06 Oct BMI versus IBM
Una de las plagas de Occidente es la grasa. Más concretamente, la grasa que acumulamos en nuestros cuerpos. Y este problema no parece que vaya a extinguirse, por el momento. Nuestro nivel de “gordura” se mide por el BMI (body mass index): nuestro peso en kilos dividido por el cuadrado de nuestra altura en metros. Un BMI de 25 o superior señala que tienes sobrepeso (un eufemismo por gordito). Uno de 30 o más indica que, directamente, eres obeso. Más, eres un enfermo.
En general, comemos mal, y punto. Se ha señalado específicamente como una de las causas del incremento de la obesidad en los países “desarrollados” el aumento de las dimensiones de las “dosis” de comida basura a la que se es tan aficionado en esos países, especialmente en Occidente. Se ha multiplicado la cantidad de hamburguesa, patatas o colas que se da en una típica dosis de hamburguesería, sin que haya aumentado proporcionalmente el precio. El objetivo era dar una oferta más atractiva al consumidor (más por menos), con un tremendo efecto en la salud (en realidad se le daba menos salud por más comida). La preocupación por la elevada proporción de población occidental con obesidad está llevando incluso a debatir si los poderes públicos deben intervenir.
Pero es evidente que otra de las posibles causas es el elevado nivel de sedentarismo en el que nos hemos instalado. Y aquí emerge una pregunta: ¿podemos esperar en los próximos años que las tecnologías de la información nos ayuden a luchar contra el incremento de nuestro BMI, o debemos resignarnos a castigarnos en un gimnasio después de pasar horas sentados ante una pantalla (o lo que venga)? En otras palabras, si las tecnologías de la información tienen la vocación de ayudarnos a hacernos la vida más fácil, ¿nos ayudarán en este punto concreto? ¿Podemos esperar instrumentos que nos ayuden a controlar mejor nuestra dieta y nos estimulen a vivir más saludablemente? ¿Podemos esperar de las tecnologías de la información que mejoren nuestra calidad de vida en este sentido?
Lo vemos ya en la captología, la utilización de tecnologías para cambiar nuestros hábitos. Por ejemplo, en programas que ayudan a dejar de fumar, o en espacios como WeightWatchers en los que se te sugieren dietas personalizadas, y te pueden ir enviando estímulos para el autocontrol a través del correo electrónico, la mensajería instantánea o SMS.
En definitiva, si se me permite el uso del nombre del referente por excelencia en el campo de las tecnologías de la información, ¿nos ayudará IBM a mejorar nuestro BMI?
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