Ke!977 Wicked problems

Ke!977 Wicked problems

Como sociedad, nos tendremos que enfrentar a problemas crecientemente complejos. Problemas únicos en especie, difíciles de definir, entrelazados con otros problemas. Problemas que, además, se harán más difíciles de resolver porque las diferentes partes implicadas en su potencial resolución tirarán cada una hacia su lado: la complejidad en sí de los problemas, multiplicada por la complejidad social de sus contextos, fragmentará el potencial de la inteligencia colectiva.

Los problemas que ya nos aquejan son tremendamente multidimensionales. ¿Cómo resolver la degradación del medio ambiente? ¿Cómo combatir el terrorismo en red? ¿Cómo conseguir una “conversación” entre Occidente y el Islam? ¿Qué es mejor para resolver una crisis, aplicar los estímulos estatales o promover la emprendeduría? ¿Cómo transformar la calidad de la educación de nuestros hijos? ¿Cómo hacer que las distintas divisiones (verticalizadas) de una corporación colaboren entre sí en proyectos transversales? Son todos ellos problemas muy difíciles de enunciar sucintamente, y que no pueden ser resueltos de una forma lineal, “algorítmica”, por un procedimiento mecánico.

La ciencia, gracias a su método empírico fundamentado en el reduccionismo (hacer pequeño, manejable, bien estudiable, el objeto de análisis), ha conseguido grandes avances en la comprensión del mundo, y en la solución de retos, a través de la tecnología. Tender un puente entre las dos orillas del Estrecho de Gibraltar puede llevar su tiempo y sus recursos, pero se trata, en el fondo, de un problema matemático.

Pero muchos problemas que nos aquejan como sociedad, no son ni atacables ni, mucho menos, resolubles mediante el reduccionismo científico. De hecho, no son ni definibles. No existe una única solución (“la” solución), sino una potencial solución parcial. Frente a los problemas convencionales, definibles y resolubles (“hacer una raíz cuadrada”), que reciben el nombre de “domables” (tamed, en inglés), nos encontramos cada vez más con problemas muy complejos, “indomables” (wicked).i Problemas cuyo intento de solución sólo es posible desde la heurística, desde la prueba/error, mediante prototipos y tests, en un proceso aproximativo de aprendizaje.

Algunas características de los problemas indomables: no entiendes de verdad cuál es el problema hasta que encuentras una solución parcial; no hay forma de determinar cuándo has resuelto totalmente el problema (no hay “punto final” al proceso de resolución); no hay soluciones correctas o incorrectas, todas son algo correctas y algo incorrectas; toda solución es única y nueva, porque no hay dos problemas indomables exactamente iguales; toda solución implica la aceptación de sus limitaciones (solo tienes un “disparo” en la recámara); y no hay “una” respuesta alternativa, sino montones de ellas.

La indefinibilidad intrínseca del problema y la inexistencia de “la” solución, implica que resolver un problema indomable requiere de mucho “arte” de socialización de la solución. O sea, hay que poner de acuerdo a todos los implicados en la aceptación de “una” solución como “una buena” solución. Para ello, es fundamental determinar una comprensión compartida del problema (“por lo menos estamos de acuerdo en ver algunos elementos del problema”), que lleve a una visión compartida de por dónde puede venir una solución parcial. Precisaremos, por tanto, de nuevas ideas, métodos y herramientas para que grupos de constitución bien diversa puedan trabajar colectivamente en la búsqueda de las soluciones parciales más óptimas a montones de proyectos indomables.ii

i Otra posible traducción del término wicked sería “malditos”. Una tercera, que no nos atrevemos a imprimir sería problemas “jod…” ; debo esta tercera versión a Amando de Miguel.

ii Una de las metodologías para tratar problemas indomables es la denominada de “Mapas de diálogo”. Ver más en: http://cognexus.org/

Como sociedad, nos tendremos que enfrentar a problemas crecientemente complejos. Problemas únicos en especie, difíciles de definir, entrelazados con otros problemas. Problemas que, además, se harán más difíciles de resolver porque las diferentes partes implicadas en su potencial resolución tirarán cada una hacia su lado: la complejidad en sí de los problemas, multiplicada por la complejidad social de sus contextos, fragmentará el potencial de la inteligencia colectiva.

Los problemas que ya nos aquejan son tremendamente multidimensionales. ¿Cómo resolver la degradación del medio ambiente? ¿Cómo combatir el terrorismo en red? ¿Cómo conseguir una “conversación” entre Occidente y el Islam? ¿Qué es mejor para resolver una crisis, aplicar los estímulos estatales o promover la emprendeduría? ¿Cómo transformar la calidad de la educación de nuestros hijos? ¿Cómo hacer que las distintas divisiones (verticalizadas) de una corporación colaboren entre sí en proyectos transversales? Son todos ellos problemas muy difíciles de enunciar sucintamente, y que no pueden ser resueltos de una forma lineal, “algorítmica”, por un procedimiento mecánico.

La ciencia, gracias a su método empírico fundamentado en el reduccionismo (hacer pequeño, manejable, bien estudiable, el objeto de análisis), ha conseguido grandes avances en la comprensión del mundo, y en la solución de retos, a través de la tecnología. Tender un puente entre las dos orillas del Estrecho de Gibraltar puede llevar su tiempo y sus recursos, pero se trata, en el fondo, de un problema matemático.

