Ke!629 – ¿Por qué la Encyclopaedia Britannica vuelve a editarse en papel?

Ke!629 – ¿Por qué la Encyclopaedia Britannica vuelve a editarse en papel?

¿Cuáles han sido los acontecimientos más significativos que han ocurrido en el último año en el sector editorial?

La Encyclopedia Britannica vuelve a publicarse en papel. El “paquete” que nos venden es el CD, la enciclopedia, y el acceso online. Distintas situaciones de los lectores, distintas versiones de los productos.
Otro cambio interesante en la industria: trabajar para el autor, como la revista Zoetrope de Francis Ford Coppola. Los autores no son retribuidos, pero el interés por ambas partes se deriva de que si el texto resulta escogido por algún guionista cinematográfico, Zoetrope retiene un porcentaje de los derechos.
Más ideas: esparcir en digital para vender en papel, crear espacios para lectores…

(Tiempo estimado de lectura: 8 minutos)

PARA PENSAR:

Escribo este artículo en el contexto del Aula de Infonomía dedicada a “Internet y el sector editorial” que hemos llevado a cabo estos días ( http://www.instituteofnext.com/aula/editorial.asp). Para prepararla me he preguntado cuáles han sido los acontecimientos más significativos que han ocurrido en el último año en el sector. Lo que sigue es una reflexión sobre algunos de ellos, según mi parecer.

Distintas situaciones de los lectores, distintas versiones de los productos

¿El hecho más significativo? Pues el que se deriva de una noticia tremendamente simple: la Encyclopaedia Britannica ( http://www.eb.com) vuelve a publicarse en papel. Tras unos años en que se anunciaba el “fin del sentido” de un “objeto” físico de gran peso y elevado coste de re-producción (frente a su homólogo en CD-rom), ahora resulta que hay “situaciones” concretas en las que tiene más sentido disponer de la enciclopedia en papel. Lo dice el lema escogido para el lanzamiento de la nueva edición (2002): “Turn Any Home or Office Library into a One-Stop Reference Center”

De hecho, el “paquete” que nos venden es el CD, la enciclopedia, y el acceso online. Porque cada “versión” responde a una situación distinta: para “buscar” es útil la enciclopedia en CD-ROM, para “leer” es, hoy por hoy, más eficiente utilizar la versión en papel, y para “actualizar” la versión online es ideal. Dicho de otra forma, la EB lo que nos ofrece es evitarnos tener que imprimir en nuestra impresora los artículos que resultan de la búsqueda, al mismo tiempo que nos facilita un sistema de conocimiento permanente (estar al día).

La EB vende, por tanto, un mecanismo de conocimiento, un sistema de formación permanente multicanal (me extraña que no lo hayan propuesto así).

La idea de propuesta situacional está permanentemente presente en mucho productos editoriales que salen al mercado. Así, por ejemplo, recuerdo haber leído de una editorial de mapas alemana que aumentó sus ventas desde el día que decidió ponerlos gratis en su web. La gente empezó a bajarse mapas, pero más tarde se dio cuenta de que llevar un montón de hojas grapadas en el coche era un engorro, y que la forma en que la editorial empaquetaba un mapa (una hoja plegada) era un desarrollo mucho más eficiente y ergonómico y, en definitiva, una fuente de productividad personal.

Esta nota sobre el mapa me recuerda el innovador producto de la editorial británica Travelman Publishing ( http://www.travelman.co.uk/). Para responder a la situación “leer en el metro”, han lanzado una colección de relatos breves que se empaqueta en forma de mapa. Se trata de una hoja grande de papel (no hay, por tanto, ni corte ni encuadernación), plegada de forma que se pueda ir leyendo el texto sujetándolo con una sola mano (algo típico en la situación “leer en el metro”).

Otro ejemplo es el de Classic-novels.com ( http://www.classic-novels.com), cuya propuesta consiste en enviarte diariamente a tu buzón de correo “trozos” de novelas clásicas que puedes leer en sólo cinco minutos. Porque mucha gente está en la situación “sólo tengo unos minutos”…

Trabajar para el autor

Otro cambio interesante en la industria, aunque quizás todavía de escasas proporciones económicas, consiste en pasar de considerar al autor como “proveedor” a considerarlo como “cliente”. La idea es que el editor proporciona al autor una manera de dar a conocer sus textos. Es el autor quien paga, por el placer de verse editado. Hay diversas iniciativas de este tipo en el mundo, desde free-lancers que elaboran tus “memorias” hasta empresas en toda regla cuya contacto con los “autores” es puramente digital. Entre estas últimas me he estado leyendo las páginas de 1stBooks ( http://www.1stbooks.com/), y de iUniverse ( http://www.iuniverse.com/). Estos últimos consiguieron poner uno de sus textos en la lista de best-sellers del New York Times, gracias a un interesante mecanismo de marketing viral. iUniverse se encarga de dar al autor un conjunto de servicios, desde el diseño de una portada ”profesional” a medida, a una acción promocional en librerías tradicionales, como se muestra en la siguiente imagen.

Otro ejemplo de proyección al autor lo encontramos en Wikipedia ( http://www.wikipedia.com/), un proyecto “colaborativo” para la elaboración de una enciclopedia de 100.000 artículos escritos por expertos voluntarios. Empezaron en enero de 2001, y ya van por los 30.000. El pasado septiembre tuve ocasión de comprobar lo interesante del modelo: horas después del ataque a las torres gemelas, el correspondiente artículo ya estaba actualizado. En lugar de decir el World Trade Center “es” ya decía “era”. El estímulo para los participantes en el proyecto es, probablemente, el de visibilidad.

