Ke!757 La industria de la informacion y su política

Ke!757 La industria de la informacion y su política

Una de las cuestiones más confusas que acostumbran a aparecer en los encuentros, reuniones, seminarios y aquelarres, en los que todos estamos participando en los últimos tiempos, en los ámbitos de la “intersección” de tecnología y sociedad, es la cuestión de qué entendemos por el “sector de las tecnologías de la información” o, en breve, por el “sector TIC” (por “tecnologías de la información y la comunicación”).

Me gustaría dar aquí mi opinión en forma de una breve reflexión.

Lo primero que querría destacar es que me parece de partida incorrecto llamar a “esto” de lo que hablamos “sector TIC”. El problema lo veo en la “T”, porque creo que la industria que se está constituyendo no se puede vertebrar alrededor de la tecnología de base, sino alrededor de los usos y aplicaciones de esas tecnologías, en clave de la aportación de soluciones a los cuatro ámbitos principales de actividad de las personas: aprendizaje, trabajo, ocio y “vida” en general (lo que podríamos denominar “infraestructura de la vida”, que consiste en cosas tan triviales como ir al banco a sacar dinero, ir al ayuntamiento a pagar una multa, o al supermercado a comprar, etc.).

En otras palabras, me parece más correcto denominarlo industria de la información, porque el recurso básico que se emplea en todos los subsegmentos de este campo es, justamente, la información.

Se entiende muy bien esta aproximación a partir de un gráfico que elaboró en su momento la Information Industry Association norteamericana, y que yo incluí en mi texto “Los recursos de información” (allá en el lejano 1993) ( http://www.instituteofnext.com/tienda/recursos.asp).

En este gráfico, el conjunto de segmentos de la industria se organiza en cuatro cuadrantes principales: tecnologías, canales, contenidos, y servicios. Aunque el gráfico es en realidad más sutil, porque, como se ve, se trata de ocho triángulos que se estructuran en una continuidad casi sin fronteras.

Así, los “emisores” de comunicación, como las emisoras de radio o de TV (arriba en broadcast channels) están “entre” los “canales” de comunicación (teléfono o correos) y los “servicios de contenidos” (periódicos y bibliotecas). O las “tecnologías de integración”, como los módems o los conmutadores de paquetes, abajo a la izquierda, están “entre” las “tecnologías de comunicación” y las “tecnologías de información”.

Que nadie tome este gráfico como el dibujo de la situación actual! Véase, por ejemplo, que no aparece en él el término Internet… porque se confeccionó a principios de los 90, cuando de Internet sólo existían los componentes fundacionales como Bitnet. Prometo rehacer el gráfico de acuerdo con las circunstancias actuales (algún voluntario en la red infonomía para ayudarme a hacerlo?). Pero, incluso a pesar de su “veteranía”, este gráfico es sorprendentemente útil aún.

La amplitud del espectro de lo que podemos entender por “industria de la información” explica que los que “habitan” en cualquiera de sus cuadrantes no se sientan “conectados” con los “aliens” de los demás. Así, las editoriales, por ejemplo, o peor aún las librerías, están en su mayor parte ancladas en un discurso “distante” del discurso de las operadoras de telecomunicación, cosa que quizás podría entenderse, pero el problema es que es también distante de las emisoras de TV.

La cosa sorprende cuando se evidencia lo siguiente:

1) En todos los campos de la industria de la información, la tecnología de base ya es prácticamente la misma, la digitalización de los datos. El fichero que nosotros enviamos a la empresa de impresión bajo demanda con la que publicamos nuestros libros ( http://www.instituteofnext.com/libros/coleccion.asp) son 0s y 1s, uno detrás de otro. Lo mismo que la voz que enviamos cuando hablamos con nuestros amigos vía Skype ( http://www.skype.com), o cuando hacemos una transacción bancaria a nuestros proveedores. Toda la tecnología sobre la que se estructura el manejo de datos es ya la misma: la digital. Quedan algunos rincones que se resisten, como la TV, pero esto, sabemos, se va a acabar tarde o temprano.

2) En todos los sectores se evidencia una problemática legal parecida, prácticamente siempre ligada a la necesidad de evolucionar cómo entendemos la propiedad intelectual. Los problemas con los que se ha tenido que enfrentar la industria discográfica (causada por el “Apocalipsis Napster” en su momento), es muy parecido al que ahora experimenta la industria cinematográfica y videográfica (gracias al amigo Emule, http://www.emule-project.net/), o el que empieza a entrever la industria de la radio gracias al fenómeno emergente del Podcasting ( http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=756), “cada persona, una emisora”, que acabará pasando en el sector de la TV (hoy justamente la MTV anuncia que emitirá algunos de sus programas por Internet, http://news.bbc.co.uk/2/hi/entertainment/4419939.stm).

