30 Ene Ke!889 ¿Cómo innovar si los que pueden hacerlo llevan el “día a día” de la organización?
Es como una teoría indemostrable sobre la que parece que todos estamos de acuerdo. Bueno, no se si “todos”, pero la verdad es que cada vez me encuentro más gente que está de acuerdo con ella: ¿Cómo vamos a innovar en las organizaciones, si las mejores personas de las mismas se deben dedicar básicamente al “día a día”?
Hace unas semanas, en una sesión sobre innovación que di a una (importante) empresa del país, uno de sus directivos me vino con dos preguntas:
“Y tu qué haces en este país?” Pregunta que me sorprendió porque no sabía si se refería a que no me veía a mí con suficiente categoría para merecer disfrutar de nuestro “entorno eminentemente innovador”, o, por lo contrario, creía que estaba perdiendo (miserablemente) el tiempo evagelizando lo imposible.
“Todo esto que dices está muy bien, pero el día-a-día nos impide hacerlo”, frase que no era la primera vez que oía, de manera que de nuevo aumentaban mis ganas de conocer a ese pertinaz monstruo omnipresente que nos amarga a todos, identificado como “Mr día-a-día”.
La primera pregunta tiene una obvia respuesta: estoy aquí por qué así lo he decidido. Aunque cada mañana, debo confesar, me pregunto por qué volví de los Estados Unidos, o por qué no emigro ahora a Nueva Zelanda (que es, me juego cualquier cosa, dónde ahora hay que estar). No haré aquí más comentarios al respecto.
La segunda pregunta es muy relevante. No innovamos más porque no dedicamos el tiempo de nuestra mejor gente a ello. De hecho, ocurre todo lo contrario: el tiempo de nuestra mejor gente se dedica a gestionar el “día a día”. Se pierden nuestras mejores neuronas y sinapsis en “mantener la máquina en marcha”.
Si queremos innovar más, habrá que repensar a qué dedicamos nuestro tiempo. ¿Cuántas reuniones inútiles nos colapsan el día? ¿Cuántos mails que no aportan nada y roban tu tiempo, recibes? ¿Cuánto dedicas a comidas inacabables? ¿A cuántos seminarios, congresos, meetings has ido, que te podrías haber ahorrado?
En contraste, ¿cuántos libros NO lees al mes? ¿Cuál fue la última vez que te pillaron pensando? ¿A cuantos seminarios interesantes has ido recientemente? ¿Te has preguntado POR QUE NO, poniendo en cuestión algo aparentemente obvio en tu negocio?
NO es que el día a día nos impida innovar. Es que no vemos que innovar es lo suficientemente importante como para cambiar la forma en qué trabajamos. Y eso decenas de estudios lo han probado: así, por ejemplo, se ha probado suficientemente que no hay impacto de las tecnologías en una organización si esta no cambia la forma en que se trabaja. Es de los “cambios organizativos” de los que surge la realización del potencial de la innovación.
Si quieres aumentar el grado de innovación en la organización, empieza por cambiar algunas rutinas heredadas y absurdas, que se comen el precioso tiempo, que podrías dedicar a innovar.
Un dato concreto que corrobora que una (pequeña) parte de la gente hace la mayor parte del trabajo. Según un estudio de dos profesores de California (Peter Kuhn de la Universidad de California, y Fernando Lorenzo del Pomono College), los empleados más bien pagados, más formados y mayores en edad trabajan más horas que los menos pagados, menos formados y más jóvenes. En otras palabras: los más formados/pagados trabajan más horas a la semana, seguramente porque las empresas han definido incentivos para “los mejores” que los llevan a trabajar más (por ejemplo, 50 horas o más a la semana). Más en http://www.reason.com/0604/data.shtml. Pero que los mejores trabajen más horas no quiere decir que trabajen en lo mejor (innovar).
O sea, quizás el problema de la innovación reside en qué el 20% de la mejor gente, que es la que podría innovar, hace el 80% del trabajo del día a día, y eso les consume todo su tiempo. Por tanto, para innovar más habrá primero que repartir mejor el trabajo…
De hecho, esto me hace recordar que, en una ocasión, pregunte a los reponsables de una “gran” universidad (grande en tamaño…), cuánta gente “llevaba” la universidad, o sea, hacía que la universidad funcionara. Me dijeron sin pestañear que unas 500 personas. La pregunta es que hacían, pues, las 19500 restantes…
Obviamente, es una exageración… pero seguro que nos da para pensar…
Finalmente, una simple muestra de cómo organizar mejor el (escaso) tiempo es vital para innovar. En lugar de estar viendo la (basura) de la tele, estoy escribiendo aquí este artículo, cuando ya son las 23:30 de la noche, después de un largo día de trabajo, y sabiendo que mañana debo levantarme a las 05:00 para viajar a Madrid…
Innovar podemos, pero falta que queramos….
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