Ke761! El futuro como equilibrio entre imaginación e infraestructura.

Ke761! El futuro como equilibrio entre imaginación e infraestructura.

© Ruca

Hace unos días tuve una muy interesante conversación con Michael Schrage, uno de nuestros “grandes infonomistas” (http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=13150). Michael es una de las personas que admiramos (“folks that we admire”, podríamos decir), en especial por su columna, siempre brillante, en el Technology Review del MIT (http://www.techreview.com/search/searchresults.asp?sp-a=sp10024705&sp-q=Michael+Schrage&sp-x=author&sp-t=search), de obligada lectura para los infonomistas. En el mediaLab codirige la iniciativa de e-markets.

Pues bien, se daba la circunstancia de que Michael estaba en Barcelona, y pudimos conversar unas tres horas (visita a la “nueva” Barcelona, en el distrito de la tecnología, 22@, http://www.bcn.es/22@bcn/cast/presentacion/index.html, incluida). Puedo asegurar que fueron de las horas más intelectualmente productivas de los últimos años: un verdadero placer.

Durante la conversación, Michael me propuso un simple dibujito:

Según él, el futuro de las ciudades (que es básicamente de lo que estábamos hablando) pasará por la “sabia” combinación de imaginación e infraestructura. Lo curioso es que, con frecuencia, lo que una ciudad tiene es mucha imaginación sin infraestructura, o mucha infraestructura sin imaginación. Lo difícil es encontrar una ciudad que combine equilibradamente la imaginación de su gente (su “clase creativa”, à la Richard Florida, ver http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=708 ) y su despliegue de infraestructura (entendida ésta en forma amplia: dispositivos para el “movimiento” de todo: energía, bits, personas, ideas, etc.).

Su idea me pareció brillante. Pero creo que se quedaba algo corto en cuanto a su aplicación. Porque creo que el esquema puede aplicarse a todo ente informacional, como una persona, una organización, una ciudad o una nación (que no estado, que es una entelequia ya poco útil).

En el caso de una empresa, la “tensión” entre imaginación e infraestructura es la típica tensión entre personas y procesos. Pero es también la tensión entre ingenuidad (pensar ¿“por qué no”?) e ingeniería (pensar “cómo lo haré mejor”?).

O entre exploración (qué ámbitos nuevos de producto/servicio puede desarrollar como respuesta a nuevas oportunidades) y explotación (cómo sacar provecho de los espacios de mercado ya colonizados, para alimentar la cuenta de resultados de “hoy”).

En el caso de la persona, la tensión es entre creatividad y preparación, o sea, entre mi capacidad para pensar más allá de lo hoy conocido, y mis conocimientos en un campo determinado. Y, de nuevo, el problema en las personas es que o eres muy “creativo” o eres muy “profesional”, y las personas con ambas cualidades son verdaderos “mirlos blancos”.

En el caso de las ciudades, el tema está en cómo pongo la infraestructura (espacios para hacer y mecanismos para mover cosas y personas) al servicio de las ideas (más que al mero servicio de la operación diaria o del incremento de la monumentalidad de la propia ciudad): yo quiero una ciudad creativa (imaginación) en la que podamos desarrollar nuevas propuestas de forma firme (infraestructura).

Quizás lo más importante en este sencillo pero profundo gráfico, es que nos ayuda a determinar una posible trayectoria de equilibrio (me atrevería a decir un diagrama de “cambio de fase”): partir de una buena infraestructura (para lo que se requiere una financiación adecuada y justa…) para estimular la imaginación de la empresa o del territorio, para que se encuentre con la imaginación “latente” y de allí evolucionen ambas variables de manera coordinada: o sea, definir mejor qué infraestructura se requiere para dar alas a la imaginación. Una infraestructura que responda a las necesidades de la imaginación y no infraestructura meramente “por qué sí”.

Lo crítico del gráfico es que pone al mismo nivel a la imaginación y a la infraestructura. La imaginación (potencial de innovación) no es un capricho del momento, sino una variable económica tan crítica como el stock de capital y procesos (infraestructura).

Es un aviso para navegantes…

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