Ke!609 – Es el momento de la «economía de la innovación»

Ke!609 – Es el momento de la «economía de la innovación»

Gestionar la información ya no es una ventaja competitiva diferencial. Hacerlo se ha convertido en una exigencia de los tiempos. De lo que se trata ahora es de utilizar las tecnologías para apalancar el conocimiento diferencial de la organización, con el fin de innovar de forma sistemática. En este programa, las tecnologías deben usarse para facilitar la creatividad y la innovación. Y, contra lo que normalmente pensamos, la creatividad en los negocios no es sólo un acto individual y espontáneo, sino que puede construirse como proceso en grupo. En otras palabras, se pueden crear las condiciones para que un grupo de trabajo innove. Las tecnologías no son esenciales para este proceso, es cierto, pero pueden ayudar, en especial, permitiendo el contacto permanente entre personas de la organización alejadas espacio-temporalmente. Empresas intensamente innovadoras, como Ideo, son buenas muestras de cómo crear «inventando el futuro».

 

(Tiempo estimado de lectura: 6 minutos)

PARA PENSAR:

Los economistas nos dicen que el impacto que empezamos a ver de las tecnologías de la información en las organizaciones deriva de que permiten generar mejores resultados al reducir los “costes de transacción”. O sea, hoy resulta más barato concentrarse en lo que sabes hacer bien y recurrir a otras organizaciones para llevar a cabo el resto de los procesos (por tanto, el teorema de Coase queda validado, véase http://www.daviddfriedman.com/Academic/Coase_World.html). De la frase anterior se deriva que esa extracción de valor de las tecnologías de la información no ha sido posible, en toda su dimensión, hasta que hemos podido superar los “sistemas isla”. En otras palabras, es precisamente Internet lo que nos permite que empresas en partes apartadas del mundo trabajen coordinadamente en las fases de diseño.

Resulta paradójico, por tanto, que ahora que corren vientos de descrédito para el mundo punto.com es justamente cuando más resultados podemos extraer de la inversión en Internet. En mi opinión, la fiesta acaba de empezar. Es ahora cuando vamos a ver como las tecnologías de red pueden hacer más eficientes a las organizaciones.

En este camino hacia maximizar el retorno de la inversión en tecnologías, hoy estamos en el punto comentado, o sea, en utilizar la Red para reducir los costes de transacción entre empresas que trabajan coordinadamente.

Pero, como siempre, las ventajas que las empresas pioneras conseguirán al utilizar inteligentemente la Red para trabajar coordinadamente acabarán erosionándose cuando todas lo hagan. En este sentido, ocurrirá algo parecido a lo que algunos han dicho de los sistemas ERP (Enterprise Resource Planning): cuando todos lo tienen, ¿dónde está la ventaja competitiva?

Es por todo ello que creo que la verdadera ventaja sostenible que se deriva de la aplicación de tecnologías en red en las organizaciones consiste en facilitar la innovación sistemática. Joan Majó lo ha expresado mucho mejor:

Creo que muchos opinamos lo mismo. El término “innovación” se está convirtiendo en la estrella de las conversaciones inteligentes en el mundo. No es extraño, por ejemplo, que la Harvard Business Review, en su número de octubre, desvelara en su editorial qué criterio siguen para escoger los artículos que publican: “we seek articles that will change the conversation about business” (buscamos artículos que transformen las conversaciones sobre negocios). En una línea parecida, no sorprende que el MIT titule “The Innovation Economy” su gran evento bianual, a realizar en mayo de 2002 (https://www.technologyreview.com/tr100/secure/register.asp).

La innovación “à la Schumpeter” (destrucción creativa, http://cepa.newschool.edu/het/profiles/schump.htm) se está convirtiendo en la mayor generadora de valor. Se trata de inventar productos nuevos, nuevas maneras de hacer las cosas, e incluso de inventar mercados (porque la mejor forma de conseguir una gran cuota de mercado consiste en “inventarse un nuevo mercado” y ser lo suficientemente hábil como para quedarse con él; y si no, preguntémosle a Swatch).

El tema de la innovación me ha apasionado desde hace años. Hace unos diez, me tropecé con un libro fascinante sobre cómo creamos e innovamos (The grace of great things, http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0395588685/infonomia). Su autor, Robert Grudin, hace una afinada descripción de los procesos creativos, y afirma, en un brillante momento de lucidez, que “la creatividad representa el culmen de la libertad humana”. En efecto, quien no haya conocido la pasión que desata una idea nueva que se dispara en nuestra cabeza (no tenemos ideas, sino que las ideas nos tienen a nosotros…) no ha vivido la verdadera libertad, cosmológica e íntima a la vez.

En estos momentos, mi tema principal de lectura es sobre la creatividad y la innovación. Más en concreto, sobre cómo estimular la creatividad en grupos de trabajo. En este sentido, me ha resultado de mucho interés, por cómo ordena las ideas, un brillante trabajo de Leonard y Swap, dos profesores de Harvard, que recomiendo vivamente. Se trata del texto “When sparks fly: igniting creativity in groups” ( http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0875848656/infonomia).

