Ke!656 – Tecnología calmada: información que no agobia, en el ambiente

Ke!656 – Tecnología calmada: información que no agobia, en el ambiente

Vamos hacia un paradigma tecnológico nuevo. Como proponían John Seely Brown y Mark Weiser en un «profético» artículo de 1996, pasaremos de la situación en que varias personas comparten una máquina (paradigma mainframe), superando después aquella en la que cada persona tiene una máquina (paradigma desktop), a una nueva situación en la que muchas máquinas «comparten a una persona» (paradigma UC: ordenador ubicuo). Una situación en la que nos rodean centenares de sensores, que nos avisan, que actúan de acuerdo con las circunstancias. Mientras tanto, disfrutamos del paradigma «intermedio» de Internet, la red distribuida.

(Tiempo estimado de lectura: 7 minutos)

Este mensaje empieza con una experiencia muy simple. En algunos parkings públicos de Barcelona se ha instalado un sistema que permite al usuario «detectar» de manera muy fácil qué sitios están libres. Cuando uno entra en el parking, le basta con mirar hacia delante para comprobar el «estado» de los sitios: una luz roja situada en el techo, en el punto de cada plaza, indica que ese sitio está ocupado, mientras que una verde señala que está libre. Por tanto, la tarea de localizar una plaza libre queda tremendamente simplificada. (Véase http://www.etra.es/pemblematicos/trafico/parking4.htm).

La verdad es que uno se acostumbra tanto, y tan rápidamente a este sistema, que encuentra inaudito que otros parkings no lo estén usando. Debería ser un requisito de cualquier parking público.

Dándole un poco de vueltas al tema, llego a la conclusión que es este un magnífico ejemplo del tipo de tecnologías que vienen: tecnologías «invisibles» que tienen por objetivo hacernos la vida más fácil. Tecnologías que en lugar de enervarnos aún más (la vida ya es bastante complicada), nos ayudan a calmarnos. Tecnologías que calmen.

La verdad es que estamos rodeados de «tecnologías invisibles». Buscando en la literatura encontramos ejemplos significativos. Uno que citan muchos estudiosos del tema es el de las gafas: quienes las llevamos no nos damos cuenta de que las llevamos. Son fundamentales para nuestra evolución diaria pero están tan imbricadas en nuestras rutinas que no nos apercibimos de que están ahí.

Hay otras «tecnologías» invisibles más sutiles. Algunas complejas, como los cristales de ventanales que se oscurecen cuando el sol aprieta. O los paneles que indican el uso de una sala (véase la propuesta de SteelCase: desde un ordenador central se controla el uso que se ha reservado de las salas de un edificio, de forma que cualquiera que pase por delante sabe si esta libre o no, y a qué horas).

El sistema RoomWizard de SteelCase
http://www.wizardwebsigns.com/

O la propuesta de «espejo mágico» (Magic Mirror) que Ideo pensó para las tiendas de Prada, para permitir al cliente ver como le quedaba una prenda en la espalda sin tener que contorsionarse delante de un espejo convencional (véase http://www.ideo.com/case_studies/prada.asp?x=5).

No debemos, sin embargo, pensar que sólo se trata de propuestas de base tecnológica. El olor del café en una oficina es una «tecnología» muy eficiente que indica, sin necesidad de agobiarnos enviándonos más información, sino de manera «calmada», que es, quizás, la hora de un breve descanso, y que alguien está, posiblemente, dispuesto a socializar. Podemos enviar un correo electrónico proponiendo tomar un café, o, más sutilmente, podemos enviar «ondas olfativas» a través del espacio para que el interlocutor se entere de nuestra propuesta.

Necesitamos más y más tecnologías que nos ayuden a reducir el stress. He visto ya en las estaciones de metro de Barcelona como se indica cuanto tiempo tardará en llegar el próximo convoy (algo que hace décadas ya veíamos en el «tube», el metro, de Londres). Incluso veo que el sistema se está implantando en algunas paradas de autobuses. Más aún, se está probando un sistema que avisa al peatón de cuantos segundos debe esperar para que su semáforo se ponga verde. O, en otro orden, veo también como a la salida del metro, la señalética ya indica en qué dirección debes ir en el andén para coger tal o cual autobús. Tecnologías simples, muchas veces de visualización de información, que intentan hacernos la vida diaria más fácil.

En otras ocasiones ya he hablado de tecnologías emergentes que tienen por objetivo informar del estado de un producto, para ayudarnos a decidir si podemos usarlo o no. Uno de los ejemplos que he citado a menudo es el de la propuesta de maquinillas de afeitar que informan del estado de la hoja: cuando ésta huele fuertemente a limón es que la capa de protección del acero ya se ha erosionado .

(véase http://abcnews.go.com/sections/science/DailyNews/lemonrazors000508.html).

Otro ejemplo es el de productos que cambian su aspecto exterior de acuerdo con la temperatura. Ideo nos hacía unas propuestas muy atractivas al respecto (véase la imagen). Piénsese también en las etiquetas que cambian de color cuando han cambiado las condiciones ambientales, por ejemplo cuando se ha roto la cadena del frío en un frigorífico. En ambos casos, el «aspecto» del producto informa sobre su “estado”.

