Ke!649 – Individualismo, movilización, y/o empresas para combatir la cultura del pesimismo

Ke!649 – Individualismo, movilización, y/o empresas para combatir la cultura del pesimismo

En un momento en el que las empresas «siguen» a sus mercados al minuto («the now economy»), las instituciones tardan meses en «sintonizar» (no hay una «now politics», para bien o para mal). Aunque sólo sea porque las elecciones no son cada día.

La responsabilidad de las empresas es, pues, en estos momentos crucial. No sólo deben demostrar que siendo honradas pueden fructificar sino que deben mostrar con sus acciones y experiencias el camino a seguir a otro tipo de organizaciones, más lentas, con más inercia en sus transformaciones.

Si saben aprovecharlo bien, las empresas tienen hoy una oportunidad para transformar a mejor la sociedad…

(Tiempo estimado de lectura: 10 minutos)

PARA PENSAR:

La verdad: leer los periódicos se está convirtiendo en un ejercicio desagradable. Y no porque estén mal escritos, que cada día lo están mejor. Sino porque a una noticia desagradable le sigue otra peor. Uno no sabe si es que el mundo va en realidad tan mal, o que hemos desarrollado una enfermiza atracción por lo negativo. Es lo que algunos han denominado, creo que con bastante acierto, «cultura del pesimismo».

La parte principal de la portada de hoy 06/11/02 de ElPaís, edición digital: una sóla nota positiva

En mi opinión hay algo más. Creo que hay una fuerte componente ideológica en todo este pesimismo. Creo que quienes llevan hoy el control del mundo son los amantes de «lo pasado», los que glorifican «lo anterior». Han tomado el relevo a los amantes del futuro, que dominaron el mundo durante los últimos diez años, y que se estrellaron porque utopizaron «lo que venía». Al crash que ayudaron a generar le ha seguido una vuelta a lo pasado, que, lamentablemente, no era necesariamente mejor.

En mi opinión no es una casualidad que este cambio profundo en el ethos mundial haya corrido paralelo a cambios en los poderes políticos. No me importa el signo de quien mande, de verdad. Pero si que me importa, y mucho, su actitud frente al futuro: cree el gobernante que su trabajo consiste en conseguir un mundo mejor, más justo, más solidario, o cree sólo que hay que conservar el status quo dominante, sea quien sea el que lo ocupe? Está dispuesto el gobernante a dialogar, o quiere imponer sus criterios por decreto, o peor, como se está demostrando últimanente, a través de las armas? ¿Está dispuesto aceptar que todo es negociable, o, al contrario, cree que todo es inamovible?

Bueno, obviamente, no es mi objetivo meterme a discutir sobre estos temas con profundidad, aunque me entren ganas de hacerlo. Sino que lo he utilizado como entrada para comentar algunas tendencias que creo evidentes, y que convergen en un movimiento profundo de la sociedad: frente a una serie de acontecimientos negativos, cada vez a mayor escala, verdaderamente global, que ponen literalmente en peligro nuestras vidas a diario (puede haber un atentado en nuestra esquina, mañana), en cualquier lugar, acontecimientos que no podemos controlar personalmente de ninguna forma, y para cuyo control debemos abdicar en instituciones que no sabemos si funcionaran (creo detectar una creciente falta de sintonía entre las instituciones y la sociedad civil), la gente empieza a reaccionar de dos maneras bien distintas: individualismo de caparazón y movilización desde abajo.

Lo comentaba en un interesante artículo Eugenia de la Torrriente, en ElPaís Semanal de hace unas semanas, al hilo de las ideas del «cazador de tendencias» Carl C. Rohde: «(puesto que mucha gente opina que) no se puede confiar en los Gobiernos ni en las multinacionales tenemos que hacer algo por nuestra cuenta».

Parece que no haya nada nuevo bajo el Sol. Se diría que estas dos actitudes (individualismo y movilización) son «las de siempre». En efecto, una parte de la sociedad ha decidido, si se quiere decir así, dejar de leer periódicos. O, más concretamente, alejarse de la cultura del pesimismo y centrarse en crear un caparazón protector, ya sea a través de una obsesión por simplemente ganar dinero y desentenderse del mundo, o mediante la construcción de un entorno positivo «virtual» que «filtre el polvo molesto».

Un dato interesante al respecto, publicado hace unas semanas en un artículo que pasó desapercido para muchos (no por nosotros, claro está; The Economist 21/09/02, p63). Mientras que las publicaciones en papel, en general, han experimentando un año durísimo en cuanto a la disponibilidad de anunciantes, cosa que ha generado una cierta crisis en el sector prensa (en especial, en el subsector de prensa económica y profesional), el número de Septiembre de la versión norteamericana de la revista Vogue tenía el impresionante número de 750 páginas. El primer artículo no aparece hasta la página 206. Y el caso de Vogue se nos dice que no es único.

