Infoxicación

Infoxicación

En su momento introduje el término infoxicación para definir «intoxicación de información». La primera vez que lo usé fue en el newsletter Extra!-Net Nº 187, publicado el 16 de diciembre de 1996 a través de la Red IRIS. En 2003 Infonomía publicó el libro KNewton, buscando un orden en la información, y en 2009 se presentó una revisión actualizada con el título: Infoxicación. Buscando un orden en la información. El término tuvo ha tenido cierto éxito, se ha citado en muchas ocasiones e incluso Mercedes – Benz lo ha utilizado en una de sus últimas campañas publicitarias.

«Infoxicación» es la situación de exceso informacional, de intoxicación informacional, en la que tienes más información para procesar de la que humanamente puedes, y, como consecuencia, surge la ansiedad, algo que se ha denominado técnicamente information fatigue syndrome. Este término fue acuñado en 1996 por el psicólogo británico David Lewis, a quien debemos la interesante sentencia:

“Knowledge is power, but information is not”. Lewis fue el autor del informeDying for Information, financiado por Reuters, en el que se describía la mísera vida del ejecutivo “informacionalmente inundado”.

El ancho de banda, en términos genéricos de cantidad de información que recibes por unidad de tiempo, no para –y no parará– de crecer. Los estímulos que recibiremos en forma de e-mail, audio, vídeo, teléfono, mensajería instantánea, feeds, etc., crecen descontroladamente. Es cada vez más barato enviar un bit a donde sea. Pero la variable informacionalmente crítica, que es la atención, es justamente la opuesta del ancho de banda: la cantidad de tiempo que podemos dedicar a cada input es cada vez menor, porque debemos repartir la cantidad finita de tiempo del que disponemos entre más y más elementos de información. Nuestra atención es “el” recurso escaso.

¿Qué soluciones hay? Hay que diseñar instrumentos para reducir el ruido informacional que recibimos, y aumentar la productividad del tiempo de atención de que disponemos. De hecho, ya tenemos herramientas para hacerlo, pero no las usamos debidamente. 

El punto crítico está en comunicar más eficientemente. En sintetizar el mensaje, en presentarlo de forma atractiva, en combinar textos e imágenes y cualquier otro formato que le dé riqueza y facilite su comprensión. En explicar historias más que en dar datos. En sintonizar lo que quieres comunicar con el momento de atención del receptor; o sea, en saber encontrar cuándo éste está en el mejor estado de ánimo para poder digerir (metabolizar) la información que se le da. Presentar la información en una dieta informacional que sea útil y emocionante (es información lo que sorprende, no lo que ya sabemos). Porque la información que llega sin criterio o sin pasión es ruido. Y el ruido molesta.

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