Ke!684 Ir contra corriente hasta que podamos innovar sin riesgo

Ke!684 Ir contra corriente hasta que podamos innovar sin riesgo

¿Es posible?
http://www.sun.com/990323/
innovate/

De nuevo terminamos un curso, especialmente duro para todos. Es el momento de hacer una revisión de grandes retos para el próximo futuro. Frecuentemente, tengo la impresión de que este proyecto, Infonomia.com, adolece de un problema no muy habitual en estos tiempos: va contra corriente. Ir contracorriente merece la pena si es para avanzar, para abrir nuevos horizontes, explorar, descubrir lo que los modelos estándar no pueden ni imaginar. Y es que el futuro se llama ciencia, investigación e innovación.

PARA PENSAR:

(Tiempo estimado de lectura: 8 minutos)

De nuevo terminamos un curso. Uno que ha sido especialmente duro para todos. Es el momento de hacer una revisión de grandes retos para el próximo futuro.

No puedo empezar sin una breve reflexión personal. Frecuentemente, tengo la impresión de que este proyecto, Infonomia.com, adolece de un problema no muy habitual en estos tiempos: va contra corriente. Por lo general, hoy lo que toca es aprovechar las oportunidades sin hacerse grandes preguntas: el carpe diem (“seize the day”) hecho estrategia. Aquí, sin embargo, nos empeñamos en pensar que hay que razonar en los límites del “pensamiento único”, que también ha triunfado, parece, en el ámbito de las empresas.

¿Vale la pena ir contra corriente? Mi respuesta: no, si es sólo para “molestar” (para incordiar). Sí, si es para avanzar. Sí, si es para abrir nuevos horizontes, para explorar, para descubrir lo que los modelos estándar no pueden ni imaginar.

En este punto, en el del oxígeno para observar lo que va más allá de lo considerado “normal” por el status quo, estamos muy mal en nuestras latitudes. La práctica inexistencia de “think tanks” en España, a menos de think tanks de verdad, que se atrevan a proponer líneas de discurso nuevas, atrevidas, pero con un discurso serio y bien fundamentado, es una de nuestras (muchas) limitaciones más serias.

Pero ¿qué podemos pedir si ni siquiera la ciencia tradicional está bien tratada? (nuestra mayor solidaridad con los investigadores en la universidades y centros especializados que tienen que pensar y experimentar en malas condiciones). Entendemos que en un país con poca ciencia, con poca I+D, y con menor aún I+D+i (la última “i”, de innovación), el discurso debe centrarse en mejorarlas, antes de dedicarse a think-tanks más abstractos, que quizás son un privilegio de países que ya han “hecho los deberes” en cuanto a ciencia e investigación “tradicionales”.

Por eso nunca hemos pedido ayuda pública. El proyecto se mantiene gracias a sus lectores. Tú eres el héroe (la heroína) de esta historia.

El problema de ir “contra corriente” es muy habitual en muchos ámbitos. De hecho, algunos investigadores de la historia de la ciencia, como Kuhn, han dejado claro que en algunas universidades no se avanza porque los estudiantes brillantes no se atreven a trabajar en alguna área, alguna idea, que no sea ya suficientemente “entendida” por sus “mayores” (los “maestros”).

Más aún, algunos proponen la interesante idea de que la Física avanzó tanto en los años 20 en Europa porque la Primera Guerra Mundial eliminó (literalmente) a muchos de los investigadores estándar de los centros académicos, y eso dejó “espacio” para unos cuantos jóvenes atrevidos.

Las mentes que proponen ideas atrevidas se encuentran frecuentemente con que sus ideas son “hibernadas” hasta que alguien, décadas más tarde, descubre que tienen sentido, al fin y al cabo. Véase, como simple ejemplo, el caso de la hipótesis de Gaia, de Margulis y Lovelock (1974), que proponía que la Tierra, el planeta entero, se comportaba como un ser vivo. Hoy sabemos que a eso se le llama “biosfera”. Y, ¿qué será en el futuro de la noosfera ( http://www.wikipedia.org/wiki/Noosphere) de Theilard de Chardin ( http://www.wikipedia.org/wiki/Pierre_Teilhard_de_Chardin)?

Un ser en sí mismo…

Es preciso que la sociedad esté abierta a ideas nuevas. Planteadas seriamente. Aunque para ello también es preciso diferenciar entre “ciencia ficción” y “ciencia emergente”, como Rolf Tarrach nos recordaba, a propósito del próximo “Foro de Estocolmo de 2004” en un artículo en El País (23/07/03).

Todo esto es necesario porque se aprende haciendo. Hay que experimentar en líneas nuevas, en alternativas a lo estándar.

