Ke!700 Manifiesto Infonomista: “conectar a la gente normal haciendo cosas extraordinarias”

Ke!700 Manifiesto Infonomista: “conectar a la gente normal haciendo cosas extraordinarias”

Después de más de 8 años llegamos al mensaje 700 en el que se destaca la clave del buen funcionamiento de las organizaciones: la gente normal capaz de hacer cosas extraordinarias. Además se recogen algunos retos para los próximos años, pues queda mucho trabajo que hacer en nuestro campo…

(Tiempo estimado de lectura: 8 minutos)

Pues bien, sin saber muy bien cómo, he llegado al mensaje número 700.

En estos más de 8 años he escrito de todo. Y no precisamente sobre Internet, como algunos creen. Sino que he escrito principalmente sobre “gestión inteligente de la información”. Sobre Infonomía…

Y ha pasado el tiempo:

 1995

 2003

Algo lejos queda ya ese día en el que, derrotado en mi sofá ( http://www.instituteofnext.com/mejorespracticas/index.asp?id=23), renací y me atreví a proponer el término “infonomía” ( http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=284). 

O el día en que escribí el mensaje a la salida de un túnel en plena montaña ( http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=384).

O el día que lo hice desde un automóvil en ruta (yo no conducía: http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=526).

Pero, al final, ¿qué me ha quedado?

Hace tres semanas lo comprendí de pronto. Era una mañana de lunes. El lugar: Montgat, cerca de Barcelona. ¿Dónde? Un colegio de primaria. Alfons Cornella, después de diez años luchando por hacer entender a las empresas la importancia de la gestión de la información a través de tecnologías digitales (me llaman, muy a mi pesar, un “guru” de Internet), estaba allí, de pronto, en una clase de niños de 3 años. Durante más de una hora…

La razón: dos maestras de primaria (P3) explican allí, desde hace unos meses, a sus alumnos de tres años cuentos mediante un ordenador, al que convierten en uno de los instrumentos protagonistas del aula. Invierten parte de su tiempo libre (unos cuantos domingos cada trimestre) a componer cuentos en PowerPoint, para poder explicar a sus alumnos historias atractivas, por todos los medios a su alcance.

Tras ese han seguido algunos colegios más. Y le seguirán hasta 50, porque me he embarcado en un proyecto para entender quién y por qué innova en la educación…

Cuando las dos maestras nos explicaban qué hacían y cómo lo hacían, no podía más que pensar en las muchas otras experiencias innovadoras que había conocido en estos 8 años de escritura permanente (que se traducen también en los muchos casos de organizaciones innovadoras que hemos descrito en estos años). Y pensaba que lo que unía a esas maestras de primaria con esas empresas más sofisticadas en cuanto al qué y al cómo de lo que hacían, era en el fondo el por qué lo hacían: ellas y aquellas lo hacían simplemente ¡porque sí!

Porque mi conclusión de estos ocho años de periplo para entender mejor cómo las organizaciones utilizan la información es que, finalmente, se trata, en realidad, de comprender por qué funcionan las organizaciones. Y funcionan porque hay gente normal que las hace funcionar.
“Gente normal haciendo cosas extraordinarias”.

Gente que antes las hacía funcionar simplemente porque eran eficientes en las operaciones. Ahora, gente que las hace funcionar porque es creativa. Pero en ambos casos, lo hacen porque les mueve una inquietud. Son innovadores.

No hay dinero en el mundo que pague esas ganas del “innovador tranquilo” (la gente normal inquieta) de arriesgarse, de mejorar lo que ha encontrado, de respirar positivamente lo que la anterior generación le ha dejado para devolverla más rica a la que sigue. El innovador lo hace por un elevado sentimiento de misión personal. Muchos pierden su dinero en el camino, o por lo menos, dejan de ganarlo en otras cosas más rentables a corto plazo (¡que me tienen que contar a mí sobre esto!). Pero los innovadores lo hacen porque deben hacerlo. Y, quizás, al final lo consiguen. Y encuentran el sentido a todo su esfuerzo anterior.

Nos lo ha dicho con autoridad Richard Florida: la clase que ahora importa es la “clase creativa” ( http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=655). Nos lo recordaba también esta misma semana Juan Pastor en su fantástico artículo en nuestra “firma invitada” ( http://www.instituteofnext.com/tematiques/index.asp?idm=1&idrev=44&num=50): Esta es la era de la gente creativa.

En Infonomía hemos descubierto decenas de innovaciones. Ya sea en forma de experiencias (nuestros microcasos: http://www.instituteofnext.com/mejorespracticas/archivo.asp), o en forma de personas (nuestro directorio de infonomistas: http://www.instituteofnext.com/directorio).

50 experiencias de personas normales cambiando sus organizaciones

300 personas que aspiran a mejorar, ellos y el mundo

Y al observar todas esas experiencias y personas nos ha parecido empezar a entender cuál es el problema: estas iniciativas forman muchos “mundos pequeños” inconexos entre si ( http://www.instituteofnext.com/leyes/index.asp?id=mundos). Islas de conocimiento, de pasión, o islas de sentido, como nos decía Jordi Nadal hace unos días que eran las librerías de algunos países en Latinoamérica: http://www.instituteofnext.com/tematiques/index.asp?idm=1&idrev=9&num=64). 

Conectar a las personas fuera de sus mundos pequeños: esa es la función última, y el sentido, de una “organización” ( http://cornell-magazine.cornell.edu/Archive/JulyAugust98/JulyWorld.html)

Nos lo comentaba hace unos días justamente Ramon Sangüesa, investigador de la UPC que ha realizado un trabajo sobre las iniciativas innovadoras en Catalunya. Decenas de esfuerzos que no se conectan entre sí, y, por tanto, son más estériles que si fueran organizativamente promiscuas.