La principal hipótesis de este texto es que “la creatividad en los negocios es un ejercicio en grupo”. Frente a lo que pensamos normalmente, la creatividad no es un acto aislado, realizado por individuos brillantes, sino que es un proceso que se puede estimular.

Los autores definen la “creatividad” como “un proceso en el que se desarrollan y se expresan ideas novedosas susceptibles de ser de utilidad”.

Por otro lado, definen la “innovación” como “la incorporación, combinación y/o síntesis de conocimiento en productos, servicios o procesos novedosos, que resulten de relevancia y valor” (a lo que yo añado: para un colectivo bien identificado).

Así, pues, la creatividad genera nuevas ideas, mientras que la innovación genera nuevos productos, servicios o procesos.

La creatividad en grupo es estimulable. Los autores del texto citado proponen una cierta metodología para conseguir que un grupo sea creativo. Las cinco fases principales están resumidas en el gráfico adjunto.

En resumen, para que un grupo sea creativo, hay que crear una atmósfera que facilite romper las reglas, hay que observar el mundo y estar atento a las oportunidades que emergen, hay que permitir la “divergencia” de ideas (personas distintas, heterogéneas, que piensan de maneras diferentes, porque “la manera de tener una buena idea es tener muchas ideas”, como dijo Linus Pauling), hay que dejar un cierto tiempo (fuera de entorno de la reunión creativa) para que las personas del equipo “incuben” lo que se ha debatido, y finalmente, hay que llegar a un proceso de “convergencia” de ideas, donde el grupo escoja las mejores propuestas.

En todo este proceso, se intuye la figura fundamental del “facilitador” del trabajo creativo en grupo. Un gestor de brainstormings, que sepa repartir las cartas, y, sin condicionar a los miembros del equipo, ayude a identificar las perlas del proceso.

Mientras que el libro en cuestión explica con detalle cómo llevar adelante el proceso de creatividad en grupo, hay otros textos que van más allá, proponiendo distintas metodologías para permitir que afloren las ideas. Dos libros esenciales en este sentido son Imagination Engineering, de Clegg y Birch ( http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0273649299/infonomia), fascinante, y el además divertido Thinker Toys, de Michalko, traducido al castellano por Ediciones Gestión 2000 ( http://www.gestion2000.com/asp/alibrook.asp?busca=5998).

MICHAEL MICHALKO
ISBN: 8480885998
366 páginas
2 Edición
Fecha de publicación: 5/23/01
Materia: 15.Management
Precio IVA incluido: 3485 Pesetas
Precio en Euros: 20.95 Euros

CÓMPRALO EN
http://www.gestion2000.com/asp/alibrook.asp?busca=5998

 

Para que un grupo sea creativo, se precisan tres elementos fundamentales. Por un lado, obviamente, la expertise (saber de algo concreto) y la capacidad de pensamiento creativo (imaginación, habilidades para resolver problemas). Pero estos dos elementos puede que no emerjan si no existe también una elevada motivación, ya sea extrínseca (me estimulan a ser creativo, por ejemplo mediante dinero por mis ideas) o intrínseca (pasión por cambiar las cosas). O sea, como ya hemos argumentado en otras ocasiones, por mucho que tengas los activos para disponer de un grupo creativo, no conseguirás hacerlo funcionar si el grupo no quiere. Como todo activo de conocimiento, la creatividad es voluntaria: no podemos obligar a nadie a ser creativo.

Finalmente, el pasado verano quedé fascinado al comprobar que todo esto es aplicado por empresas de verdad. Lo entendí al leer el texto “The art of Innovation” ( http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0385499841/infonomia), una interesante descripción del proceso de trabajo realizado en Ideo ( http://www.ideo.com), posiblemente la empresa líder en diseño industrial en el mundo (conceptualizadora, entre otros muchos productos del elegante aspecto de la PalmPilot). Una empresa “esencialmente creativa”, donde su materia prima son los cerebros, y donde su proceso de fabricación es su método de brainstorming en grupo. Una empresa que observa directamente a los usuarios para entender mejor qué productos les pueden satisfacer, que interpreta lo que ve y combina ideas para “visualizar el futuro”, que construye ágilmente tantos prototipos como sea necesario (en un proceso de permanente “failing forward”, avanzar equivocándose y superándose), para finalmente llegar a un desarrollo industrial y comercial más que óptimo.

En fin, la “economía de la información” quizás esté llegando a su fin. Las ventajas competitivas no resultan sólo de gestionar bien la información, cosa que daremos por supuesta, sino de poner a trabajar a los cerebros de la empresa para “inventar el futuro”, para innovar.

La cuestión está pues, en cómo “utilizar las tecnologías para apalancar el conocimiento diferencial de la organización generando una innovación sistemática”.

Todo un manifiesto para los próximos años…

PARA TRABAJAR:

1) ¿Qué procedimientos sistemáticos tenéis establecidos en vuestra organización para innovar?

2) ¿Se permite la “divergencia” creativa de ideas (que personas distintas se atrevan a romper las reglas)? ¿Cómo podríais estimular esta divergencia creativa?

3) ¿Tenéis un facilitador de ideas que catalice la convergencia final de las aportaciones en ideas aplicables? Si no es así, ¿qué características debería tener? ¿Existe alguien en la organización con esas características?

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