Ke!647 – De la avaricia a la malla, pasando por la confianza

Ke!647 – De la avaricia a la malla, pasando por la confianza

Internet no es sinónimo de avaricia («greed»). No todo el mundo se lanzó a este campo para retirarse gracias a la confianza de otros. La idea básica del «grid» (la malla…) es sacar el máximo partido de la capacidad distribuida de la Red. Mientras es imaginable que en pocos años una malla de máquinas compartan sus recursos de cálculo, opino que estamos algo más lejos de conseguir que la «red de personas» y la «red de empresas» funcionen igual. Porque entre las personas y las empresas hay un componente previo imprescindible para «conectarse» en el aprovechamiento de recursos: confianza.

(Tiempo estimado de lectura: 10 minutos)

PARA PENSAR:

Cualquiera que esté un poco al día sobre lo que ocurre en la «economía digital» se habrá dado cuenta de que hay dos términos que han aparecido con frecuencia en la «literatura» reciente en este campo. Cuando se usan los correspondientes términos ingleses, se trata, además, de dos palabras muy parecidas. Incluso cuando las pronuncian los latinos parecen la misma. Es quizás una de aquellas casualidades desveladoras que «nos suenen igual». O quizás es que no queremos enterarnos de lo que viene…

Los términos en cuestión son «greed» (avaricia) y «grid» (malla o parrilla):

· «Greed» se utiliza para describir la ambición desmesurada de los que veían en «lo digital» una forma de crear valor «de la nada», sin poner encima nada en ello para que saliera «algo»; ejemplos máximos, Enron y quizás WorldCom.

· «Grid» se emplea para denominar la «segunda derivada» de Internet, o sea, para dar nombre a la red de capacidad de cálculo a la que uno podrá enchufarse para llevar a cabo computaciones complejas. Es la Internet que viene, y quizás uno de los mejores ejemplos sean el TeraGrid norteamericano ( http://www.teragrid.org) y el European Data Grid ( http://eu-datagrid.web.cern.ch/eu-datagrid).

Seguramente el lector, si es latino, las pronunciará igual. Es lógico, pues aunque una de ellas (greed) contiene un sonido vocal parecido a uno nuestro («ee»=i), en el segundo caso (grid) hay un sonido vocal que no utilizamos (la «i» suena aquí más fuerte que nuestra i). En fin, para ver la diferencia sonora, acúdase al Merrian Webster y escúchese:

· Pronunciación de «greed» http://www.m-w.com/cgi-bin/audio.pl?greed001.wav=greed

· Pronunciación de «grid» http://www.m-w.com/cgi-bin/audio.pl?greed001.wav=grid

En fin, que no son lo mismo. El mensaje subliminal es que Internet no es sinónimo de avaricia. Que no todo el mundo se lanzó a a este campo para retirarse gracias a la confianza de otros. Aunque en nuestras latitudes quizás no queramos comprenderlo: las dos palabras en cuestión nos suenan igual…

Greed (avaricia)

Internet ha dejado una historia de gente impresentable que pretendía «hacerse rica sin generar beneficios». O sea, que perseguía captar recursos sin que quedara claro cómo iban a producir un retorno. Obviamente, como ya lo dice la sabiduría popular, acabó pasando que «la avaricia rompió el saco».

Pero la verdad es que esa avaricia no es exclusiva de iniciativas digitales. Hay, ha habido, y habrá, una especie de «fiebre por lo grande», por ser más y mayor, más potente, superior al otro, con la presunción de que esa es la mejor forma de «crear valor». No voy a abogar ahora por el cuasi-romántico «small is beautiful», aunque Jordi Nadal nos recordaba hace pocos mensajes que en algunos sectores, como el editorial, se habla con insistencia sobre la vuelta a empresas más pequeñas, más manejables, más ágiles ( http://www.instituteofnext.com/tematiques/index.asp?idm=1&idrev=9&num=48).

Una de las formas en que el mito de lo grande se hace presente puede verse en la «fiebre por las fusiones» que nos ha acompañado durante los 90, en especial a finales de la década. Parecía que la unión de entidades afloraba «sinergias» que arrastraban automáticamente la cuenta de resultados hacia un mayor beneficio.

Pero, pasado ya un tiempo, sin embargo, parece que la mayoría de fusiones realizadas en ese tiempo en realidad «destruyeron valor» para los accionistas, o sea, el valor de la acción cayó tras la fusión (se explica en un estudio realizado para Business Week publicado en su número de 14/10/02, p72).

