10 Nov Ke!987 PEST vs EPIC
Una forma de entender lo que está cambiando y lo que va a cambiar en las empresas como consecuencia de las macro-transformaciones del entorno consiste en dar una ojeada a un esquema PEST: la Política (P), la Economía (E), la Sociedad (S), y la Tecnología (T). Son muchos los elementos de cambio que podríamos dibujar en estos cuatro cuadrantes: desde la tensión seguridad/libertad en lo político, a la tensión deslocalización/planificación en lo económico, al impacto de la inmigración y el cambio de la familia en lo social, o a la tremenda aceleración que experimentamos en lo tecnológico.
Pero a mí se me ocurre que en cada uno de estos cuadrantes hay algunas variables que van a tener una especial importancia en la compleja economía de la innovación, en una compleja sociedad de desequilibrios, a la que vamos. Y ello lo podemos traducir por un nuevo modelo de análisis, que propongo denominar EPIC. El modelo EPIC sugiere que las cuatro cosas fundamentales que nos deberían preocupar como sociedad son la Educación (E), la productividad (P), la innovación (I), y la ciencia (C).
La idea es que en cada uno de los cuadrantes del modelo convencional PEST nos centremos en un elemento de creación de valor social a futuro. Así, en la política, la apuesta sería por la educación. En la economía, lo sería la productividad. En lo social sería la innovación, y la tecnología lo sería su enlace con la ciencia.
Y ¿cómo estamos en España de estas cuatro variables? Veamos:
1) Educación: Gastamos hoy entre un 4% y un 5% del PIB en educación. Casi un punto menos que la media de la OCDE (5.8%), pero menos de dos del de Estados Unidos. Pero lo importante es que en España ese porcentaje ha bajado desde 1995.
2) Productividad: es quizás la variable en la que estamos peor. Algún informe indica que nuestra productividad ha disminuido en los últimos años, y que no estamos sacando rendimiento, en conjunto, a nuestras inversiones en tecnologías de la información, por ejemplo. Seguramente porque no estamos aplicándolas bien al sector servicios, en el que se basa cada vez más nuestra economía
3) Innovación: puede medirse de diferentes maneras, aunque la típica es la inversión en I+D. En 2003 dedicamos menos del 1% del PIB, cuando la media europea es del 2% y algunos países como Suecia invierten el 4%, y Finlandia el 3.5%. El peso de la investigación básica en el total de la I+D del país ha ido disminuyendo desde 1996 (del 17% en 1996 al 9% en 2002). Finalmente, en el informe anual del Foro Económico Mundial hemos retrocedido cuatro puestos en el índice de desarrollo digital (del puesto 25 al 29). Mientras cerca del 70% de los hogares de Corea tienen acceso a una conexión de alto ancha de banda, en España la cifra correspondiente es del 5%. Una cifra positiva: ocupamos un buen lugar en el índice de actividad emprendedora del mundo, según el Global Entrepreneurship Monitor ( http://www.gemconsortium.org/): somos emprendedores, pero quizás no hay las condiciones para que eso se traduzca en empresas de éxito.
4) Ciencia: un espacio para la total paradoja. El índice de “papers” científicos publicados por científicos españoles, desde España, en el período 1998-2002, elaborado por el Institute for Scientific Information (ISI, http://www.isinet.com/products/evaltools/esi/), hace que el país ocupe la posición 12ava, por delante de otros países más desarrollados en otros indicadores ( http://www.in-cites.com/countries/2002allfields.html). Un milagro si se tiene en cuenta la precariedad de muchos investigadores en nuestras universidades.
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