3) En todos los subsegmentos de la industria se evidencia similares problemas de percepción de valor por parte de los usuarios, que se resumen en que la información y su movimiento no se valoran económicamente. Si en Internet es difícil vender contenidos, por la trivialización que hemos conseguido instalar como sistema dominante (“information wants to be free”), algo parecido ya está ocurriendo en la prensa (los periódicos tradicionales parece que quieran sobrevivir a través de considerar el periódico como un mero “regalo” que va añadido a un objeto que compras, como un volumen de enciclopedia, un disco o una muñeca de trapo), y acabará ocurriendo en la telefonía (las llamadas con Skype de ordenador a ordenador son totalmente gratis, de calidad casi mejor que la telefónica, estés donde estés tú y tu interlocutor en el mundo), hasta el punto de que uno duda de que las operadoras puedan seguir cobrando en el futuro por la conexión y el tráfico, en un esquema idílico (pero no idea) de “ancho de banda infinito”.

4) Es prácticamente imposible plantear un proyecto de servicios a clientes o ciudadanos que no precise integrar multicanalidad informacional. O sea, que no precise tener en cuenta que en distintas situaciones el ciudadano y/o cliente tiene distintas maneras de poder usar la información (leyendo sentado en el puente aéreo, escuchando con el iPOD en el metro, o tumbado en la cama cuando ya no puedes más por la noche). Esa multicanalidad obliga a “orquestar” un conjunto de relaciones sofisticadas entre empresas y profesionales de campos muy distintos/distantes en el mapa de la industria de la información, que, aunque como hemos visto trabajan con la misma materia prima (la información) usan en cada campo una jerga, métodos, procesos, sistemas de valoración del éxito, etc., a veces muy diferentes.

5) El “gobierno” de estos proyectos multidisciplinarios en la industria de la información es hoy muy complejo, no por la base tecnológica usada por cada uno de los participantes, sino por sus diferentes prácticas de gestión. Aunque hay una lógica integrante de la industria de la información, la realidad actual es que las diferentes partes no se sienten parte de una misma industria, cosa que dificulta enormemente que aparezcan clusters ricos en propuestas de valor, capaces de generar nueva riqueza (i.e. puestos de trabajo).

Yo creo sinceramente que es preciso “vertebrar” una industria de la información, construyendo un mismo imaginario colectivo (vamos a la sociedad de servicios de base informacional), así como un lenguaje común que facilite el surgimiento de proyectos innovadores en las líneas de aprendizaje, trabajo, ocio y vida que he comentado más arriba. Me gustaría que así se superase esa sensación casi de “grupo étnico diferenciado” que tienen los distintos triángulos del gráfico mostrado al principio, y que como consecuencia de hablar desde la misma orilla se definiesen proyectos comunes para definir nuevos horizontes.

Creo que dos ideas finales pueden ayudar a ilustrar de qué se trata:

1) Este mismo mes tiene lugar en Nueva York un acontecimiento interesante, que Adria Heath ha comentado recientemente en Infonomía ( http://www.instituteofnext.com/tematiques/index.asp?idm=1&idrev=59&num=1). Se trata del GEL, Good Experience Live ( http://www.goodexperience.com/). Un encuentro sobre cómo se están definiendo las mejores “experiencias” de usuario en el mundo. Porque de lo que se trata hoy no es de hablar de “tecnologías” per se, sino de cómo apalancar todo lo que sabemos (high tech * human touch) para definir mejores experiencias para la gente. Y el diseño de una experiencia obliga a mezclar, hibridar, conocimientos muy diferentes, tecnologías “informacionales” muy distintas/distantes. YA NO TIENE SENTIDO hablar desde la seguridad de la parcela tecnológica que uno domina, sino desde la lidia de la incertidumbre que surge de mezclar los ingredientes que hacen de una experiencia algo útil y/o memorable. Una experiencia es un resultado informacional, no tecnológico.

2) Lo dijimos en su momento en un artículo anterior ( http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=736). Los Estados Unidos, como sociedad informacional de referencia para muchos, no ha sido transformada por la “tecnología de la información” sino por los usos de la información. El texto coordinado por Alfred Chandler tiene por título “A nation transformed by information” y NO “A nation transformed by information technologies”. Lo que transforma la sociedad es la “energía” información (y su paso por las refinerías el conocimiento, la investigación y la innovación) y no el oleoducto “tecnologías”.

En ese sentido, creo urgente establecer una “agenda” (política, quizás) para crear un diálogo estructurante de la industria de la información, en la que los pequeños que participan aisladamente del juego actual (anclados en sus pequeños mundos, small-worlds, islas inconexas, gremiales, cada uno a lo suyo) se vean a si mismos como nodos de una “malla” (red) que configuran una industria (“la” industria) del futuro (futuro ya presente).

Colegios profesionales (aislados) del sector informacional: uníos! Ese es mi mensaje “marxiano” del momento.

Políticos “informacionales” de nuestros territorios: lanzad proyectos transversales, en los ámbitos del aprendizaje, trabajo, ocio e “infraestructura de la vida”, que estimulen a los “gremios” aislados a coordinarse desde la “estética” de lo informacional, no de lo meramente tecnológico.

Es la información, estúpidos!, no la tecnología, retomando la famosa frase clintoniana…

Alfons Cornella
Infonomia.com 

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