Falso = más que real

Falso = más que real

 
© Ruca

 

La nuestra es una cultura que se asombra ante lo que, pareciendo auténtico, es totalmente falso. Lo peor es que sabemos que es falso, y no nos importa. Porque lo que está en crisis de verdad es lo auténtico. Saber hoy que algo es auténtico es casi imposible. Regocijarse en lo falso es lo verdaderamente humano.

 

Si se me permite la simpleza, hasta el flirtreo de nuestros adolescentes es basado en lo falso. Se escudan bajo marcas que ?significan? cosas. Y cuanto más significan éstas más ?protegen? la trivialidad y la insustancialidad del que las lleva. Quién va a ligar (?pillar?) sabe que va a jugar a un juego que se fundamenta en no mostrar lo (poco) que eres. Cuanto más falso te muestres, cuanto más barrocamente falso, más éxito entre los de tu especie (del sexo que más te atraiga). El culmen del altar de lo falso: el tunning.

 

¿Somos conscientes de que hay muchos jóvenes que no pueden pagarse un piso (comprensible en esta locura del ladrillo) y que, por consiguiente, ?invierten? lo que tienen, y lo que no tienen, en ?tunnearse? el automóvil? A mi lo que me asombra es que el tunning de un cochecito de serie cueste unos seis millones de pesetas, por lo general. Y lo más asombroso es que la imagen que se proyecta es que eres alguien porque tu coche es distinto. El problema, además, es el coche es un reflejo ?falso? de los coches ?de verdad?, de las marcas que nunca podrás asumir. Es un ?querer y no poder?.

 

 

Y este tunning de coche es la antesala más evidente de la tendencia hacia el tunning de uno mismo. Véase, por ejemplo, el éxito de Corporación Dermoestética.

 

Virgina Postrel nos recuerda en su (recomendable) ?The substance of style? que el Universal City Walk, un centro comercial en Los Angeles, es ?deliberadamente falso?. Es, dice, ?un gran simulacro de lo que LA debería ser?. Ante una realidad de ciudad que no te da lo que esperas de ella, la gente prefiere una ?caricatura perfecta?: un parque temático donde el cultivo de lo falso (todo es cartón piedra), de lo secundario, de lo ?complementario?, es la muestra de la ?nueva religión social?.

 

Se diría que es esta una enfermedad ?yanqui?. Pero no veo en el resto del mundo más que un intento de imitarlo. O sea, de imitar la imitación de la realidad. Porque puestos a honrar lo falso, hagámoslo bien.

 

Viva la cosmética vital! Viva lo aparente! Lo falso es hoy lo más real.

 

Y así nos evitamos, además, buscar un sentido a nuestras vidas.

 

Una tremenda oportunidad para todo tipo de negocio, sin escrúpulos.

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