Entre las razones que se citan de la destrucción de valor encontramos que el comprador pagó demasiado por su adquisición (en las «fusiones» hay alguien que «funde» y alguien que «es fundido», desengañémosnos), y que, al «conectar» las personas, los procesos y las prácticas de las empresas se evidenció que los ahorros previsibles en forma de sinergias se habían sobreestimado, y que la integración de sistemas había sido, en muchos casos, un calvario.

En otro orden de cosas, la sombra de la avaricia (greed) también se ve en los escandalosos sueldos de los “grandes” directivos de algunas multinacionales. Las diferencia entre sus sueldos y los de los mortales es, por no decir algo peor, insultante. Pero puede que su mito también esté acabando.

Así, en el artículo “The Curse of the Superstar CEO”, publicado en la Harvard Business Review de septiembre de 2002, Rakesh Khurana nos explica que la obsesión de algunas empresas por “fichar” un super CEO (con sueldo extra-galáctico, obviamente), frente a la opción de promocionar alguien de la propia cantera, puede, en el fondo, no ser una gran idea. Alguien que ha funcionado en una empresa no tiene por qué funcionar en otra.

La metáfora que a mi se me ocurre es que un CEO “trasplantado” desde una empresa a otra no tiene por qué funcionar necesariamente. Es como si las empresas desarrollaran sus “anti-cuerpos”, como instrumento para protegerse de quien, venido desde fuera, pretenda vulnerar la cultura o el orden social, por la fuerza. Las organizaciones movilizan su capital social para desarticular un cambio no pactado.

Sobreviviría una vaca en el Polo?

Es curioso, pero cuando comenté esta idea a un par de mentes brillantes con las que tuve el gusto de comer (hablando, claro está, de un futuro mejor), salió como otra posible prueba de este hecho lo que ocurre en ocasiones con los super-jugadores de fútbol: estrellas en un equipo pueden marcar un solo gol en la siguiente temporada en el equipo que lo “compra” por una cantidad insultante.

Ante esta situación donde algunos han querido imponer la avaricia, tocan vientos de volver a ensalzar al buen directivo. Los expertos en ética empresarial parece que tienen más trabajo que nunca. Otra muestra la tenemos en un artículo recopilatorio sobre “buenos” directivos (The good CEO) publicado hace unas semanas (Business Week 23/09/02). Se presentaban personas con cargos de dirección relevantes, que no estaban saliendo en las “páginas de sucesos” de los periódicos. O sea, personas honradas.

Unas semanas después, pude leer en las cartas de los lectores de la revista, la aportación de una tal Namieta Agarwal, de Yakarta. Para ella, los factores comunes entre esos buenos directivos eran tres: habían tenido una buena educación, habían comenzado “desde abajo” y habían ido creciendo paulatinamente, y, finalmente, parecían tener vidas familiares estables.

Punto final, pues, a la era del “greed” (avaricia)?

Sólo se me ocurre decir que, como siempre, el mundo seguirá dividido entre los que les mueve el poder (el dinero) y los que les mueve encontrar un sentido a todo esto.

Mi posición? Ya lo he explicado en otras ocasiones. Cuando hace unos años algún posible socio me preguntó si la aventura en la nos podíamos sumergir “nos iba a hacer ricos”, mi sistema metabólico más profundo me hizo responder, sin pensarlo, “ricos en qué?”.

Grid (malla, parrilla)

La otra palabra que hoy comentamos es, por suerte, mucho más positiva. Es la palabra, nos dicen, con más futuro en la red. La siguiente generación de tecnología Internet.

La idea básica del Grid (la malla…) es sacar el máximo partido de la capacidad distribuida de la Red. Por ahora, se trata de conectar las máquinas del circuito científico mundial, con el fin de poder hacer cálculos complejos a partir de la capacidad libre en un determinado momento.

El término utilizado, Grid, no es casual. El parecido de esta “malla” de capacidad de cálculo con la malla del sistema eléctrico es evidente: simplemente al enchufar tienes “energía”, sin que te deba preocupar quien la produce, quien la distribuye. Pues algo parecido, pero en términos de capacidad de cálculo, nos prometen los desarrolladores del Grid.

De poner los cables…

a tener todos los “servicios” (energía, comunicación, cálculo) en la pared…

Así, si empezamos Internet con cables (conectar físicamente las redes existentes), para pasar después a conectar documentos (el Web), ahora se trata de conectar la capacidad de cálculo. Un “miembro” de la red dispondrá así de recursos informáticos distribuidos, cuando los necesite.

