Ke!708 La fuerza de la (nación) invisible

Ke!708 La fuerza de la (nación) invisible

Desde hace cinco años me he dedicado a “coleccionar” actividades innovadoras en España. Este pasado verano, me decidí a ordenar esas iniciativas. Y el resultado es una base de datos con unas 600 iniciativas innovadoras en el país…

(Tiempo estimado de lectura: 8 minutos)

Desde hace cinco años me he dedicado a “coleccionar” actividades innovadoras en España (aunque la mayoría de ellas en Catalunya). No lo he hecho de manera sistemática, sino que cuando me he “tropezado” con alguna de ellas (un artículo en un periódico, una página web a la que he llegado por casualidad, una entrevista con una persona, las iniciativas de los miembros de nuestro Club) he guardado una nota en una “caja” (literalmente).

Este pasado verano, cuando la “caja” había crecido de manera desproporcionada, me decidí a ordenar esas iniciativas. Y el resultado es una base de datos con unas 600 iniciativas innovadoras en el país, en todos los sectores, tanto en el mundo de la empresa como en el sector público, tanto en los negocios como en la cultura. No es una base exhaustiva sobre las iniciativas “creativas” del país, pero creo que es una muestra relevante.

Es, claro está, la clase creativa. Porque la creatividad, y más aún, la transformación de esa creatividad en innovación, es la esperanza de Occidente. Al menos durante unos años.

Hablamos de la “clase creativa” en su momento, al comentar el fantástico, imprescindible, libro de Richard Florida ( http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=5788, y http://www.creativeclass.org/), The Rise of the Creative Class, en un mensaje anterior ( http://www.instituteofnext.com/extranet/index.asp?idm=1&idrev=1&num=655).

Recientemente, Florida ha escrito una pieza brillante de análisis sociológico, “Creative Class War”, en el Washington Monthly, de 15/01/04, disponible en http://www.washingtonmonthly.com/features/2004/0401.florida.html, en la que traza un interesante dibujo del posible declive tecnológico de los Estados Unidos, un país que vive en la paradoja de depender de la alta tecnología pero que vota por un presidente anti-ciencia (y pro-retro). Debo el artículo a Oriol Lloret.

Florida incide de nuevo en la idea de que las naciones (y, en especial, las ciudades) van a competir por atraer el mejor talento. Talento que puede generar riqueza, como lo demuestra el hecho de que los 20 millones de puestos de trabajo creados en los Estados Unidos en los 90 se deben a empresas basadas en la innovación (en el software, en la industria del ocio, del cine, en la concepción de nuevos productos y servicios, en las finanzas, etc).

Empresas que se nutrieron de las mejores mentes del mundo. De inmigrantes preparados. Algunos ejemplos: empresas como Intel, Sun y Google fueron fundadas o co-fundadas por extranjeros. Más aún, casi un tercio de todas las empresas fundadas en el Silicon Valley en los 90 lo fueron por emprendedores chinos o indios. Pero las naciones y ciudades del mundo han aprendido la lección, y son ya muchas las que están invirtiendo en las tres “T” de Florida: tecnología, talento y tolerancia ( http://www.instituteofnext.com/leyes/index.asp?id=florida). Porque Florida nos recuerda que el crecimiento económico no está ocurriendo como consecuencia de la simple localización de grandes empresas en una determinada zona (de hecho, la deslocalización está de moda), sino que ocurre en aquellos sitios donde existe tolerancia, se admite la diversidad, y se es abierto a la creatividad, porque estas características son las que atraen el capital de profesionales creativos. En otras palabras, el crecimiento económico lo producen personas creativas, que prefieren vivir en lugares que admiten la diversidad, que son tolerantes, y abiertos a nuevas ideas. Los lugares con futuro son aquellos en los que se pueda vivir vidas creativas muy diferentes. Estas ciudades no son «atractoras de talento» sólo porque tengan grandes infraestructuras o un número importante de empresas. Sino que, según Florida, atraen al talento porque son lugares en los que se puede vivir una vida llena de experiencias reales, y donde gente muy diferente puede vivir estilos de vida de todos tipos. Son ciudades abiertas, tolerantes, diversas. Una combinación de tecnología (tienen empresas hi-tech), talento (buenas universidades) y tolerancia (aceptación de la diversidad): las tres T de Florida. La carrera de la creatividad, de la ciencia y la tecnología como motor de crecimiento, está ya a toda marcha. Hace unos días pudimos verlo en un titular que hubiera sido imposible en los ochenta (que no están tan lejos): “científicos coreanos clonan 30 embriones humanos y obtienen de ellos células madre”. Sí, Corea!

Y algunos países europeos, entre los que destacan los escandinavos, están posicionándose también como puntos de atracción de talento universal. Lugares donde una mente creativa puede vivir. Y donde la ciencia está reconocida y cuidada. Puede verse en el ranking de creatividad internacional de Florida.