Y de aquí el principal aprendizaje. Para que las organizaciones cambien, para que se adecuen a las presiones que se derivan de la competencia extendida a la que nos lleva esta economía, deben conectar a sus innovadores, superar los mundos pequeños en los que están recluidos, para que emerja espontáneamente un nuevo orden. Esa será, de verdad, la nueva economía. Lo que hemos llamado “nueva economía” hasta ahora era un simulacro burdo de lo que va a venir.

Por tanto, después de ocho años, he encontrado al fin el argumento principal de lo que podríamos denominar “Manifiesto Infonomista” (nombre que debo a Juan Francisco Martínez Cerdá: http://www.instituteofnext.com/directorio/fichainfonomista.asp?id=19): es la conexión de las personas las que hace emerger un nuevo estado en las organizaciones, la licuación del conocimiento otrora aislado en mundos pequeños. He aquí la verdadera rentabilidad de la enorme inversión realizada por las organizaciones en tecnologías de la información.

Hacia el Manifiesto Infonomista… 150 años después de otro más conocido…

Siempre lo hemos dicho, aunque quizás de otras formas. La diferencia está ahora en que algunas de las ideas que hemos propuesto en Infonomía están entrando ahora en el “mainstream”, en el “cauce principal” de la discusión en los negocios. En Infonomía hablamos de visualización de la información como antepasados muy primitivos de grandes espacios de nivel internacional como Infovis ( http://www.infovis.net). De e-learning antes de que fuera un mero negocio. De comunidades antes de que las grandes empresas empezaran ni siquiera a conocer el término.

Hoy, estas palabras están entrando en los presupuestos. Porque se intuye que es la forma de hacer emerger, aflorar, el valor acumulado en forma de experiencia y conocimiento. Son el transformador de la “energía potencial” del capital humano (know-how) en “energía cinética” de la rentabilidad (cash flow).

Ahora toca entender la relación entre gestión de la información e innovación.

Algunos retos para los próximos años en nuestro campo:

1) Entender cuáles son las leyes que rigen la buena dinámica de la información en una organización (hemos hecho un primer esfuerzo recopilando 100 leyes en nuestro último libro… al que deberá seguir una interpretación inteligente de las mismas, ¿quizás una tesis doctoral?).

¿Quieres conseguirlo? http://www.instituteofnext.com/textos/libroleyes.asp

2) Entender cuáles son las características comunes de las “buenas” experiencias de innovación de base tecnológica en las organizaciones (seguir, pues, con nuestros microcasos, con la detección de perfiles innovadores).

3) Comprender mejor los factores críticos de éxito de “entes” informacionales complejos como las comunidades prácticas o los “objetos fronterizos” entre las mismas, o como la coordinación entre actividades y procesos en una organización.

4) Dibujar líneas de futuro sobre reingeniería de rutinas y rituales en las organizaciones dirigidas a explotar mejor la información en las mismas (cómo conseguir, por ejemplo, que la gente no nos diga que “no tiene tiempo para leer o aprender” mientras al mismo tiempo malgastan ese recurso en reuniones inútiles y en comidas interminables).

5) Entender mejor cómo caramba aprendemos, personal y colectivamente.

Nos queda pues, mucho trabajo por hacer.

NO estoy hablando de quimeras. En este trayecto de 700 mensajes he conocido y he trabajado con mucha gente normal haciendo cosas extraordinarias, entre la que quiero destacar algunas personas (dejándome a muchas más):

• Gente como Cristina Català, el alma detrás del nuevo Guíame! ( http://www.esade.es/guiame).

• como David Boronat, un talento digital que mueve con fuerza, con Jacobo Alvarez, el “barco” de Multiplica.com ( http://www.multiplica.com).

• como Daniel Calabuig, arriesgado pensador y excelente persona que labra en nuestro país el futuro del marketing, vía “buzz”, con su empresa SeisGrados ( http://www.seisgrados.net/).

• como David Ramon y José Antonio Céspedes, intuitivos e incansables, artífices de U-Company, “the useful company” ( http://www.u-company.com/).

• como Ignacio Zorraquín y Richard Segura, los creativos más capaces, de NomaDesign ( http://www.nomadesign.info/).

Ha sido así como, sin querer, y sin dinero, en el fondo hemos ayudado a que algunas empresas aparecieran… o, al menos, a que se plantearan empezar…

Y he disfrutado de la ayuda de un abnegado (literalmente) equipo interno:

así como de un inimaginablemente preparado equipo externo (nuestros colaboradores):

Mucha gente normal haciendo cosas extraordinarias. Muchas ilusiones en un mismo trayecto. Que sigue…

Como anécdota final, debo decir que este mensaje también ha estado pensado e ideado de una forma especial. A 9000 metros de altura, dentro de un avión. Literalmente en “tierra de nadie”. O debería decir en “aire de nadie”. Porque el nuestro es un proyecto absolutamente transversal e independiente. Es para innovadores, donde estén y a la hora que estén… decimos lo que pensamos, no lo que deberíamos pensar.

Y quizás también está escrito en un avión para dejar todavía más claro que “estamos en las nubes”…

¿Qué me queda, pues, tras ocho años de escritura permanente? Me quedan las personas. Me queda vuestra complicidad…

Y ahora, vayamos hacia el 800…

Alfons Cornella
Infonomia.com

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