28 Abr La chispa de la vida, ahora también en formato de silla
Brillante, la idea que han tenido Emeco y Coca-Cola: a partir de ahora, los amantes de este conocidísimo refresco no sólo podrán bebérselo sino que podrán sentarse sobre él gracias a las nuevas “Emeco 111 Navy Chair”. No, no se trata de otro producto de merchandising diseñado para la multinacional americana: se trata de sillas fabricadas con los propios envases de Coca-Cola.
Cada silla Emeco 111 está fabricada con 111 botellas de plástico reciclado y la firma de muebles calcula que procesará más de tres millones de botellas PET para fabricar el producto, que se venderá por 230 dólares en Design Within Reach. Además de un 60% de botellas recicladas, las sillas Emeco contienen una mezcla de otros materiales como pigmento y fibra de vidrio para reforzar su dureza. Si bien el rojo es el color talismán de Coca-Cola, las sillas Emeco 111 se ofrecerán en cinco tonos más (blanco, gris, verde, caqui y negro) para resultar más atractivas al público e impregnar los hogares con un llamativo mobiliario. La diseñadora Guido-Clarke, que decidió los colores de la colección, señala que éstos “debían complementar la forma de la silla y las calidades del nuevo material, además de connotar un cierta sensación de historia combinada con modernidad”.
Todas estas características hacen del mueble un producto versátil, que tanto puede aprovecharse para decorar el interior de hogares o negocios, como utilizarse como mobiliario urbano vanguardista. Junto a Coca-Cola, Emeco reaprovecha el diseño de su clásica silla 106 de aluminio, creada en 1944 para la marina estadounidense en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, así como su proceso de fabricación. Éste implica 77 etapas e incluye alterar la estructura molecular del aluminio para convertirlo en un material tres veces más resistente al acero. Las nuevas sillas Emeco no tendrán la dureza de su antecesora, pero permitirán reaprovechar envases desechados.
La "Emeco 111 Navy Chair” es un modelo de hibridación entre empresas de sectores de actividad distintos y un ejemplo de reaprovechamiento de subproductos industriales. Además, abre la puerta a la participación de otras empresas dedicadas a la reutilización y reconversión de residuos, y perfila la smart collaboration como la práctica empresarial del futuro.
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