Las personas pegamento

Las personas pegamento


© Ruca

Una de las tendencias más claras en la tecnología es la hibridación. De la conexión de disciplinas aparentemente distantes surgen nuevas disciplinas con gran potencial. Una de las evidencias de este fenomeno de hibridación de campos lo encontramos en la selección que anualmente hace la Technology Review del MIT de los jóvenes menores de 30 años que más "prometen" en la tecnología en el mundo: uno lee a qué se dedican y no entiende absolutamente nada, porque la mayoría está "inventándose" nuevos campos a partir de la fusión de áreas ya existentes.

Esta hibridación de tecnologías es fundamental para Occidente, porque de inventar nuevas categorías de productos/servicios directamente a partir de la ciencia básica puede depender que seamos capaces de crear una economía que sobreviva a la deslocalización de industrias tradicionales en países de estructuras productivas más baratas.

Pero inventar nuevos espacios no es tarea fácil, porque los investigadores tienen hoy más incentivos en "quedarse" (yo diría ?estacionarse?) en campos ya maduros, estables, conocidos, que en aventurarse en nuevas áreas, incógnitas. En esto la ciencia ha fracasado, ha traicionado uno de sus principios básicos: "ir más allá".

Para conseguir hibridación hay una clave crítica: personas que se interesen por diversos campos simultáneamente. Personas que tengan un pie en cada disciplina, que las conozcan ambas, y que mariden ideas que sólo el que bebe de ambas puede intuir. De unir comunidades de científicos generalmente aisladas en sus ideas y desarrollos puede depender el futuro de nuestra economía. Y esa conexión no puede hacerse más que a través de científicos inquietos que tienen un pie (una parte del cerebro) en cada disciplina, que son respetados en ellas.

Son personas pegamento que unen disciplinas aisladas por el intenso reduccionismo científico al que hemos llegado (analizar pequeñas partes de la realidad con toda intensidad, olvidando frecuentemente que esas partes no pueden entenderse íntegramente sin verlas como parte de un todo). Así, los "enlaces" entre pequeñas redes de inquietudes no deberían ser instituciones, sino personas. Una idea para pensar en un país como el nuestro, en el que todo se vehicula a través de organismos y entidades, despersonalizadas y, por tanto, sin alma ni energía vital.

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