Ke!686 ¿Es el crecimiento del PIB relevante? La productividad como llave del futuro.

Ke!686 ¿Es el crecimiento del PIB relevante? La productividad como llave del futuro.

Me ha sorprendido considerablemente el discurso triunfalista que las autoridades económicas del país han esparcido tras los datos del crecimiento del PIB en los últimos meses. No soy economista, aunque frecuentemente me presentan de esta forma. Por tanto, lo que voy a decir a continuación debe ser tomado con cautela. Mi habitual rebeldía me hace preguntar por qué no se nos dice nada de dos parámetros que creo que son mucho más relevantes

 

(Tiempo estimado de lectura: 6 minutos)

No soy economista, aunque frecuentemente me presentan de esta forma. Por tanto, lo que voy a decir a continuación debe ser tomado con cautela. Es sólo sentido común.

Me ha sorprendido considerablemente el discurso triunfalista que las autoridades económicas del país han esparcido tras los datos del crecimiento del PIB en los últimos meses. Se nos dice que nuestra economía «va bien», porque el PIB ha crecido mientras que el de economías más importantes de la Unión Europea ha decrecido (y pueden estar o estarán, por tanto, en recesión).

Llegados aquí, mi habitual rebeldía me hace preguntar por qué no se nos dice nada de dos parámetros que creo que son, desde mi humilde ignorancia económica, mucho más relevantes: la productividad y la innovación. El crecimiento del PIB es un dato importante para el «ahora», pero el incremento de la productividad y la innovación son las garantías de un «futuro». Sin aumento sostenido de la productividad y sin desarrollo de nuestras capacidades innovadoras, no podremos competir.

En este mensaje me atrevo a plantear algunas dudas sobre nuestros avances en productividad, mientras que en el próximo me despacharé a gusto con la innovación en España.

De hecho, la idea de este mensaje surgió cuando encontré, bastante escondida en las páginas de economía de un periódico nacional, una noticia alarmante: «España es el único país de la Unión Europea donde cae la productividad». Sin palabras.

Lo dice la Organización Internacional del Trabajo en un estudio publicado el 1 de septiembre de este año ( http://www.ilo.org/public/english/bureau/inf/pr/2003/40.htm). Mientras que en 1995, la productividad era en España de 41.024 dólares por persona empleada, en 2002 fue de 39.908 dólares por persona empleada. O sea, en el período 1995-2002 la productividad decreció un 2,82%. Eso significa que el promedio anual de «crecimiento» de la productividad fue de -0,4%. ¡Fantástico!

La productividad es una variable esencial. Mide el output generado con un determinado input. En el caso de una empresa, una medida de su productividad es la facturación por empleado. En el caso de un país, se mide el PIB por empleado, o, en otros casos, el PIB por hora trabajada.

El aumento del PIB es fundamental para medir el progreso de un país. Un crecimiento de la productividad significa que cada persona es más eficiente. Justifica mejor su sueldo. El bienestar de una nación depende de que su productividad crezca.

Obviamente, una forma de aumentar la productividad consiste en reducir los costes. Véase lo que está ocurriendo en la industria manufacturera de medio mundo: emigra a países de menor coste. Pero la solución más interesante para un país creo que consiste en producir más con el mismo input: aplicar la tecnología a sacar más rendimiento de las horas empleadas por los trabajadores en su tarea. O sea, en aplicar la inteligencia para utilizar las tecnologías para aumentar la productividad.

Bien. Pues en nuestro caso parece que no le estamos sacando mucho provecho a las inversiones en tecnología. Hemos disminuido nuestra productividad en una década especialmente básica en cuanto a la aplicabilidad de tecnologías de la información al trabajo. De hecho, es muy interesante ver como España está entre los países de la OCDE que ha visto decrecer su ritmo de crecimiento de la productividad en los últimos años, respecto a la década anterior (en el gráfico se muestra el ritmo promedio del crecimiento de la «productividad multifactorial» en los períodos señalados). Curiosamente, somos los campeones de lo que los estudiosos denominaron en su momento la «paradoja de la productividad»: que la productividad no crezca justo cuando hay mejor tecnología.

Sin embargo, en países como Irlanda o Finlandia, el ritmo de crecimiento de la productividad ha aumentado al pasar de la década de los 80 a la de los 90. Dos países muy interesantes, lo sabemos todos, para tener como referencia en este campo.

Algo así ocurre en los Estados Unidos, donde parece que el crecimiento de la productividad es una de las únicas variables que se comportan bien. El crecimiento promedio de la productividad en el período 95-00 fue +2.5%, y en el período 00-03 ha sido de +3.9%. Más aún, en el primer trimestre de 2003 ha sido de +2.1%, y en el segundo un sorprendente +6.8% ( http://data.bls.gov/servlet/SurveyOutputServlet?data_tool=latest_numbers&series_id=PRS85006092).

BusinessWeek, 15/09/03
http://www.businessweek.com/magazine/content/03_37/b3849039.htm

Los norteamericanos parece que sí que están entendiendo cómo sacar provecho a sus enormes inversiones en tecnologías de la información. Así, puede que su economía, en general, no crezca, pero mejoran los resultados de las empresas que están aplicando inteligentemente las tecnologías, en general, y las tecnologías de la información, en particular. Mejoran las buenas empresas, que son las que marcan el vector de futuro del país.

Es muy curioso ver la gran diferencia que hay entre los Estados Unidos y el resto de la OCDE en cuanto a la habilidad de utilizar las tecnologías de la información y comunicación (ICT) en la mejora de la productividad, como muestra el siguiente gráfico.

Los Estados Unidos tienen otro tipo de problema. De hecho, son de los primeros en Occidente en tenerlo: ¿qué hacer con todas las personas que, por su «analfabetismo tecnológico» (o informacional) no pueden ser contratadas por las empresas que buscan empleados susceptibles de ser muy productivos?

No es extraño, en este sentido, lo que ha comentado recientemente Charles Handy en la Harvard Business Review (Agosto 2003). Cuando un país pierde la «parte productiva» de la economía (porque sus fábricas se trasladan a países con menores costes), el crecimiento de la misma se debe esperar del aumento y sofisticación de los servicios de persona a persona, que es lo único «no exportable» (no podemos exportar los servicios de salud, si no trasladamos a toda la población; no puedo enviar a mis hijos por Internet a otro país para que allí los atienda una canguro más barata).

Pero hay otra solución: basar la economía en la innovación, en la «manufactura» avanzada de ideas, y soluciones para la gente y para las empresas.

Parafraseando un lema okupa: «cuando todo está perdido, sólo queda innovar».

En resumen: Deberíamos dar más importancia a la disminución de la productividad que parece haberse producido en España en la última década, en especial si tenemos en cuenta que esta década ha sido la de la explosión de las tecnologías de la información aplicadas a la empresa. O bien nos aplicamos a utilizar las tecnologías para producir más per cápita, o bien nos convertimos en balneario de Europa (servicios a las personas), o bien apostamos por la innovación.

Pero eso lo trataremos la semana que viene…

En cualquier caso, no me hagáis ningún caso: yo no soy economista. En serio.

Alfons Cornella
Infonomia.com

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