20 Feb Hacia las co-ciudades
Cuando se habla de ciudad, hoy, se utiliza a menudo el término smart city, una ciudad inteligente en la que el software permite gestionar la complejidad como una gran máquina. Pero lo realmente importante para una ciudad es su capacidad de adaptación a las condiciones complejas y cambiantes, y no sólo su planificación.
Si utilizamos la física como metáfora, sabemos que dos partículas de la misma carga eléctrica, por ejemplo dos protones, se repelen; sin embargo, la estructura de la materia se basa en átomos, y en el núcleo del átomo hay protones juntos, porque algo ha puesto la debida energía en el sistema como para que los protones se acerquen suficientemente. Esa «fuerza fuerte» mantiene unidas las partículas de una misma carga porque es más fuerte que la repulsión electromagnética. Eso es exactamente lo que necesitamos: poner energía para que agentes que se repelen, como las empresas y las personas en muchas situaciones, se junten de tal manera que no haya quien las separe. El futuro de las ciudades dependerá de que una fuerza fuerte rompa las reglas tradicionales de la competencia a través de estímulos de colaboración, y provoque la unión de sus distintos polos. Por lo tanto, el futuro de las ciudades se basará en la capacidad de crear estas condiciones.
Volviendo a las smart cities, parece que el futuro consiste en poner tecnología para hacer una ciudad más eficiente, en términos de tiempo, de energía y de calidad de vida, pero ello no es suficiente. ¿El hardware es lo que hace que un sistema funcione? No, el hardware sin software no consigue un sistema viable.
Podríamos decir por tanto que:
Infraestructura x Cómo usar la infraestructura = Sistema viable
¿Cual tiene que ser entonces el producto de una smart para que dé una ciudad del futuro? ¿Por qué hay que multiplicar la inteligencia de una ciudad, sus sistemas, para que la ciudad sea realmente una ciudad interesante desde el punto de vista humano?
Una ciudad tiene que saber identificar e interpretar correctamente todos sus activos y utilizarlos, pero sobre todo, tiene que conectarlos, poner en colaboración todos aquellos agentes que históricamente han estado allí, pero que, sin embargo, no se han conectado porque cada uno iba por su lado.
¿Realmente es sostenible una sociedad en la que el elemento fundamental es la economía, que es básicamente una infraestructura y es básicamente un hardware? ¿Es algo que necesitamos para que el sistema funcione? No. Necesitamos una cultura. Sin una cultura que multiplique a una economía, no hay sociedad.
A lo largo de la historia, las sociedades que básicamente han desarrollado un sistema económico y no una cultura para utilizarlo, no ha podido sobrevivir. Actualmente, el discurso sobre iniciativa emprendedora que hay en Europa pone mucho énfasis en la idea de la economía, en la necesidad de crear espacios donde puedan instalarse los emprendedores, cuando lo que realmente hace falta es una cultura de la iniciativa emprendedora.
Por lo tanto ¿cuál es la conclusión? ¿el futuro de las ciudades es ser inteligentes? Una ciudad extraordinariamente bien planificada desde el punto de vista de los sistemas no va a servir de nada. Una ciudad necesita ser al mismo tiempo colaborativa:
Hardware x Software = Sistema o Economía x cultura = Sociedad
El futuro es una ciudad donde exista la colaboración en dos sentidos: una ciudad inteligente desde los sistemas y colaborativa desde la gente; una ciudad donde ocurran miles de intersecciones entre empresas y entre individuos; ciudades donde se cree economía desde la intersección de productos y servicios, y donde se resuelvan los problemas desde la intersección de los emprendedores sociales. Una ciudad que no sea capaz de conectar a sus agentes es una ciudad que va a morir, que va a ser absolutamente estéril porque la economía del futuro es una economía de la colaboración. Por lo tanto, lo que queremos es una co-city. Una ciudad en donde los protones, que tienden a irse se junten y se creen relaciones estables que tengan una cuestión de futuro. Necesitamos urgentemente un nuevo discurso de ciudad en el que en lugar de hablar de las capas de infraestructura y tecnología, se hable de cómo se crean las condiciones para que los agentes se combinen de forma eficiente para generar nueva economía.
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