeno de la sociedad (la creación de riqueza). Las emergentes son como sus raíces, en búsqueda permanente de nuevos nutrientes, de los que derivar “vida”.
Las empresas establecidas tienen la solidez económica y financiera y, sobretodo, conocimientos y experiencias de gestión de la organización y de los mercados. Las empresas nuevas tienen el atrevimiento y la visión, así como la pasión de sus emprendedores, con un grado de motivación y de “locura positiva” que ya no existe, por lo general, en las organizaciones establecidas. Las empresas establecidas tienen inercia (parte positiva) pero muchos frenos (parte negativa). Las empresas emergentes tienen poco freno (parte positiva), pero poca capacidad de aceleración (parte negativa).
En una sociedad, hay otros ejemplos de upper y underground: los nativos de un país y los expatriados que viven en él (eufemismo curioso para describir a los emigrantes que tienen títulos de posgrado). La industria “hard” y los servicios “soft”. La oferta y la demanda. Lo “normal” (mainstream) y lo “diferente” (greenfield). El establishment y los retadores. Simplemente, lo viejo y lo nuevo. Y también, la empresa (pasado) y la escuela (futuro). La empresa y los grupos de investigación en la universidad.
En la organización (y en la sociedad) que viene, será imprescindible dotarse de nuevos instrumentos, nuevas “instituciones” (à la Hayek), nuevos mecanismos sociales, que conecten el upperground con el underground. Algo que quizás podríamos denominar el “middleground”. Unos mecanismos de conexión que permitan a upper y under conocerse, establecer una conversación, para desarrollar proyectos conjuntos, en los que cada uno aporte lo mejor que tiene.
En la metáfora del árbol en el dibujo, de nada le sirve a un árbol tener buenas hojas y buenas raíces, si no dispone de un tronco que los conecte. Los nuevos nutrientes que captan las raíces, ininterrumpidamente, deben llegar a la parte superior del árbol para que nazcan las hojas que permitirán “respirar” al árbol. Sin tronco, no hay árbol. Sin middleground no habrá progreso. Algo que quizás no era necesario hace unas décadas, pero que resulta imprescindible en una era marcada por los ciclos de vida cortos, la aceleración de la conversión de ideas en valor, y de la innovación como mecanismo fundamental de supervivencia de las organizaciones.
Infonomia ha tenido, durante 10 años, la vocación de funcionar como middleground entre las empresas maduras del país y las ideas y empresas emergentes.
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