A nadie se le escapa que ésto puede ser de mucha utilidad para la comunidad científica. No es de extrañar que, entre los proyectos Grid que más suenan estén el TeraGrid norteamericano y el European Data Grid ya citados al principio. Hay algunos más. Un buen artículo al respecto lo podéis encontrar en el Technology Review de mayo 2002 (Grid computing, p 31).

Pero algo que nace ahora en el campo de lo científico, puede muy bien extenderse a las “redes de personas” y a las “redes de empresas” (a través de la generalización del concepto peer-to-peer, P2P, que Napster inició).

Ya lo hemos contado antes. Hay decenas de proyectos de informática distribuida en el mundo. En ellos, se persigue un objetivo complejo, lo que requiere de gran capacidad de cálculo. Para conseguirla, se propone la participación de centenares, o miles, de máquinas individuales, que aportan su “voluntarismo” (mejor dicho, el de sus dueños) para la consecución del objetivo final.

Véase los casos de la búsqueda de señales espaciales inteligentes (a través de la búsqueda de patrones en los datos registrados por grandes radiotelescopios), que lleva a cabo el proyecto Seti@home ( http://setiathome.ssl.berkeley.edu), que anunció el pasado 2 de octubre que ya se habían “apuntado” al proyecto cuatro millones de personas, “distribuidas” por todo el mundo.

Lo mismo se está haciendo en el campo de la investigación contra el cáncer (pruebas simuladas del comportamiento de nuevas moléculas), o en la búsqueda de soluciones contra el Sida.

Aunque a mi siempre me gusta explicar el ejemplo de la “aventura” de la búsqueda de los números primos de Mersenne (véase http://www.mersenne.org). Un ejemplo de cómo miles de máquinas pueden “dividirse el trabajo”, estar alineadas en un mismo objetivo, y finalmente conseguirlo.

http://www.mersenne.org

Se puede aprender más en lugares como Distributed.net ( http://www.distributed.net), donde afirman que han conseguido una “red” (grid) de potencia comparable a “160.000 ordenadores PII 266Mhz trabajando 24 horas al día, los 7 días de la semana, 365 días al año”.

Más en empresas especializadas en software colaborativo como CollabNet ( http://www.collab.net), o Entropía ( http://www.entropia.com). En esta última hay un documento interesante para entender lo que es el «pc grid computing» ( http://www.entropia.com/what_is_pc_grid.asp).

Finalmente, hay que citar que se nos promenten avances significativos en la manera de sacar rendimiento a nuestras máquinas, en un mundo en el que “todo estará conectado con todo”. Véase, por ejemplo, la iniciativa JXTA ( http://www.jxta.org), liderada por Bill Joy, un historico de la informatica, jefe cientifico y cofundador de Sun (se le entrevistaba sobre este tema en The Economist de 21/09/02, Technology Quarterly, p27).

Mientras es esperable, e imaginable, que veamos en pocos años una malla de máquinas compartiendo sus recursos de cálculo, opino que estamos algo más lejos de conseguir que la “red de personas” y la “red de empresas” funcionen igual.

Porque entre las personas y las empresas hay un componente previo imprescindible para “conectarse” en el aprovechamiento de recursos: confianza.

Y ha sido realmente muy curioso que en los últimos días me he tropezado (Economist 21/09/02, Technology Quarterly p10) con un estudio llevado a cabo por investigadores de IBM, en el que se afirma que hay una relación (conexión estadística) entre la confianza de la gente y el avance (adopción) de Internet por parte de la ciudadanía. Concretamente, el estudio muestra que en aquellos países en los que la gente confía más en la otra gente, el número de personas conectadas a la red es mayor. Obviamente, no se puede deducir de esto una “relación de causalidad”. Simplemente se señala que hay una correlación estadística fuerte entre ambas colecciones de datos.

Más en el estudio original: Claudia Keser, Jonathan Leland, Jason Shachat, and Hai Huang. Trust, the Internet, and the digital divide. Research Report RC22511 (# W0207-024), IBM Research, July 2002.

http://domino.watson.ibm.com/library/cyberdig.nsf/1e4115aea78b6 e7c85256b360066f0d4/70ef5d97cb09aafe85256bf700625d6c?OpenDocument&Highlight=0,RC22511

La conexión entre las personas y las empresas requerirá, creo, un elevado nivel de confianza (y quizás también una base legal nueva). Cuando se consiga, la relación entre las personas y las empresas, a través del paradigma P2P, creará nuevas oportunidades. En algunos países, aquellos con mayor “capital social” de confianza, quizás llegará antes, como ya les ha llegado, nos indica el estudio citado de IBM, la utilización extensiva de Internet por parte de la población.

En otros, como otras ideas potentes anteriores, llevará más tiempo:

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