Ke!907 Un mundo de pantallas

Ke!907 Un mundo de pantallas

En una intervención que todos recordamos por inteligente y útil, Antonella Broglia (http://www.instituteofnext.com/directorio/ficha.php?id=2402) nos explicaba en el reNacer’06 cómo el mundo que nos rodea es ya un mundo de pantallas (véase su intervención en video y un resumen de sus principales ideas en http://www.instituteofnext.com/renacer06/fitxes/fitxa_abroglia.php). Uno en el que difícilmente estamos un minuto lejos de una pantalla, aunque sólo sea la de nuestro teléfono móvil. Fue curioso ver como, en su línea de artista-concepto más radical, Marcel.lí Antúnez nos mostró también en reNacer’06 un mundo futuro de interfícies sorprendentes.

Somos, en cierta manera, nuestra relación con el mundo, y esa relación se produce a través de interfícies (prefiero este término a interfaces). Y esta relación cambiará significativamente en los próximos años, como consecuencia de la aparición de nuevas posibilidades de la tecnología.

He tenido la ocasión de asistir, la semana pasada, a la NextFest que la revista Wired organizaba en Nueva York (http://www.nextfest.net/). Una “fiesta del futuro” que la conocida revista llevaba a cabo por tercera vez, si no me equivoco, tras el éxito de las de San Francisco y Chicago. Una fantástica forma de “ver y tocar” lo que viene en ámbitos muy distintos, desde el transporte, a la salud, pasando por la educación y el juego. En próximos mensajes trataré de ello. Pero en este quiero dar unas pinceladas sobre algunas de las interfícies con las que pude “interactuar” esos días en Nueva York.

Una de las cosas más sorprendentes, por novedosas, era las pantallas “de humo” que abrían el recinto. Se trataba de unas “fuentes” de algún tipo de vapor seco, que caían como una cascada sin fin, y sobre las que se proyectaban imágenes. El impacto estaba asegurado, porque estéticamente era precioso, por inesperado.

Este soy yo en una imagen termográfica que facilitaba Xerox a cambio de una breve cola. Es, ciertamente, otra forma de verse, desde el mapa de tus temperaturas. Y si quizás cuesta verle la “utilidad” a corto plazo, ¿qué tal pensar en una aplicación como un detector de venas? Esto es exactamente lo que hacía este aparato de la imagen inferior.

El sistema emitía un haz sobre la piel, de forma que detectaba el flujo de temperatura ligado al movimiento de fluidos, por ejemplo, en una vena, e, instantáneamente, proyectaba el resultado de su medida sobre la propia piel, de manera que veías en tu propia mano la proyección de lo que máquina veía bajo ella. Era espectacular, y como idea da que pensar: una proyección sobre tu realidad de lo que hay debajo de ella. Una mezcla de cuerpo físico real y de sus interiores, simultánea.

En el campo de la salud, que estaba muy representado en la fiesta, más útil aún me pareció la “mesa digital” de General Electric. Una mesa-pantalla, sobre la que un equipo de trabajo podía discutir directamente sobre una imagen, que en realidad era una pantalla táctil de ordenador. Por ejemplo, en la imagen se ve una mamografía, que desvela un cáncer de mama; sobre ella, y simplemente “tocando” en la pantalla, se puede obtener más información, o se pueden lanzar diversos aplicativos.

La idea de la simbiosis de imagen real e imagen virtual estaba por todos partes. Un ejemplo estético fantástico lo veías en el stand de General Motors, en el que se presentaban sus nuevos conceptos de automóviles híbridos y de hidrogeno. El sistema empleado para mostrar en qué son diferentes estos automóviles consistía en proyectar su “interior” sobre el mismo chasis. Un efecto visual muy bonito, que además era informacionalmente muy eficaz: las entrañas nuevas mostradas de manera fácil de entender.

En ese mismo stand de GM, un presentador virtual, proyectado en un cristal, y visible desde sus dos caras, explicaba lo que ibas a ver en el mismo.

Aquí hay tres fotos de mi persona, realizadas con tres tecnologías bien distintas. La primera estaba realizada gracias a una matriz de pequeños círculos en cada uno de los cuales había impreso un patrón de líneas negras convergentes en el centro, de diversos grosores. Una cámara enfocaba a tu persona, y la matriz de círculos evolucionaba instantáneamente para generar una imagen sorprendentemente similar a la real. (Para apreciar realmente la similitud tenías que separarte un poco de la pantalla, claro está).

Otra imagen estéticamente interesante es esta de arriba, generada a través de un patchwork de centenares de pequeñas imágenes reales. Igual que en la anterior, la imagen (aquí se me ve sosteniendo la cámara con la que hice la foto), se construía en tiempo real a partir de lo captado por una cámara de vídeo convencional.

Las aplicaciones de nuevas interfícies al mundo del juego y al educativo tampoco faltaban, pero les dedicaremos un mensaje aparte. Baste comentar aquí dos ejemplos. Uno, el de un juego de simulación de vuelo en el que quién volaba eras directamente tú

Y, dos, un nuevo tipo de esfera terrestre en la que la proyección de la información se realizaba desde el interior, lo que permitía mostrar sobre el planeta todo tipo de simulaciones, por ejemplo, la del tsunami de diciembre de 2005, aquí mostrado en la foto.

Tuve también ocasión de visitar en Nueva York el centro de demostración de Sony, el Sony Wonder Technology Lab. Lo más interesante de este espacio dedicado a mostrar cómo la tecnología nos ha cambiado, es que desde el primer momento cada visitante es identificado mediante una tarjeta digitalizada, ligada a una imagen fotográfica del mismo. El resultado es que, ante cada una de las instalaciones existentes en el Lab, si te identificabas, el sistema se dirigía directamente a ti, a través de tu propia foto, como se ve en esta imagen, en la que un a doctora se dirige a mi como potencial estudiante de medicina (mi foto arriba en el rincón) para explicarme cómo llevar a cabo una exploración del esófago y estómago por laparoscopia.

El resultado final de la visita al SonyLab fue un “certificado”, también con identificación de foto, en el que constaba con cuáles de las instalaciones habías “interactuado”.

En otro punto de la ciudad, en el Columbus Mall, tomé esta otra imagen en la que una fuente de letras caía sobre mí, para ser dispersada por mi perfil.

En fin, que viene un mundo de pantallas en las que las imágenes generadas nos ayudaran a manejar mejor la información (eficiencia) o nos sorprenderán desde la estética (emoción).

El resultado será, posiblemente, que como consecuencia de todo ello tengamos más entrenado nuestro ojo para captar la confluencia de datos del entorno en forma de impactos visuales. Quizás antes de esta reflexión sobre pantallas, por ejemplo, no me habría dado cuenta de la estética de esta simbiosis entre una preciosa foto del siglo XIX que se mostraba en el MoMA, y mi propia imagen captando “el instante”,

o esta otra de mis propios pasos recorriendo un futuro que, a pesar de lo digital e instantáneo, todavía requiere moverse unos miles de kilómetros para poder ver qué es lo que viene.

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