En una línea parecida encontramos una de las revistas “sorpresa” del panorama editorial norteamericano: Zoetrope ( http://www.all-story.com/).

Se trata de una revista en papel que publica relatos breves de autores noveles. El editor se dedica a escoger los textos, con criterio. Los autores no son retribuidos. Pero el interés por ambas partes se deriva de que, si finalmente el texto resulta escogido por algún guionista cinematográfico como idea básica para una película, Zoetrope retiene un porcentaje de los derechos que se generen. No es extraño que detrás de la revista esté Francis Ford Coppola.

¿Es un ebook un book?

Otro de los hechos significativos de este año ha sido el litigio RosettaBooks versus Random House. RosettaBooks ( http://www.rosettabooks.com/) es una editorial con una línea concreta de libro electrónico (ebook), muy interesante. Con la idea de incorporar autores conocidos en su catálogo, empezó a firmar contratos de derechos con algunos de ellos, específicamente para sus ediciones digitales. El problema surgió cuando Random House vio que alguno de “sus” autores (con los que tenía un contrato “tradicional”) firmaba acuerdos con Rosetta.

La pregunta fundamental en este caso era si un “ebook” era un “book”. O sea, si el contrato que Random tenía con sus autores por sus textos “en formato libro de cualquier tipo” cubría también el formato “libro electrónico”.

Pues bien, el juez del litigio, que creo que aún no ha terminado, ha determinado que un ebook no es un book. De manera que Rosetta tiene todo el derecho a firmar sus contratos específicos con autores que ya tenían contratos “tradicionales” con otras editoriales.

Un caso interesante que habrá que seguir con cuidado.

Esparcir en digital para vender en papel

Otro caso muy significativo ha sido el protagonizado por el texto IdeaVirus ( http://www.ideavirus.com/) del conocido autor Seth Godin. Se dice de este texto que es el ebook (más exactamente, el libro en formato digital), más “bajado” de la historia. Godin dice que más de un millón de copias han sido bajadas desde su página.

La idea de Godin era que si se facilitaba bajarse el texto gratuitamente, este sería más leído. Más aún, el formato digital estimulaba que los lectores enviaran el texto a otros posibles lectores, a través de una difusión viral.

Lo curioso de este caso es que, a pesar del número de copias bajadas en PDF desde el servidor del autor, cuando el libro salió en papel se puso en el quinto puesto de los libros más vendidos en Amazon. Quizás encontramos aquí la idea de la versión situacional: para ver de que se trata, el PDF está bien, pero para leer el texto entero, para guardarlo o para regalarlo, la versión papel es mucho mejor.

Algo parecido ha ocurrido con autores muy utilizados en su versión digital, como Jakob Nielsen con su AlertBox ( http://www.useit.com/alertbox/), una revista digital para estar al día sobre usabilidad de espacios digitales, que ha proyectado al autor como experto en el tema y ha convertido sus textos en papel en best sellers.

En la misma línea, profesionales como Michael Tchong ( http://www.iconocast.com/michael.html), y su revista digital Iconocast.

Espacios para los lectores

En esta rápida revisión de algunos hechos significativos, no quiero terminar sin un comentario sobre el esfuerzo que Amazon está realizando para dar “ancho de banda” a sus clientes.

Una iniciativa es el programa “Friends and Favorites”, que te permite crear un espacio sobre las lecturas que te gustan, definir una lista de libros que te gustaría que te regalaran (wish list).

Otra es el ranking de reviewers, donde se estimula al lector a que colabore aportando su crítica de libros. El ranking está, en el momento de escribir esta nota, encabezado por Harriet Klausner, que ha escrito la impresionante cifra de 3157 críticas (eso, creo, sin estar en nómina de Amazon).

Y otra iniciativa ha sido la consistente en facilitar a los lectores la venta de los libros que ya han leído, estableciendo un mercado de segunda mano totalmente conectado con el de libro nuevo (cuando estás buscando un libro, te advierte de la existencia de copias de segunda mano disponibles, obviamente a menor precio). Lo que es obviamente una canibalización de sus ingresos, se traduce para el cliente de Amazon en un extraordinario servicios.

En Amazon, el cliente no sólo compra, sino que puede participar.

¿Ha funcionado el pago voluntario? No tengo mucha información sobre el éxito que ha tenido el programa “Honors System” ( http://www.amazon.com/honorsystem). La idea era simple: Amazon ofrece a miles de espacios creados por individuos en Internet, una posibilidad de cobrar por sus contenidos. El web pone en sus páginas el logo del programa Honors, donde se pide un pago voluntario para el mantenimiento del espacio. Los 30 millones de clientes de Amazon en el mundo tienen entonces muy fácil hacerles una aportación. Al clickar sobre el logo se les lleva a una página de Amazon donde sólo tienes que poner su ID y la cantidad que quieren donar. Automáticamente se hace un apunte en sus cuentas, y se les factura a final de mes junto con los libros que hayan comprado.

La verdad es que hay centenares de webs con el logo. Pero, ¿está la cultura de la información tan desarrollada como para que voluntariamente paguemos por contenidos sin que se nos diga un precio? Francamente, no lo sé.

PARA TRABAJAR:

1) ¿Cuál es tu idea sobre las razones que han llevado a Encyclopaedia Britannica a volver al papel?

2) ¿Qué otros ejemplos encontrarías de casos en los que alguien estuviera dispuesto a pagar por visibilidad, como hemos visto que los hay que lo están por editar su libro? ¿Cuán lejos estamos de que la gente pague por salir en TV?

3) ¿Qué falla en el modelo de pago voluntario del Honors System de Amazon? ¿Qué debería cambiar para que funcionara?

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