23 Feb Drivania: el taxi de lujo
Quién firma este artículo ha pedido un taxi un tanto especial. Son las doce del mediodía cuando salimos de una entrevista de televisión, cuando nos recoge el coche, puntual como siempre. El chófer baja del vehículo, nos invita a entrar con amabilidad y se pone en marcha. Sin prisa pero sin pausa, a los dos minutos llegamos a destino. Claro que se trataba de una pequeña prueba, y el trayecto se reducía a un par de calles, las que separan los estudios catalanes de Televisión Española y la sede mundial de Drivania, en Sant Cugat del Vallès. Y decimos mundial porque, desde aquí, se contratan servicios discrecionales de coches de negocios con chófer en 28 ciudades españolas y 80 países del mundo.
Ya decíamos que el taxi de hoy era un poco especial… Efectivamente: una especie de taxi de lujo, con servicio exclusivo, discrecional y de altas prestaciones. Si es usted famoso, la de Drivania será su mejor opción para pasar desapercibido; si tiene mucho dinero y ha aterrizado en un aeropuerto tras volar en primera clase, el traslado en un coche de lujo –incluso en limusina– será un golpe de efecto; aunque si, sencillamente, tiene ganas de quedar bien con su cita y acaba de cobrar la paga doble, también puede utilizarlo para llevar a cenar a alguien muy especial.
Pero el centro de nuestra atención no radica en la calidad física del servicio de Drivania, sino en la implementación de las nuevas tecnologías interna y externamente. Interna, por su última gran inversión: un sistema de seguimiento on line en tiempo real, sin moverse de la silla, de cualquier servicio en cualquier punto del planeta. Uno de sus tres socios fundadores y portavoz habitual de la empresa, Gerard Mastret, insiste en que “la inversión más importante de Drivania siempre ha sido la tecnología. Hemos usado un sistema de control de servicio y de reservas, que hemos llamado Root One, y que es un back office que nos permite controlar cualquier servicio por muy grande que sea el volumen de trabajo en un solo día, en cualquier lugar del mundo, sin necesidad de tener que hacer un seguimiento humano. Con eso erradicamos buena parte de los errores que pueden aparecer en este tipo de operaciones”. Y con eso, precisamente, controlan todo su movimiento global desde un entorno tan local como su propia ciudad. Está claro que una de las grandes ventajas de la revolución tecnológica es la posibilidad que adquiere cualquier humano de trabajar desde dónde quiera y para cualquier punto del mundo. Aunque también es verdad que, por cuestiones de proximidad, logística y cultura empresarial, Drivania ya ha afianzado una oficina en París y pretende establecerse en Nueva York y Londres próximamente.
Vamos a la aplicación externa de las nuevas tecnologías. En la web de Drivania podemos contratar un traslado desde el aeropuerto del Prat hasta el Hotel Ars por un servicio mínimo de 178 a 253 euros, pero también tener a nuestra completa disposición un coche de lujo en Sydney, Tokyo o Burundi. Lo mejor de todo es que, gracias a otra de las recientes inversiones en software, que ha costado casi un año de trabajo, el cliente puede conocer de forma automática cuánto le va a costar cualquier servicio concreto, por personalizado que sea.
“Al tratarse de servicio discrecional, transporte chárter (es decir, que cada servicio tiene una cotización puntual), cada precio puede ser diferente en cada ciudad; tantos precios, tantos clientes. Por eso, ha sido muy importante crear un algoritmo universal, que cotice exactamente el precio de un servicio en tiempo real. De esa forma, nos hemos ahorrado mucho trabajo operativo y hemos trasladado la cotización a nuestros clientes.” Si quiere, puede comprobarlo usted mismo: entre en la web de Drivania y verá como en un abrir y cerrar de ojos puede obtener presupuesto cerrado para cualquier servicio, desde un único traslado hasta un itinerario con todas las paradas y esperas contempladas. Podrá conocer qué diferencia de precio existe entre un coche de gama estándar –no quiere decir un turismo, sino un gran coche– y otro de gran lujo. En todo caso, el coche que le recoja –independientemente de la gama que elija– lo hará con un trato preferente.
Los chóferes, unos 2.000 en total, no están en plantilla, son autónomos que prestan su servicio a Drivania, pero la firma les exige una deferencia especial. Gerard Mastret insiste en que “nuestro contacto personal con el cliente se reduce a una persona que se pasa el día al volante, y para nosotros lo más importante es que esta persona le ofrezca un buen servicio. Al chófer no le pedimos que sea un experto en nuevas tecnologías, eso es cosa nuestra; lo único que le pedimos es que conduzca bien y que sea muy amable con los clientes”. Evidentemente, quien lleva el volante se convierte en el interlocutor más directo con el cliente, hecho que aprovecha la empresa para canalizar las sensaciones de la experiencia que el usuario transmita verbalmente al conductor. Y es que Drivania no quiere obviar el contacto directo con el cliente –por mucho internet que haya de por medio–, y no es menos cierto que muchos usuarios acaban prefiriendo la llamada telefónica a la contratación exclusivamente electrónica. El trato humano, según Drivania, debe ser exquisito en todos los casos, desde el operador que encarga la reserva hasta los chóferes que ejecutan el servicio.
En grandes metrópolis como Nueva York, Londres, París, Madrid o Barcelona, la mayoría de conductores trabajan exclusivamente bajo el paraguas de Drivania, y en otras con menos volumen potencial ofrecen servicios puntuales.
La expansión internacional centra el horizonte de la empresa, aunque el español es un mercado con muchas oportunidades, especialmente en los grandes centros económicos del país. Sonará a tópico, pero esta empresa nació ya con vocación global, y lo hizo en un trastero, de la mano de los tres hermanos que siete años después todavía asumen la dirección. Gerard Mastret es el pequeño, con tan sólo 30 años –es decir, emprendió el negocio con 23. Con Drivania, los Mastret han cosechado grandes logros y numerosos reconocimientos del tejido empresarial español. Tras su triunfo en este selecto sector, el fenómeno Drivania, siempre en la cresta de la ola tecnológica, se introduce ahora en otra vía de negocio: los transportes en autocar y minibús, con más pasajeros pero igualmente exclusivos.
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