Más aun, a la vista de la salida de nuevas cabeceras al mercado español, se diría que este segmento de la prensa, el dedicado a la moda, o a la mujer, como dicen, va viento en popa. Pero el articulista de The Economist nos daba una pista muy interesante: puede que los anunciantes estén simplemente evitando que sus mensajes queden junto a noticias negativas, lo que desmonta una parte considerable de su interés comunicativo. Así, para determinados anunciantes resulta más eficiente aparecer en revistas de moda, tendencias, mujer, jóvenes, arte, música, historia, o lo que sea, que en periódicos generales o en revistas económicas.

El refugio de las noticias positivas puede ser una mina. En una época en que el mundo está que arde, uno puede construirse un caparazón protector a base, por ejemplo, de redescubrir la naturaleza, el arte o la historia, o el deporte, de cuidarse más físicamente (hay colas en los gimnasios), de interesarse por aprender y labrarse más oportunidades (las escuelas de negocios han batido records de solicitudes este año: dado que la economía está fatal, aprovechemos para ponernos al día), de conocer mejor tu entorno próximo (redescubrir tu geografía local), etc. Para todo esto hay y habrá más y más publicaciones. La gente lo pedirá como simple terapia para mantenerse en pie.

Algunas muestras leídas en los medios durante las últimas semanas de inicaitivas para «impulsar lo positivo», «para transformar a partir de la inspiración en la vida real»:

1) La ciudad de Florencia ( http://www.comune.firenze.it/) ha establecido un programa para premiar a los «buenos ciudadanos». Algo que ya comentamos como obvio hace unos meses en nuestro seminario sobre «Administración e Internet» (que, por cierto, realizamos próximamente en Zaragoza: http://www.ayto-zaragoza.es/seminario). La idea es que se reconozca, y premie, el comportamiento cívico, algo que debería ser normal, pero que en momentos de tendencia al caparazón individualista debe subrayarse.

2) Los operadores telefónicos insisten en el mensaje de socialización, especialmente entre jóvenes. Sus anuncios son una fuente de mensajes positivos. Sirvan como ejemplo los de Vodafone ( http://live.vodafone.es) o Amena en España: comunícate con tu grupo de amigos (una pequeña variacion del caparazón individualista al fin y al cabo). Más aún, hazlo a través de mensajes e imágenes, «y por supuesto, también puedes llamar».

3) El Corte Inglés lanza junto con Clinique (o al revés) la promoción «qué me pongo?», «una sesión de belleza personalizada». En tiempos de crisis, invierte en ti… Una idea que me resulta familiar, porque se de quién en su momento optó por pedir el dominio «quemepongo.com», y qué empresa de moda no entendió el planteamiento que se le hacía… Y va en la línea de lo que ya habíamos leído: tras el 11S, en un entorno de pesimismo, empresas de cosméticos hacían su agosto vendiendo pintalabios, como nunca.

Clinique.com

4) Son cada día más los sitios en los que se nos piden ideas, sugerencias, para hacer mejor las cosas. Llaman a la participación «desde abajo», proponiendo un bypass a las instituciones. Lo hacen partidos políticos ( http://www.ituqueopines.org/), ayuntamientos ( http://www.madrid2012.es/espanol/noticias_evnetos/ pagina4_184noticiaquelefaltamadridfundacionnuevosiglo04-06-02.htm), e incluso empresas…

En este orden de cosas, parece que está emergiendo una tendencia hacia una cierta organización espontánea de la sociedad, evidenciada en el comportamiento de individuos que no esperan a que alguien resuelva los problemas importantes, quizás porque no son resolubles. Y, sin esperar a que ello ocurra, prefieren centrarse en su «mundo pequeño», en lo local, que empieza por uno mismo, por los amigos, por su empresa y por su barrio. Ello tiene un punto positivo, porque hace que exista una cierta movilización social, pero también tiene su punto negativo, porque una parte de la población se decide por buscar un caparazón duro que le permita desentenderse del exterior: meterse en el caparazón y esperar a que la tormenta pase.

Mientras tanto, y muy curiosamente, es sorprendente ver como una parte de la renovación de la sociedad que cabría esperar en estos momentos de las instituciones viene de la empresa. Estamos viviendo momentos muy duros en las organizaciones, donde se ha bajado de golpe al suelo desde las nubes más altas. Y es justo en estos momentos donde se vuelve a lo mejor de lo básico (ya lo comentamos en http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=643) hibridándolo con lo mejor de lo nuevo. Lo importante es que, en este proceso, y aunque no nos lo parezca, en las empresas nos estamos atreviendo a poner en cuestión cosas en otro momento inamovibles. Es una especie de «subconsciente» grupal de las organizaciones, que va haciendo su trabajo, lenta pero imparablemente.