Pero muchos problemas que nos aquejan como sociedad, no son ni atacables ni, mucho menos, resolubles mediante el reduccionismo científico. De hecho, no son ni definibles. No existe una única solución (“la” solución), sino una potencial solución parcial. Frente a los problemas convencionales, definibles y resolubles (“hacer una raíz cuadrada”), que reciben el nombre de “domables” (tamed, en inglés), nos encontramos cada vez más con problemas muy complejos, “indomables” (wicked).i Problemas cuyo intento de solución sólo es posible desde la heurística, desde la prueba/error, mediante prototipos y tests, en un proceso aproximativo de aprendizaje.

Algunas características de los problemas indomables: no entiendes de verdad cuál es el problema hasta que encuentras una solución parcial; no hay forma de determinar cuándo has resuelto totalmente el problema (no hay “punto final” al proceso de resolución); no hay soluciones correctas o incorrectas, todas son algo correctas y algo incorrectas; toda solución es única y nueva, porque no hay dos problemas indomables exactamente iguales; toda solución implica la aceptación de sus limitaciones (solo tienes un “disparo” en la recámara); y no hay “una” respuesta alternativa, sino montones de ellas.

La indefinibilidad intrínseca del problema y la inexistencia de “la” solución, implica que resolver un problema indomable requiere de mucho “arte” de socialización de la solución. O sea, hay que poner de acuerdo a todos los implicados en la aceptación de “una” solución como “una buena” solución. Para ello, es fundamental determinar una comprensión compartida del problema (“por lo menos estamos de acuerdo en ver algunos elementos del problema”), que lleve a una visión compartida de por dónde puede venir una solución parcial. Precisaremos, por tanto, de nuevas ideas, métodos y herramientas para que grupos de constitución bien diversa puedan trabajar colectivamente en la búsqueda de las soluciones parciales más óptimas a montones de proyectos indomables.ii

Como sociedad, nos tendremos que enfrentar a problemas crecientemente complejos. Problemas únicos en especie, difíciles de definir, entrelazados con otros problemas. Problemas que, además, se harán más difíciles de resolver porque las diferentes partes implicadas en su potencial resolución tirarán cada una hacia su lado: la complejidad en sí de los problemas, multiplicada por la complejidad social de sus contextos, fragmentará el potencial de la inteligencia colectiva.

Los problemas que ya nos aquejan son tremendamente multidimensionales. ¿Cómo resolver la degradación del medio ambiente? ¿Cómo combatir el terrorismo en red? ¿Cómo conseguir una “conversación” entre Occidente y el Islam? ¿Qué es mejor para resolver una crisis, aplicar los estímulos estatales o promover la emprendeduría? ¿Cómo transformar la calidad de la educación de nuestros hijos? ¿Cómo hacer que las distintas divisiones (verticalizadas) de una corporación colaboren entre sí en proyectos transversales? Son todos ellos problemas muy difíciles de enunciar sucintamente, y que no pueden ser resueltos de una forma lineal, “algorítmica”, por un procedimiento mecánico.

La ciencia, gracias a su método empírico fundamentado en el reduccionismo (hacer pequeño, manejable, bien estudiable, el objeto de análisis), ha conseguido grandes avances en la comprensión del mundo, y en la solución de retos, a través de la tecnología. Tender un puente entre las dos orillas del Estrecho de Gibraltar puede llevar su tiempo y sus recursos, pero se trata, en el fondo, de un problema matemático.

Pero muchos problemas que nos aquejan como sociedad, no son ni atacables ni, mucho menos, resolubles mediante el reduccionismo científico. De hecho, no son ni definibles. No existe una única solución (“la” solución), sino una potencial solución parcial. Frente a los problemas convencionales, definibles y resolubles (“hacer una raíz cuadrada”), que reciben el nombre de “domables” (tamed, en inglés), nos encontramos cada vez más con problemas muy complejos, “indomables” (wicked).i Problemas cuyo intento de solución sólo es posible desde la heurística, desde la prueba/error, mediante prototipos y tests, en un proceso aproximativo de aprendizaje.

Algunas características de los problemas indomables: no entiendes de verdad cuál es el problema hasta que encuentras una solución parcial; no hay forma de determinar cuándo has resuelto totalmente el problema (no hay “punto final” al proceso de resolución); no hay soluciones correctas o incorrectas, todas son algo correctas y algo incorrectas; toda solución es única y nueva, porque no hay dos problemas indomables exactamente iguales; toda solución implica la aceptación de sus limitaciones (solo tienes un “disparo” en la recámara); y no hay “una” respuesta alternativa, sino montones de ellas.

La indefinibilidad intrínseca del problema y la inexistencia de “la” solución, implica que resolver un problema indomable requiere de mucho “arte” de socialización de la solución. O sea, hay que poner de acuerdo a todos los implicados en la aceptación de “una” solución como “una buena” solución. Para ello, es fundamental determinar una comprensión compartida del problema (“por lo menos estamos de acuerdo en ver algunos elementos del problema”), que lleve a una visión compartida de por dónde puede venir una solución parcial. Precisaremos, por tanto, de nuevas ideas, métodos y herramientas para que grupos de constitución bien diversa puedan trabajar colectivamente en la búsqueda de las soluciones parciales más óptimas a montones de proyectos indomables.ii

i Otra posible traducción del término wicked sería “malditos”. Una tercera, que no nos atrevemos a imprimir sería problemas “jod…” ; debo esta tercera versión a Amando de Miguel.

ii Una de las metodologías para tratar problemas indomables es la denominada de “Mapas de diálogo”. Ver más en: http://cognexus.org/

i Otra posible traducción del término wicked sería “malditos”. Una tercera, que no nos atrevemos a imprimir sería problemas “jod…” ; debo esta tercera versión a Amando de Miguel.

ii Una de las metodologías para tratar problemas indomables es la denominada de “Mapas de diálogo”. Ver más en: http://cognexus.org/

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