Ke!748 Retroinnovación

Ke!748 Retroinnovación

En otro momento hemos hablado aquí de la retroinnovación, o sea, de mirar hacia atrás para encontrar la inspiración para repensar productos y servicios. Un sector que lo ha aplicado con cierta frecuencia es el de la automoción: hay hoy vehículos en nuestras calles que “beben” de las redondeadas formas de los años 50. Quizás tres ejemplos conocidos son el Beettle de VW, el PT Cruiser de Chrysler o el Micra de Nissan.

No se hasta qué punto se trata sólo de que hemos agotado las visiones actuales y hay que inspirarse donde sea, o que hay razones de fondo psicológico que aconsejan ir hacia momentos en los que las personas tenían una relación más “estrecha” con los productos. Momentos en los que “sentíamos” más los objetos, quizás porque teníamos muchas menos cosas, no estábamos “anclados en el exceso”, y eso nos hacía valorar mucho más lo que teníamos.

Quizás es cierto que hay una “revolución conservadora” en marcha. O, si se me permite ser más apocalíptico, la venida inevitable de una “nueva edad media”, como sugiere Umberto Eco. Un nuevo tiempo en el que tenemos que volver a los orígenes, en nuestra relación con el mundo, en nuestra relación con las cosas. A una intimidad que nos proteja del torbellino de lo ajeno. O quizás es que simplemente los estrategas de marca han secado sus neuronas.

Yo creo que es posible renovar nuestro pensamiento de empresa sin acudir a la cosmética de nuestros recuerdos. Hay que apostar decididamente por el futuro. Hay que “pensar adelante”. Hay que ser audaz. Hay que ser visionario. Hay que volar. Hay que soñar.

Mucho de esto será diseño. Pero no el diseño de nuevo meramente cosmético (de las apariencias) que muchos proponen, sino diseño que nos permita “hacer mejores cosas imaginando el futuro”. Es un diseño que nos propague hacia delante.

En un “diseño” que se apoye en las nuevas ideas. En la ciencia. En la tecnología que rompe esquemas y reglas. Es un Richard Branson que se atreva a inventar la industria del “turismo espacial” (véase una entrevista en el último Wired, http://www.wired.com/wired/archive/13.01/branson.html). 

Wired, Enero 2005

Es una Sony que insista e insista en la idea de los robots domésticos. Hoy como mero juguete (como el Aibo, http://www.sony.net/Products/aibo/). Mañana como herramientas imprescindibles en nuestras casas.

Por cierto, audacia de Sony que tiene mucho de búsqueda de “enamoramiento” del consumidor. En un muy interesante artículo en la Harvard Business Review de hace unos meses ( http://harvardbusinessonline.hbsp.harvard.edu), se explicaba cómo el éxito del Aibo se basaba en no buscar la perfección en el comportamiento del robot (hoy algo imposible), sino en aprovechar (apalancar) la falta de perfección como un valor humano: “la falta de obediencia del robot se ve por el usuario como una muestra idisioncrática de actitud”.

El Aibo es un robot rebelde, literalmente un “niño mecánico”, caprichoso y no obediente. Y eso lo hace especialmente “próximo”, “querido”.

La audacia es, en efecto, también ver el mundo como lo ven los niños. Es definir “nuevas narraciones” de la realidad. Es cambiar tu relación con el exceso que nos inunda. Es aprovechar el exceso a tu favor. Es ser único en la mediocridad de la abundancia.

 

Y hacerlo es claramente posible. Se me ocurre como ejemplo raro de lo que digo el éxito que están teniendo en las “listas de éxito”, libros que en otros momentos habrían quedado para los más enfermos de letras. Uno de ellos es la reciente traducción al catalán, directamente del griego, de los Evangelios, llevada a cabo por J.F. Mira ( http://www.grec.net/llivirt/altr03cl.pgm?source=XZ&F=84377148). La verdad es que yo mismo los estoy leyendo con pasión. Los estoy leyendo como literatura. Como parte de nuestra historia.

He de confesar que personalmente no entiendo como alguien puede “creer” en la veracidad absoluta de un texto poético como los Evangelios. No entiendo como alguien basa su visión del mundo en la “exactitud” del texto. Pero releyéndolos ahora entiendo la enorme capacidad de seducción que la historia allí contada ha tenido en miles de millones de personas a lo largo de 2000 años.

Pero lo que aquí nos interesa es que alguien ha “rediseñado” la edición de los evangelios, haciéndolos tan interesantes como para convertirse en uno de los libros de noficción más vendidos en las pasadas Navidades en Catalunya. ¿Es eso volver a los orígenes porque estamos agotados y necesitamos reencontrar nuestras “bases”, o es que es audaz ver en los textos del Evangelio lo que no hemos querido ver durante siglos, que es su belleza como mero texto, sin el aura de “sagrado” que tiene para millones de fieles? Innovar es ver lo que todos han visto, pero pensar lo que nadie ha pensado…

¿Es el camino sólo recuperar nuestra historia, exprimiéndola? ¿O es superarla con nuevas propuestas? ¿Es explotar nuestra marca histórica adaptando su grafía al lenguaje de los jóvenes en SMS, o es diseñar “objetos útiles” que proyecten nuestra sociedad al futuro? ¿Es explicar o transformar? ¿Es mercadeo o ciencia?

Una reflexión interesante a hacerse en el año de la Física, en un momento en el que las “vocaciones” de científicos casi se han reducido a la mitad en España. En un momento de deslocalización, de huida de sectores productivos tradicionales a otros países, que nos obligará a buscar fuentes de empleo en “reconstruir el mundo”, en inventar nuevas industrias partiendo de nuestra mejor comprensión de la materia, de la energía, del tiempo.

O sea, ¿es el rediseño del pasado puro “gas”, o podemos beber de la historia para explicar nuevas historias que proyecten a la gente a nuevas aventuras de futuro? ¿Queremos leer el Quijote como recuerdo colectivo, o queremos el Quijote como nuevo referente social?

Entre muchos importantes pecados, nuestra sociedad se caracteriza por el culto a lo trivial inmediato. Por el encumbramiento del éxito personal instantáneo. Por la Operación Triunfo a escala uno-uno. Pero cuando uno va al pasado y ve las vidas de la gente a la que debemos estar hoy donde estamos, y tener la tecnología que tenemos, lo que vemos es historias de resistencia, de perseverancia, de tozudez, más allá de los límites humanos. Lo vemos, por ejemplo, en las historias de vida de las personas que “hicieron América”, en el imprescindible libro They Made America de Harold Evans ( http://www.amazon.com/gp/reader/0316277665/infonomia). 

Me declaro seducido (o abducido) por el mismo: tu nivel de humildad sobre lo que has hecho en la vida, y lo que dejas en herencia a la humanidad, aumenta de forma proporcional a las páginas que lees en el libro.

Y acabas entendiendo que el truco, al final, es “ser auténtico”. Creer en lo que haces, y reducir tu nivel de necesidades a lo que sea humanamente normal. Quizás las mentes brillantes puedan acabar millonarias, pero uno piensa, al final, que el verdadero éxito es tan simple como mirarse cada mañana en el espejo y reconocerse.

Alfons Cornella
Infonomia.com

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