Ke!848 Metodolatría

Ke!848 Metodolatría

La pasión, la adoración y la esclavitud por el método: la metodolatría. Es cierto que como sociedad, incluso como especie, hemos avanzado lo impensable gracias al método científico: las ideas claras y distintas del Discurso del Método de Descartes, que nos llevaron finalmente al reduccionismo científico (divide la realidad observable en pequeñas partes, que se deben intentar entender lo máximo posible). Pero quizás nos hemos pasado: hay quien, en las universidades, sólo piensa en medir por medir, quien piensa que lo no mesurable no es digno de consideración porque es no-científico.

 

Edward Wilson nos advertía en su extraordinario libro Consilience que había llegado la era de conectar disciplinas y de encontrar puentes mentales entre ideas aparentemente lejanas. Lo mismo nos explicaba Albert Barabasi en su libro Linked, en el que para fundar la ciencia de las redes, proponía una visión transversal de la realidad, en la que lo que veíamos desde la física, las matemáticas, la biología, las telecomunicaciones o las ciencias sociales, pudiese ser interpretado desde una lógica común, una lógica de conexiones, de redes, que siguen unas leyes comunes.

 

Para realizar esta conexión entre visiones uno debe superar el anclaje, negativo y limitador, a un espacio de conocimiento y a una disciplina. Debe superar la actual limitación, autoimpuesta por el colectivo de un determinado campo, de preocuparse más por lo que opinan sus pares en la academia que por la población a la que deberían ir aplicados nuestros (sus) descubrimientos. Preocupación por publicar artículos que midan lo que sea, sin que deban interpretar nada de la realidad.

 

Algo que ha ocurrido, por ejemplo, en las escuelas de negocios, donde se acostumbra a preferir contratar a profesores que publican mucho en revistas que pocos leen, en lugar de contratar a expertos profesionales que saben cómo se hacen las cosas, porque las hacen cada día. En este sentido, es como si estuvieran dando la razón a aquellos que dicen que “si sabes hacer una cosa la haces; si no lo sabes hacer, la explicas”.

 

Los que han sido esclavizados por el método deberían recordar que el objetivo de Descartes era entender el mundo desde la razón, y no aislar a las mejores mentes en islas permanentemente desconectadas del mundo por los océanos inescrutables de las revistas científicas, en el reino de lo cuantitativo (algo comprensible en el mundo de la ciencia de lo físico, pero menos en la ciencia de lo humano). La interpretación del mundo requiere imaginación, pasión y puentes mentales, algo que la adoración por el método puede, simplemente, impedir.

 

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