Ke!838 TeclaFraude

Ke!838 TeclaFraude

Hace un tiempo leí que algunas empresas con pocos escrúpulos contrataban mano de obra barata en países de bajos costes laborales para dedicarse a clickar en anuncios en Internet, con el fin de que las webs que las alojaban pudieran cobrar más a las empresas anunciantes (pay per click). Podría denominarse a este trabajo la “esclavitud del dedo”, un nuevo tipo de explotación laboral que hace pensar que el avance de las tecnologías no eliminará las viejas miserias humanas1.

La verdad es que en el mundo digital, como en el real, hecha la ley, hecha la trampa. Y el creciente volumen del comercio electrónico global hace cada vez más atractivo a los delincuentes intentar colarse por las rendijas. No hablamos sólo de fiebres molestas e incómodas, como el spam, del constante surgimiento de virus que se expanden por la Red como una peste, o de la suplantación de personalidades, sino que estamos hablando de verdaderas mafias que pudren el negocio digital y que cuentan con verdaderos expertos tecnológicos que encuentran las maneras de sortear los obstáculos más complicados. Nos encontramos en una batalla sofisticada, y poco conocida, entre los crackers (que quieren romper la seguridad de las máquinas) y los buenos hackers (o hackers éticos), que conocen la forma de pensar y las técnicas empleadas por los primeros.

Tendremos que acostumbrarnos al fraude digital, potencialmente más peligroso que el real, aunque sólo sea porque sus efectos, en términos de publicidad negativa, se propagan con más rapidez2. No es de extrañar, por tanto, que vayan apareciendo unidades de detección del fraude como el National Fraud Information Center norteamericano cuyo fin es permitir a los consumidores denunciar engaños comerciales tanto en el mundo real como en la Red3.

Pero es difícil imaginar lo que puede venir. Por ejemplo, cuando en diferentes estudios4 se ha preguntado a centenares de expertos sobre el futuro de Internet, una gran mayoría cree que en los próximos 10 años habrá un ataque devastador a la Red. Lo cual, bien pensado, resulta obvio, porque nuestra dependencia de Internet es tan elevada que la hace un blanco ideal para tener efectos destructores que se propaguen rápidamente. Aparecerán, lamentablemente, lo que podríamos denominar terropresarios (empresarios del terror5), emprendedores que inventarán nuevos conceptos y formatos de actos terroristas, para venderlos a grupos en cualquier parte del mundo.

La conclusión es que, posiblemente, la única forma de combatir el crimen en Internet, el actual y el que vendrá cuando se generalice el comercio electrónico, es que la policía sepa tanto de Internet como los delincuentes que la usan.

1 Leído en Wired 10/2004, p. 62.

2 Ver IdeaFuerza Certificado Social.

3 Ver www.fraud.org.

4 Ver, por ejemplo, el informe The Future of the Internet del Pew Internet & American Life Project (www.pewinternet.org/PPF/r/145/report_display.asp).

5 Término extraído del Dictionary of the Future, de Faith Popcorn y Adam Hanft.

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.