15 Sep Ke!810 Servicios de proximidad
Estamos en Londres. Llueve. No pasa ningún taxi. Pero alguno debe andar cerca. Pasan los minutos. No aparece ninguno. No recuerdo el número de un radiotaxi. Cojo mi móvil. Llamo al 08 700 700 700. A hacerlo, el servicio me localiza (determina en qué “célula” de telefonía móvil estoy en ese momento). Después, vía GPS controla qué taxis están cerca. Y, finalmente, me pone en contacto vía móvil con el conductor del taxi libre que está más cercano (no con la central de radiotaxi, sino con el taxista). Lo tomo y pago, incluso con tarjeta de crédito, y con descuento si uso una tarjeta especial del servicio. ¿Ciencia ficción? No. Este servicio ya está disponible en Londres desde principios de 2003. Se llama Zingo.1
Es un servicio que, cuando te lo explican, lo encuentras tan obvio que te preguntas por qué no se le había ocurrido antes a nadie. La respuesta es que sólo hoy tenemos la combinación de tecnologías para que pueda funcionar correctamente. Porque detrás de este servicio, aparentemente tan trivial, hay un montón de tecnología en varias capas superpuestas. De las que yo no veo más que la última, la del servicio final. No me importa que en la base esté la electricidad, la telefonía móvil, el GPS, etc.; yo sólo aprecio que al llamar a un número de teléfono me ponen en contacto con un taxista que acude al sitio exacto en el que estoy. Es un servicio de proximidad, que evita que te tengas que trasladar: el servicio viene dónde estés.
Hay más ejemplos. Ya hay ciudades en las que es posible saber, en una parada de autobús, cuanto tardará en llegar el próximo. Con un teléfono móvil llamas a un determinado número, pasas un código que identifica la parada, y recibes la información. En otros casos es más sencillo: con la cámara incorporada al móvil se toma una fotografía de un código de barras bidimensional (un código de puntos, denominado QR o quick response code), se envía a una central de información y el sistema responde con el dato de cuánto tardará en llegar el autobús, basándose en un seguimiento en tiempo real. Estos códigos muestran un camino interesante de futuro: evitan al usuario tener que teclear la información porque el código contiene el dato y la acción a realizar.2 Por no hablar de las posibilidades del wireless marketing (ofertas instantáneas a través del móvil cuando entras en un centro comercial).3
Otro ejemplo: entras en una librería y ves el libro que buscabas. Dudas si comprarlo por el precio pero con el móvil haces una foto de su código ISBN. Éste traduce la foto en el número del código, lo envía a un sistema que responde con el precio de ese libro en Amazon. Un botón más y ya lo hemos comprado en Internet.4
1 Ver www.zingotaxi.com
2 Encontré este ejemplo en una nota comentada en el blog de un español “geek en Japón”, Héctor García (http://kirai.bitacoras.com). En su post http://kirai.bitacoras.com/index.php?p=269, señalaba que la palabra más buscada en Google por los japoneses era “chisu”, mapa. Se comenta allí que es frecuente que en una página web aparezca un código 2D. Este código lleva una imagen con un mapa detallado de la zona. Cuando acercas el teléfono móvil, a la parte de la pantalla del web en la que aparece un código como el anterior, te bajas el mapa al móvil. En el post en cuestión se explica como funciona con más detalle.
3 Ver al respecto la innovadora empresa catalana FuturLink (www.futurlink.com)
4 Ver al efecto las propuestas de ScanBuy (www.scanbuy.com), PaperClick (www.paperclick.com), o SemaCode (www.semacode.com).
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