Ke!950 Una breve historia del futuro (2)

Ke!950 Una breve historia del futuro (2)

En el anterior mensaje (http://www.instituteofnext.com/blog/perm.php?id=5003) empezamos a comentar el reciente texto de Jacques Attali, Une brève histoire de l’avenir, que aquí finalizamos.

Quizás la idea más interesante de todo el texto consiste en la apuesta del autor por el surgimiento del “hiperimperio” del mercado, hacia el año 2050. Dicho en breve, las grandes empresas dejarán de “sentirse” de un país determinado, se moverán hacia aquellos lugares que les permitan conseguir mejor sus intereses, dejarán de pagar impuestos a “sus” estados, con lo que estos dejarán de poder prestar algunos de los servicios públicos a los ciudadanos, que deberán pagar por ellos a las mismas empresas que habrán causado la imposibilidad de que sean públicos. En esta batalla entre democracia y mercado, habrá ganado el segundo (una paradoja de la historia, porque sin democracia de mercado no hay mercado posible que prospere).

En este punto, emerge la importancia futura de las empresas de seguros. La lógica lineal es la siguiente: las empresas pagan menos impuestos, el ciudadano tiene que pagarse más servicios, como no puede hacerlo prefiere asegurarse (de todo o casi todo), para poder ser asegurado debe dejarse “escanear” (cumples los requisitos para poder ser asegurado), y después debes ir comprobando que sigues cumpliendo las condiciones del contrato. Aparece así la idea más interesante, a mi entender, del libro: lo que el denomina los “surveilleurs”, que yo traduciré por “objetos de vigilancia”.

La gente será consciente que para cumplir las condiciones de sus contratos de seguro (seguro de todo), deberá escanearse. Por ejemplo, el seguro de salud requerirá hacer un esfuerzo por mantenerse en forma. Asegurarse de empleo (por si dejas de tenerlo) exigirá que hagas esfuerzos para mantenerte al día (empleabilidad). Entonces, los aparatos o métodos que te permitirán ver si estas o no en las condiciones exigidas por los contratos serán los “objetos de vigilancia”. Según Attali, un tipo de gadget que desarrollará la próxima gran ola de las tecnologías de la información. Más aún, además nos interesaremos no sólo por objetos que nos digan “cómo” estamos, sino que nos permitan “autorepararnos”, llegar a las condiciones necesarias para cumplir los contratos.

El mundo se convertirá en un gigantesco mercado, en el que todo tiempo no utilizado para consumir será considerado tiempo perdido. Un mundo de gente solitaria que consumirá cada vez más. Y en el que toda acción colectiva parecerá impensable. Dice Attali: “el mundo no será entonces más que una yuxtaposición de soledades, y el amor una yuxtaposición de masturbaciones”.

Este imperio mercantil será dirigido por hipernómadas: “una clase selecta, bien preparada, que trabajará donde sea, y para la que aprender constantemente será una necesidad vital y la curiosidad una exigencia absoluta.”

No tendrán ningún tipo de ligadura, ni política ni empresarial. Su vida y sexualidad no se realizará en pareja, sino que consistirá de amores simultáneos transparentes, polígamos y poliándricos. Personas que “no serán leales más que a ellas mismas”.

Pero todo ello nos llevará a un hiperconflicto. Crecerán las ambiciones regionales (regiones del mundo, se entiende). Aparecerán nuevas alianzas militares. Prosperarán nuevos piratas y corsarios (estados piratas, señores de la guerra), mafias ciudadanas (en ciudades que habrán crecido desmesuradamente y serán ingobernables). Barones de la droga, violencias urbanas extremas, ejércitos de extranjeros y mercenarios. Aparición de movimientos antidemocráticos y directamente dictatoriales (“la apología de la dictadura se volverá un tema de conversación respetable”, nos advierte Attali). La Iglesia católica se radicalizará. El evangelismo, de raíz norteamericana, censurará la enseñanza de las ciencias, e incluso podemos imaginar a los Estados Unidos como una teocracia en el 2040. Algo parecido ocurrirá en el Islam, que podría aglomerar a todos los críticos con la mercantilización del mundo. Guerras por recursos escasos. Guerras de fronteras. En fin, la Tierra como un inmenso campo de batalla…

Attali quiere aquí ser optimista, afirmando que, antes de un posible fin nuclear, encontraremos la manera de controlar los conflictos. Las democracias encontraran la manera de vencer a los piratas; “las religiones se apaciguarán y se convertirán en fuerzas de paz, de razón y tolerancia”. Y aparecerá un enorme deseo de vivir, del goce del mestizaje y de la trasgresión. Entonces, una democracia planetaria se instalará, “limitando los poderes del mercado”. La hiperdemocracia…

El futuro pues, aparece gris en un primer momento (hiperimperio), negro después (hiperconflicto) y de colores al final (hiperdemocracia). Attali espera que la influencia positiva de la ciencia y la tecnología ayuden a llegar a este momento final de optimismo. Porque nos enseñará que la no violencia es posible, que la prosperidad de todos es realista, que la democracia universal es una posibilidad, y que las empresas pueden servir al bien común. Los desastres que nos esperan hasta entonces serán “los mejores abogados del cambio”, nos recuerda.

Un punto final. Attali avisa de que este final feliz será posible gracias a un nuevo tipo de personas, que él denomina “transhumanos”. Gente muy capaz, que perseguirá sobre todo el bien común, la solución de los problemas del planeta. Y lo harán porque ello les produce satisfacción. Serán los grandes altruistas, los verdaderos “ciudadanos del planeta”. Gente que “encontrarán su bienestar en el placer de dar placer”. Algunos de estos transhumanos ya están aquí desde hace años: la Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, Care, Greenpeace, etc. O los bancos de microcréditos. O Melinda Gates y su fundación de ayuda al tercer mundo.

Estos transhumanos darán inicio a una “economía del altruismo”, o una “economía relacional”, en la que las personas del planeta se intercambiarán servicios gratuitos “si otra remuneración que la consideración, el reconocimiento, la fiesta”. “La gratuidad se extenderá a todos los dominios esenciales de la vida”, nos dice el autor.

Todo este mundo final (feliz) se llevará a cabo en las ciudades (los estados tendrán poco sentido después del hiperconflicto). “La ciudad será el lugar de vida esencial de la humanidad” (y, como consecuencia, el urbanismo se convertirá en una “ciencia mayor”).

Attali, finalmente, espera que esta revolución de la hiperdemocracia empiece en Europa.

(Mensaje 950. Serie iniciada en 1995)

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