12 Feb PMV. Cómo lograr que los viñedos y los olivos produzcan energía
Del olivo, el aceite, y de la vid, el vino. Pero ¿se imagina que de estos dos cultivos típicos de la trilogía mediterránea se pudiera extraer también energía con la que calentar e iluminar nuestras casas? Lo imaginó el joven ingeniero Ignacio García Gomero, un buen día, mientras paseaba por los campos de su pueblo de Villafranca de los Barros, en plena quema de residuos tras la vendimia: «¡Qué despilfarro!», pensó. Ahora su empresa PMV lidera un proyecto innovador y millonario para fabricar biocombustible a partir de los restos de la poda de olivos y viñedos, así como para construir una planta eléctrica alimentada por esta fuente de energía renovable.
En la actualidad existen ya plantas generadoras de energía eléctrica a partir de residuos forestales o agrícolas. Pero la generación de biomasa procedente de viñedos y olivos es toda una innovación, máxime si el proyecto incluye la fabricación de pellets para utilizar en las calderas de las calefacciones que calientan los edificios.
Los pellets fabricados a partir de esta materia prima recuerdan a las tradicionales pastillas que utilizamos para encender las barbacoas. La diferencia es que son, en realidad, un combustible totalmente ecológico y renovable, más económico, y sin los efectos contaminantes del gasóleo que poluciona el aire de las ciudades con el temido smog.
Y si hay algo en lo que es rico nuestro país, y en concreto Extremadura, es en los cultivos de estos dos productos mediterráneos. «El precio resulta de lo más competitivo y ya he recibido un montón de demandas de otros países europeos para adquirir los primeros agropellets que existen en el mercado», comenta Ignacio García.
La construcción de una planta de generación eléctrica en Villafranca de los Barros (Badajoz) supondrá una inversión de más de 15 millones de euros y la creación de una decena de puestos de trabajo fijos, más una veintena adicional de fijos discontinuos en las temporadas de recolección. «Ya sé que parece que es porque es mi pueblo», bromea, «pero la verdad es que resulta una ubicación ideal por la gran concentración de biomasa de los cultivos de olivos y vid que necesitamos».
La planta, englobada en el bautizado como proyecto BIOBASA (Biomasa de los Barros), entrará en funcionamiento a mediados de 2008 y contará con una potencia de producción de hasta 10 megavatios, suficiente para dar suministro a más de 5.000 hogares.
Eco-innovación
Con este proyecto en la cabeza, este emprendedor extremeño había entrado en negociaciones con uno de los gigantes del sector hasta que «tras contactar con el Gabinete de Iniciativa Joven (GIJ), me hicieron reflexionar sobre cuál iba a ser mi papel y sobre algunos aspectos innovadores que se podían incorporar, como la producción de pellets, para que fuera más novedoso y ganara, así, valor añadido».
Poco después llegó al convencimiento de que iba a poder sacarlo adelante mucho mejor asumiendo el papel principal de promotor en solitario y, en mayo de 2005, creó Promociones Medioambientales Villafranquesa SL, una empresa orientada a estudios de consultoría y promociones de iniciativas de este sector, cuyo proyecto más avanzado en la actualidad, denominado SELMA (Servicios Logísticos Medioambientales SL), proyecta fabricar más de 10.000 toneladas anuales de pellets ecoagrarios. La puesta en marcha de esta producción será a partir de la cosecha del año 2006 y cuenta con una inversión inicial en torno a los tres millones de euros.
El proyecto SELMA parte de la generación, primero, de 65.000 toneladas anuales de biomasa de residuos de la poda de viñedos y olivares. Las otras 55.000 son las que servirán para alimentar la planta de energía eléctrica del proyecto BIOBASA.
«Son dos proyectos, por tanto, que se complementan: de la biomasa generada por SELMA se fabrican los pellets, pero la mayor parte de ésta se destinará a mantener la planta de BIOBASA», resume Ignacio García. «Nosotros mismos generamos demanda y la materia prima para satisfacerla».
Para la inversión millonaria y la puesta en marcha de ambos proyectos, Ignacio García ha contado con el apoyo de seis grandes compañías del sector, unos contactos para los que fue «muy importante el respaldo del GIJ», apunta. La ayuda del Gabinete también resultó clave para poder llevar a cabo los trabajos de I+D necesarios en el desarrollo de estos innovadores pellets ecoagrarios, que se realizaron en colaboración con el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), así como los estudios de mercado para confirmar su competitividad y proyección comercial.
Recogida provechosa
Aunque parezca paradójico, gran parte de la dificultad del proyecto reside en la misma operación de recogida de los restos de la poda y en el espíritu de colaboración con el que los agricultores acepten que les liberen de estos residuos.
Hasta ahora la gestión de estos restos orgánicos pasaba por pagar a una de las empresas del sector para que con una maquinaria altamente especializada recogiese y triturase los restos, que posteriormente se esparcían en los mismos campos. «Aunque esta práctica no es nada recomendable porque puede conllevar la proliferación de plagas y resulta bastante costoso económicamente», afirma este emprendedor ingeniero.
La otra solución al problema, y desgraciadamente la más utilizada, es la quema de los residuos en enormes hogueras. Una práctica teóricamente muy controlada, pero que con demasiada frecuencia acaba provocando muchos de los incendios forestales que asolan nuestro país en los períodos de sequía. «Además, para mí es ver como si quemaran billetes», comenta Ignacio García. «Ahora que cada vez los combustibles fósiles son más caros y escasos, es un auténtico despilfarro no aprovechar una fuente de energía así».
Mediante el empleo de una maquinaria especial de diseño propio, el proyecto SELMA ofrece a los agricultores la recogida de estos residuos orgánicos a una tercera parte del coste actual, «un precio realmente asequible y que evita a los agricultores muchos problemas y dolores de cabeza», asegura.
Para el impulsor de SELMA y BIOBASA, estas dos iniciativas innovadoras garantizarán la explotación de unos recursos del campo extremeño hasta ahora desaprovechados, contribuyendo a crear una nueva fuente de riqueza, totalmente competitiva y sostenible, en el marco de su modelo de desarrollo rural.
«Se trata, además, de un modelo de negocio perfectamente exportable a muchas otras regiones de España», concluye. «Y, por supuesto, a todos aquellos países de la cuenca mediterránea donde crecen el olivo y la vid», añade.
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