Hay propuestas más audaces, como el de «etiquetas que hablan» (por ejemplo, las de EnvisionAmerica, http://www.envisionamerica.com, de utilidad para gente con problemas visuales) o el «papel con energía» de PowerPaper ( http://www.powerpaper.com), que permitirá la ejecución de «acciones almacenadas» sobre una hoja de papel (por ejemplo, una etiqueta que mide temperaturas) gracias a qué hay, literalmente, impresa una batería (un cátodo y un ánodo) sobre el papel.

Hay también teléfonos móviles que ya permiten asignar una sintonía a la recepción de determinadas llamadas: que suene de una determinada forma cuando te llama alguien a quien quieres dar prioridad de respuesta.

Más aún, David Ramon comentaba en un reciente Herramientas Utiles ( http://www.instituteofnext.com/nettools/nettools41.asp) los productos de Ambient Devices ( http://www.ambientdevices.com). Por ejemplo, el AmbientOrb ( http://www.ambientdevices.com/cat/applications.html) es una luz cuyo color cambia según la evolución de «tus» acciones en la Bolsa: que suben, verde, que bajan, rojo. Así, sin tener que «estar pendiente» todo el rato de las fuentes de información sobre cotizaciones en la Bolsa, tienes esa información en tu «periferia», puedes estar haciendo otra cosa, pero puedes reaccionar cuando la luz te indica que hay un “cambio significativo” en tus valores.

Ambient Devices propone más trastos «calmados»: un bolígrafo que te avisa de cuando debes tomar tu medicación, un molinillo de viento que avisa de cuando te ha llegado correo electrónico (no sé si te avisa de si ha llegado uno concreto, o de alguien en concreto, pero debería hacerlo).

La idea de Ambient Devices es que los datos de entrada son convertidos en una señal analógica que atraiga la atención del usuario cuando hay un cambio.

Ideo pensó en su momento un instrumento, al que llamaron «kiss communicator», cuya función era enviar besos a alguien que quieres.

Kiss communicator de Ideo (1999)

Todo esto es ya posible gracias a que tenemos «cheap chips», o sea, a la ley de Moore ( http://www.instituteofnext.com/leyes/moore.asp), y más concretamente a su derivada, la de Grosch ( http://www.instituteofnext.com/leyes/grosch.asp), que señala la implacable disminución del precio de los componentes electrónicos a pesar de que aumenta progresivamente su capacidad. Novedades en las etiquetas de radiofrecuencia (RFID), y en sus sucesoras, las PENI (product emmiting numbering identification), por ejemplo, cambiarán drásticamente la manera en que nos relacionamos con productos. Sensores por todas partes.

Vamos, por tanto, hace un paradigma tecnológico nuevo. Como proponían en 1996, en un «profético» artículo («The coming age of calm technology», http://www.ubiq.com/hypertext/weiser/acmfuture2endnote.htm) John Seely Brown y Mark Weiser, ambos del Xerox PARC, pasaremos de la situación en que varias personas comparten una máquina (paradigma mainframe), superando después aquella en la que cada persona tiene una máquina (paradigma desktop), a una nueva situación en la que muchas máquinas “comparten a una persona” (paradigma UC: ordenador ubicuo). Una situación en la que nos rodean centenares de sensores, que nos avisan, que actúan de acuerdo con las circunstancias. Mientras tanto, disfrutamos del paradigma “intermedio”” de Internet, la red distribuida.


Seely Brown & Weiser, 1996

Seely Brown y Weiser avisaban, sin embargo, en su artículo, de que para que esto no fuera agobiante, era imprescindible que estas tecnologías no interfirieran constantemente con nuestra actividad. Ellos proponían que estuvieran en la «periferia» de la misma. La idea es que nos podamos centrar en lo que hacemos en un determinado momento (el «centro» de nuestra atención), pero que tengamos cerca una cierta información ambiental (la «periferia» de nuestra atención), de manera que cuando se produzca un cambio significativo en esta última nos demos rápidamente cuenta. El ejemplo de la luz cuyo color cambia de acuerdo con el comportamiento de la Bolsa es una «realización» concreta, unos años después, de la idea de Seely Brown y Weiser.

Ellos ponían como ejemplo una tecnología ambiental muy simple: las paredes de cristal en una oficina. Uno puede estar trabajando dentro de la oficina en lo que sea, centrando su atención en ello, pero cuando algo ocurre fuera de la misma, por ejemplo cuando hay un revuelo o cuando todos se van a comer, te enteras fácilmente.

Donald Norman propone que debemos avanzar en esta dirección del «ordenador invisible» (véase su libro The invisible computer, http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0262640414/infonomia), uno que no se note. La idea es que «el mejor programa de ordenador es aquel en el que el ordenador desaparece y el usuario tiene la impresión de que está trabajando directamente en su problema». O sea, una tecnología invisible, donde no eres consciente de la herramienta que estás usando, sino sólo del problema en el que estás trabajando.

Un ordenador como unas gafas: las usas, son imprescindibles, pero no las notas.

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