Ke!724 Las tecnologías importan, pero más su efecto en los procesos

Ke!724 Las tecnologías importan, pero más su efecto en los procesos

Durante el año que ha seguido al controvertido artículo de Nicholas Carr publicado en la Harvard Reviewen mayo de 2003, han sido decenas los debates que se han generado… 

(Tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

En un ke de hace justamente un año (el 678, http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=678) nos hicimos eco del controvertido artículo de Nicholas Carr ( http://www.nicholasgcarr.com/index.shtml), publicado en la Harvard Business Review de mayo de 2003, en el que afirmaba que disponer hoy de tecnologías de la información ya no era estratégico, sino que era meramente infraestructural (“IT doesn’t matter). Así, decía, tenerlas no te aporta “diferencia”, pero no tenerlas te genera “problemas”.

Durante el año que ha seguido a ese artículo han sido decenas los debates que ha generado (con lo que, dicho sea de paso, la Harvard ha conseguido su objetivo final: cambiar las conversaciones en los negocios, “ideas with impact”).

La historia de este debate se ha regenerado porque Carr acaba de publicar un libro sobre la cuestión, con un título un poco menos normativo, y algo más inquisitivo: Does IT matter? ( http://www.amazon.com/exec/obidos/tg/detail/-/1591394449/infonomia).

He ido leyendo lo que se ha ido diciendo durante estos meses. Y me gustaría hacer aquí un resumen de alguna de las intervenciones más útiles de este debate, de entre todas las que he leído:

1) En una carta a Carr publicada en la Harvard de Julio 2003, Seely Brown ( http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=6754) y Hagel ( http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=12570) venían a decir que lo importante no es “disponer” de tecnologías de la información, sino saber utlizarlas. En una frase lo sintetizaban claramente: “although IT may be ubiquitous and increasingly less expensive, the insight and ability required for it to create economic value are in very short supply”. O sea, que la “palanca” exista no quiera decir que el mundo se mueva: hay que saber dónde ponerla, y cómo moverla, y para qué hacerlo. Es la combinació de disponibilidad de tecnología y de aplicación a los procesos de negocio lo que aporta competitividad. Las tecnologías, por si mismas, no aportan ninguna diferenciación estratégica. “Extraer valor de las TI requiere innovación en las prácticas del negocio”.

2) En el mismo número de la Harvard, Varian ( http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=6766) aportaba algo muy similar: “it is not the IT that confers the competitive advantage, but the people who know how to use it effectively”. Y esa “sabiduría” sobre cómo usar las tecnologías para innovar en los procesos de negocio es una habilidad “relativamente escasa”, decía.

3) En una crítica publicada en Line56 ( http://www.line56.com/articles/default.asp?ArticleID=4757&KeyWords=value), se abunda en la misma dirección: las mismas tecnologías aplicadas en empresas diferentes generan resultados que no se parecen en nada. Algunas empresas saben utilizarlo, y otras simplemente no. Así, el retorno de la inversión no puede calcularse automáticamente, sino que depende fuertemente de cómo se aplique esa inversión. Y de nuevo, el truco está en aplicarlas a mejorar, en clave de mejor eficiencia en las operaciones y mayor calidad de servicio al cliente. Las tecnologías de la información no tienen sólo un “valor de cambio” (tenerlas ya te dan riqueza) sino que aportan, fundamentalmente, un “valor de uso” (según cómo las uses tendrán valor o no). Es la “integración” de procesos innovadores con la tecnología la que lleva a obtener beneficios de la implantación de tecnologías de la información.

4) En una reciente reseña en BusinessWeek (24/05/04, p18) sobre un estudio del Banco de la Reserva Federal de San Francisco ( http://www.frbsf.org/publications/economics/papers/2003/wp03-23bk.pdf), en el que se estudia la evolución de la productividad en los Estados Unidos, se incide de nuevo en algo ya sabido: más que la mera aplicación de tecnología al trabajo, es la transformación de las prácticas de trabajo la que aporta más incremento de la productividad (ejemplos: rotación en los puestos de trabajo, compartir un empleo, ligar el salario a la consecución de objetivos). O sea, la productividad aumenta no sólo por el factor laboral (reducción de costes = deslocalización), sino por una combinación de innovación en productos, innovación en procesos, e innovación en gestión.

5) Esto es algo que ya comentamos en su momento en el ke695 ( http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=695), en el que presentábamos un informe de McKinsey sobre la relación entre tecnologías y productividad, que llegaba a la conclusión de que, más que una correlación directa entre inversión en tecnologías de la información y aumento de la productividad, lo que se observa es que la presión de la competencia en un sector fuerza a las empresas hacia la innovación (en productos y procesos), que frecuentemente lleva a un aumento de la productividad. Así, es la innovación multiplicada por la tecnología, gracias a la presión de la competencia, lo que origina un aumento de la productividad.

6) Pero quizás el artículo definitivo, el más clarificador, es el que ha escrito Bob Metcalfe (el legendario creador de Ethernet) para e Technology Review de Junio de 2004 ( http://www.techreview.com/articles/metcalfe0604.asp). Aquí Metcalfe hace referencia a un libro cuyo título lo dice todo: IT doesn’t matter: business processes do, de Smith y Fingar ( http://www.amazon.com/exec/obidos/tg/detail/-/0929652355/infonomia): es el uso inteligente de las tecnologías, combinado con la apuesta (de riesgo razonable) que los directivos pueden hacer para aplicarlas a cambiar los procesos de la empresa, la que puede traer ventajas competitivas. 

Metcalfe pone además el dedo en el punto más crítico. Y es la relación de la tecnología con la innovación, y, al final, con la capacidad de generar riqueza de una sociedad.

Nos dice: si una empresa quiere utilizar tecnología en Alemania, acaba usando Siemens. Pero en los Estados Unidos, las startups tecnológicas encuentran con cierta facilidad directivos que están en la vanguardia, en el primer nivel de competencia mundial, dispuestos (hambrientos) por nuevas tecnologías, que les permitan hacer sus procesos más eficientes. Esta búsqueda permanente de eficiencia, y esta apuesta por la capacidad transformadora de las tecnologías es lo que hace que la economía norteamericana funcione.

Así pues, vemos cómo todo liga. Una sociedad que quiera funcionar en un entorno extremadamente competitivo, mundial, debe apostar por la innovación, en productos y procesos. Y eso puede hacerse si hay una voluntad de riesgo razonable en el uso de esa palanca potente que son las tecnologías de la información.

Riesgo, tecnologías e innovación, un híbrido que permite un cierto optimismo para un Occidente en el que, sin saberlo, ya se está produciendo un cambio invisible…

Un horizonte en el que deberán colaborar estrechamente universidades, emprendedores, innovadores, inversores, y la demanda empresarial.

Investigación, inversión e innovación, apalancadas por la tecnología digital.

Alfons Cornella
Infonomia.com

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