Ke!762 Invertir en inventores: la apuesta de Nathan Myhrvold

Ke!762 Invertir en inventores: la apuesta de Nathan Myhrvold

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Uno de los proyectos , de largo plazo, más interesantes en Infonomía es el que denominamos “grandes infonomistas” (http://www.instituteofnext.com/grandes/). Se trata de una “red” de unas 200 personas, dispersas por el mundo, que admiramos por sus ideas y experiencias.

Hasta ahora, lo único que hemos hecho es detectarlas porque las admirábamos. Ahora, sin embargo, estamos poniéndonos en contacto con ellas, en vuestro nombre. O sea, les estamos dando a conocer nuestra red, proponiéndoles que alimenten con sus ideas a nuestra red de inquietos.

El resultado de este proceso de contacto con algunas de las mejores mentes del mundo se verá muy pronto, cuando empecemos a publicar sus artículos.

Otro de los resultados de este proceso de contacto es que vamos a intentar hablar con ellos siempre que “pasen por aquí”. Ya vimos hace unos días, por ejemplo, el resultado de una conversación sobre la tensión infraestructura-imaginación (http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=761) con Michael Schrage (http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=13150), aprovechando que estaba en Barcelona

Pues bien, es esta línea, nuestra colaboradora Adria Heath (http://www.instituteofnext.com/tematiques/archivo.asp?idm=1&idrev=59&numMax=0), entró en contacto hace unas semanas con Nathan Myhrvold (http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=13750). Y esta semana pudimos hablar con él en Barcelona (en un yate en el puerto…).

Myhrvold es una “leyenda” en el mundo de la tecnología. Fue Chief Technology Officer y fundador de la división de Investigación en Microsoft, empresa en la que trabajó 14 años. Tras retirarse en el 2000 de la compañía, ha fundado la empresa Intellectual Ventures (http://www.intellectualventures.com/). Una interesante iniciativa que vale la pena destacar. Más sobre el personaje en http://www.intellectualventures.com/aboutus/bio.asp?PrinceID=1

El objetivo puro de IntellectualVentures es invertir en invención. Más exactamente, invertir en inventores.

La idea es que en las empresas “normales”, las personas que trabajan en I+D tienen, en realidad, el encargo de desarrollar productos, no de inventar cosas nuevas. De hecho, esta cuestión empeora progresivamente, por la presión de los mercados (competencia por sacar nuevas cosas en un mercado dominado por la oferta) y la obsesión cortoplacista de las finanzas de las organizaciones.

Frente a esto, IntellectualVentures quiere dar un paso más arriesgado que el propio capital riesgo. Invertir en mentes brillantes cuyo motor es la pura invención, no el desarrollo de productos. Invertir en personas, no en empresas. Y no una invención cualquiera, sino en invención disruptiva (breakthroughs). En el trabajo de personas extraordinariamente brillantes (“nuevos” Edison), en universidades, pequeñas empresas, o, por qué no, en sus casas.

En su página (http://www.intellectualventures.com/home/default.asp) explican con más detalles qué invenciones/inventores les interesan, qué tipo de relación tienen con ellos, y cuáles son los diferentes modelos de negocio de la empresa. Aunque podemos resumirlo en la idea de que ellos son la interfaz entre la invención y el mercado.

Podéis imaginaros lo apasionante que fue la conversación. Se trata de un hombre realmente visionario, con la experiencia realista de innovación en Microsoft (fundó el departamento de Microsoft Research) fundida con la pasión por la innovación radical.

Le pregunté si podíamos esperar el mismo ritmo de innovación que el que experimentamos en los 90. Su respuesta fue que podíamos esperar incluso una aceleración del mismo. Porque disponemos de más y mejores herramientas para probar más y más diferentes cosas. Véase, por ejemplo, el instrumental con el que cuenta un laboratorio en la actualidad, como “utensilios” para experimentar con materiales e ideas.

Le pregunté sobre el futuro de la energía (una de mis obsesiones recientes). Será el hidrógeno? Aquí desplegó su combinación de intuición y análisis, para decirnos que veía difícil un futuro “cercano” de la economía del hidrógeno, por todos los obstáculos que se debían superar. De hecho, utilizó para ilustrar su opinión una metáfora de montañas y valles: cuando acabas de superar una montaña en la innovación de un campo tan amplio como el de la energía, ves desde la cima que hay otra montaña aún mayor que debes subir… y que para llegar a ella tienes que bajar toda la primera montaña hasta el punto más bajo del valle para volver a subir a la segunda.

En fin, que se requieren un conjunto de sucesivos “milagros” para darle la vuelta, radicalmente, a la cuestión de la energía.

Fue también interesante su idea sobre la multidisciplinariedad de la invención (lo inventado en un campo se acaba, frecuentemente, aplicando en otro). Así como la importancia de la presión de la competencia, y del establecimiento de metas concretas que estimulen la carrera por la innovación radical.

En este sentido, le comentamos el caso de la competición estimulada por el XPrize (http://www.xprize.org) para fundar las bases del turismo espacial. Como sabéis, el pasado año una empresa privada, ScaleComposites (http://www.scaled.com/) ganó este premio, también de base privada, al llevar dos veces en quince días, con una nave desarrollada por ellos mismos, al equivalente a tres personas a 100 km de altura, y devolverlos (sanos) a tierra.

Aquí nos comentó algo tremendamente interesante (conocía del tema de primera mano, pues Paul Allen, cofundador de Microsoft fue el principal inversor en el proyecto).

Nos dijo que este proyecto había sido innovador incluso en la forma de plantearlo. Porque los organizadores del Xprize no disponían, en realidad, de los 10 millones de dólares con los que fundaron el premio, sino que lo que hicieron fue acudir a una serie de empresas de seguros, alrededor del mundo, para asegurar la no-posibilidad de que alguien se llevara el premio. Las compañías aseguradoras, con su hábil forma de entender las posibilidades de la innovación, preguntaron a diferentes expertos sobre la posibilidad de que una empresa privada consiguiera llevar antes de acabar el 2005 a tres personas a 100 km de altura (una misión espacial suborbital). La respuesta de los expertos: “esto es imposible, para conseguirlo se precisa, por lo menos, algo tan complicado y caro como la NASA”. El resultado ya lo conocéis: diferentes empresas privadas lo probaron, estimuladas por el premio, y finalmente Scaled lo consiguió.

Las empresas de seguros implicadas deben creer ahora un poco más en las posibilidades innovadoras de equipos tremendamente bien focalizados.

Una última reflexión. Le comenté a Myhrvold que muy cerca de donde estábamos se había confeccionado el software con el que se mapificó el genoma (hicimos una entrevista a Roderic Guigó, director del equipo que lo hizo, en nuestra revista If 30, http://www.instituteofnext.com/infonomiaplus/papeles/if30.pdf). No lo sabía, claro está.

De Barcelona sólo le sonaban nuestros cocineros (chefs) y en especial Ferran Adrià

Llegué a la conclusión que su escala en Barcelona se había debido, fundamentalmente, a su deseo de ir una vez más a ElBulli, el restaurante de Adrià… Somos para el mundo, pues, una cocina y unos platos, eso sí, innovadores.

Y una moraleja final: es realmente sorprendente que alguien tan importante como él respondiera tan amablemente el correo electrónico de unos desconocidos que le hablaban de una rara red de innovadores en España. Más sorprendente que nos recibiera, durante sus vacaciones. Más que intercambiará sus ideas con nosotros.

Exactamente lo mismo que habría ocurrido aquí con un miembro del establishment local…

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