The horizontal axis plots the rates at which countries are gaining or losing creative jobs, between 1995 and the latest available year for which data is available. The vertical axis ranks selected countries by their current “creativity index”—a measure of cultural tolerance, creative talent, economic and scientific innovations—with Sweden being ranked first and Portugal last. Source: Richard Florida & Irene Tinagali, “Europe in the Creative Age” (Jan. 2004) and elaborated from ILO, LABORSFA Labour Statistics Database

Así, por ejemplo, un reciente artículo en el BusinessWeek informaba de la dinámica de pequeñas empresas europeas, hi-tech, que están captando nichos en el mundo a través de productos y servicios muy innovadores (BusinessWeek, 26/01/04, “Hidden Champions: little-known European companies that are conquering the World”, disponible en http://www.businessweek.com/magazine/content/04_04/b3867601.htm). De hecho, la base de datos que estamos construyendo en Infonomia sobre iniciativas innovadoras en España no tiene nada que envidiar a estas empresas europeas.

Pues bien, y según Florida, los Estados Unidos están dejando de ser una sociedad abierta, tolerante, una sociedad a la que quieran (y puedan) acudir las mejores mentes del mundo:

• Por un lado, la preocupación por la seguridad (lógica) está llevando a la restricción de entrada a científicos de otros países, que no pueden ni entrar en las universidades, ni hacer sus doctorados, ni acabar trabajando en las empresas del país, ni crear sus propias empresas

• Y no ya sólo para trabajar en el país, sino incluso para acudir a congresos científicos: el Gobierno no les da los visados si vienen de determinados países (o si en su pasado personal hay alguna nota “anti-americana”; quizás corro yo ahora mismo este riesgo escribiendo este artículo)

• La limitación a investigaciones que se consideran básicas, como la de las células madre, a las que Bush se opone con vigor (como aquí Aznar)

• La reciente prohibición a las revistas científicas que publiquen artículos de ciudadanos de Cuba, Irán, Libia y Sudán (algo realmente insólito)

• Hay ahora otros lugares del mundo a dónde acudir… Los Estados Unidos han perdido el monopolio temporal de la apertura a la creatividad

El resultado es la incipiente pérdida de competitividad en la que puede entrar la economía americana. No se crean las nuevas empresas que tienen que compensar el trauma que ya está generando la deslocalización de las empresas actuales, no ya de producción sino también de servicios. Hoy mismo en el New York Times pone en portada que el tema de la protección de los trabajos de los “americanos” frente a la migración de las empresas será uno de los temas principales de la campaña presidencial del 2004. Sin innovación que cree nuevos trabajos, habrá sin duda tensión social (y proteccionismo).

Con esto llegamos a la tesis más preocupante de Florida: la polarización de los Estados Unidos, en una división 50/50 entre progresistas y conservadores. La mitad del país en un entorno de pequeñas poblaciones, rural, muy conservador, republicano (the “red” America), y la otra mitad en un entorno de ciudades, urbano, algo progresista, demócrata (the “blue” America). Odio las simplificaciones, pero Florida aduce que esta división tan clara ya se observó en los resultados de las presidenciales del 2000 (en su artículo da datos concretos al respecto)

Conclusión: la clase creativa se va de donde vive y busca entornos donde le dejen vivir, ya sea en otras ciudades de los Estados Unidos o incluso en otros países. Dice Florida: “many people I know are looking for beter lives in Canada, Europe and Australia”, porque quedarse en los Estados Unidos “it’s like trying to research and do business in the 21st century in a culture that wants to live in the 19th, empires, bibles and all”.

La gente creativa se está auto-organizando, espontáneamente, en zonas en la que se encuentran mental y socialmente a gusto. Si eres un técnico conservador te vas a Dallas. Si eres progresista te vas a Austin (la primera ciudad en el nuevo ranking de ciudades creativas de America, según los estudios de Florida).

Y así, la America rural tiene un peso (electoral) en la política norteamericana que no tiene, dice Florida, la clase creativa, de la que, paradójicamente, depende el país (“Thanks to the GOP takeover of Washington, and the harsh realities of the Big Sort, economically lagging parts of the country now wield ultimate political power, while the creative centers–source of most of America’s economic growth–have virtually none”).

Pues bien, relee este artículo sacando la palabra Estados Unidos y sustituyéndola por España (y en mi caso Catalunya), y creo que seguirá siendo válido en la mayor parte.

En nuestro país, el futuro depende de la “clase creativa”, que hoy está en las catacumbas del sistema económico, y que, a pesar de todo, es la que está transformando nuestro sistema para hacerlo viable en los próximos años. Es la impresión que yo saco de mirar la base de datos que comentaba al principio.

Alguien debe aflorar esta energía creativa de nuestros emprendedores e innovadores, de nuestros científicos y técnicos. Porque no hay economia de futuro sin esta clase creativa.

Pocos hablan hoy de ellos (¿de nosotros?)…

Aquí lo seguiremos haciendo, con fuerza

Alfons Cornella
Infonomia!com

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