Así, me resulta fascinante ver el tipo de preguntas de calado estratégico se están haciendo las empresas. Por ejemplo,

1) IBM ha lanzado toda la inercia de su organización hacia el concepto del e-business como «utility» (en la línea de lo comentado en nuestro reciente artículo sobre el Grid: proponen un futuro de servicios para las empresas descargables de manera tan simple como lo es hoy el consumo eléctrico a través de enchufe, con unos costes totalmente variables… una revolución en el concepto y en el modelo de negocio correspondiente; léase su «declaración» sobre el «e-business on-demand» en http://www-3.ibm.com/e-business/doc/content/feature/offers/Manifesto.pdf). Es este un cambio drástico, que, si se cumple, tendrá importantes consecuencias en la productividad de las empresas. Será, quizás, la nueva fuente de productividad para el próximo decenio… Y lo están pensando hoy.

2) Al parecer, las consultoras más «calientes» en Occidente son hoy aquellas que ayudan a las empresas a sacar mejor rendimiento de sus inversiones en tecnologías de la información, ya sea para alargar su vida útil o para sacar mayor provecho, mediante mejor software, a su hardware. Véase la historia en http://www.businessweek.com/magazine/content/02_45/b3807054.htm. Es la idea del reciclaje y reuso aplicado a las tecnologías. Lo más sorprendente: estas empresas proponen no cobrar si no consiguen sus objetivos. Un verdadero cambio en el planteamiento de muchos trabajos de consultoría… como ironizaban sardónicamente en Despair.com. Y lo están haciendo hoy.

3) Empresas gigantes como General Motors están redefiniendo su «función creatividad», a través de pequeñas unidades, muy tecnificadas, conectadas con talento en todo el mundo, con el objetivo de reducir drásticamente el tiempo que transcurre entre la «invención» de un nuevo modelo y su «salida» de fábrica hacia el mercado. Lo explican soberbiamente en un artículo (de pago, como lo bueno) en el Technology Review de este mes ( http://www.technologyreview.com/articles/rifkin1002.asp). GM ha creado su «Advanced Design Studio» para darle la vuelta a la forma en que diseñan un nuevo automóvil. Con ello han conseguido reducir de 4 años a 18 meses el tiempo necesario para sacar un vehículo al mercado. Más aún, el gigante cumple este objetivo, un modelo nuevo en la calle, cada 23 días. Velocidad que se consigue gracias a una apuesta masiva por la simulación. Y a contratar para este trabajo a talento que antes trabajaba en la industria cinematográfica o en el diseño de videojuegos. Y lo están haciendo hoy.

4) El tiempo está demostrando lo qué funciona y lo que no. El algunos casos, la respuesta depende enormemente de las capacidades de una organización en concreto. Así, en la venta de ropa por Internet, unos pocos están teniendo éxito, como Land’s End (una de las páginas preferidas, por su estructura y sencillez), pero, en general, la mayoría de fabricantes de ropa quizás acaben utilizando la Red como un mecanismo para deshacerse del inventario (un «outlet» digital, mucho más barato de mantener y renovar que uno físico). Sólo una organización tan tremendamente pragmática como una empresa (donde manda la cuenta de resultados) puede tomar una decisión así: si esto es lo que el mercado quiere, que así sea… independientemente de lo que yo querría que fuera. Y lo están haciendo hoy.

Que contraste: en un momento en el que las empresas «siguen» a sus mercados al minuto («the now economy», http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=617), las instituciones tardan meses en «sintonizar» (no hay una «now politics», para bien o para mal). Aunque sólo sea porque las elecciones no son cada día.

La responsabilidad de las empresas es, pues, en estos momentos crucial. No sólo deben demostrar que sólo siendo honradas pueden fructificar (la ética en la empresa se ha puesto de moda, de repente, como nos comentaba hace unos días nuestro experto sobre el tema en Infonomía, Josep Maria Lozano, http://www.instituteofnext.com/aplicada/ficha.asp?id=10) sino que deben mostrar con sus acciones y experiencias el camino a seguir a otro tipo de organizaciones, más lentas, con más inercia en sus transformaciones.

Si saben aprovecharlo bien, las empresas tienen hoy una oportunidad para transformar a mejor la sociedad. O, si caen en la trampa de la avaricia («greed»), para acabar hundiéndonos a todos en el espejismo del dinero. Una decisión que sólo grandes hombres y mujeres pueden, y deben, tomar. Vosotros/as entre ellos.

No puedo acabar hoy mejor. Handy, el inteligente Charles Handy, estuvo hace unos días en Barcelona. Y hoy es entrevistado por Lluís Amiguet en La Contra de La Vanguardia ( http://www.lavanguardia.es/web/20021106/70773474.html), un «must» para los lectores inquietos de Barcelona. En esta breve pero intensa entrevista, Handy nos recuerda: «Pensaba que mi vida debía consistir en ganar dinero. Más dinero, más poder, más éxito… y pensaba que más felicidad. Pero mi padre me dio en el día de su funeral una enorme lección: yo estaba en la mitad de mi vida, pero si no quería perderla del todo debía hacer algo en lo que realmente creyera…»

De lectura obligatoria, de verdad…

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