La “nueva economía” fue una ocasión simplemente extraordinaria para testar formas distintas de empresa (uno puede repasar los números de 1999 y 2000 de FastCompany para entender el inmenso laboratorio empresarial en que se convirtieron los Estados Unidos en esa época). La inmensa falta de responsabilidad de algunos, que sólo vieron una oportunidad para hacer dinero rápido (y que, por lo general, venían de la “vieja” economía, como algunos bancos de inversión) nos hicieron perder la oportunidad de probar otros modelos. Algunos que tenían mucho sentido, y futuro, fueron puestos en el mismo saco que aquellos que eran sólo una estafa. Hoy nos hemos quedado con la duda de si “otra empresa es posible”.

¿Es la innovación un privilegio del status quo?
http://www.min.net/~douglas/

Quizás no habrá la oportunidad de un laboratorio de empresas tan considerable como fue la nueva economía. Por eso, quizás tendremos que conformarnos con sistemas de simulación empresarial. De ello saben ya mucho los fundadores del paraíso de la complejidad, como el Santa Fe Institute (por cierto, un espacio de especialización que surgió, como muchas otras cosas, de un macro proyecto militar: la bomba H).

Por cierto, escribo esto mientras mi hijo mayor “simula” su megaequipo de fútbol en su PlayStation (dado que las finanzas de su equipo favorito sólo le permite soñar en lo virtual)…

Las simulaciones van a jugar un papel más que relevante en el futuro de las empresas. Por eso, será cada vez más importante aumentar la cultura matemática de las organizaciones, algo que será más que complicado en nuestro país, si tenemos en cuenta los desastrosos resultados que nuestros escolares tienen en los exámenes de las disciplinas científicas.

A los gobernantes centrados en el corto plazo (o sea, en la industria de la construcción), se les debería recordar que el futuro es lo que cuenta (y ese futuro se llama ciencia, investigación e innovación).

Algunas reflexiones finales:

1) El futuro de las empresas, en un entorno innovador como al que vamos, está muy conectado con el futuro de la educación: necesitamos personas que sepan hacer preguntas, no regurgitadores de las respuestas que otros han dado a los mismos problemas de siempre. La escuela debe ser experiencial: uno entiende de verdad un ordenador cuando tiene que montárselo él mismo (algo que nuestros estudiantes de ingenierías deberían hacer en primero de carrera, como se hace en Carnegie Mellon).

2) Debemos trabajar en sistemas, procesos, métodos, que permitan una innovación de base más científica, y, por tanto, menos arriesgada. Eso pasa, posiblemente, por estudiar mejor las innovaciones de éxito, y, quizás, por estudiar las motivaciones personales (los “motores”) que mueven a los innovadores. Los “planificadores” de la innovación, tanto empresarial como incluso social, son las herramientas más necesarias en estos momentos por muchas empresas. Estaremos muy atentos a los desarrollos en este campo.

3) La tecnología juega un papel esencial en todo esto, claro está. Pero sabemos ya que no es esta una cuestión de “ley de Moore” (desarrollo del hardware), sino que el futuro depende de lo hábiles que seamos en superar el encallamiento del software (el problema es el “mal” software que tenemos, y lo lento que avanzamos en este campo). La ley de Nathan ( http://www.instituteofnext.com/leyes/index.asp?id=myrhvold) está llamada a ser más relevante que la ley de Moore.

4) Finalmente estamos entendiendo lo que Infonomia ha considerado siempre como su objetivo principal: “es la información, ¡estúpidos!”, podríamos decir a directivos y técnicos, simultáneamente. Hay que trabajar con mejor información. La rentabilidad de un sistema de información está en relación directa con la calidad, y relevancia, de la información que contiene. La revolución en la eficacia de las empresas pasa inevitablemente por reconsiderar la importancia de la información (el conocimiento) en el funcionamiento diario de las organizaciones: “la empresa es información”.

En las últimas décadas, el esfuerzo en sistemas de información ha sido del 80% en la “forma” (las máquinas) y del 20% en “contenido” (la información). Esto debe cambiar radicalmente en los próximos años.

Y, ¿cómo serán esos sistemas?

David Gelernter (uno de nuestros grandes infonomistas, http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=9682) nos brinda una idea rompedora (en la línea de lo que hemos comentado en este mensaje).

Propone que el sistema de información “básico” del futuro es el “beam” (el “haz”). Un sistema, para cada persona, para cada organización, en el que veamos tanto nuestro pasado (lo que hemos hecho “antes”, nuestros documentos y acciones ya realizados, o nuestro certificado de nacimiento, o nuestro historial medico), como nuestro futuro previsible (citas, proyectos, entregables, etc). Todo bajo estándares simples, y con interfícies que nos permitan “encontrar” fácilmente la información que necesitamos.

En este “haz”, moveremos la información de pasado y de futuro al “hoy”, que será el momento en que interactuemos con él.

Y nuestro haz se cruzará con el de otras personas, por ejemplo, con los de nuestros compañeros de trabajo. Y “veremos” sus “pasados” y “futuros”. Y el cruce será, normalmente, un “proyecto”. El haz de una “empresa” será la conjunción de haces de sus miembros, así como de los de las empresas con las que colaboren en el proyecto.

Estos sistemas de información permitirán una nueva era de innovación. En la que innovar será menos arriesgado, seguramente.

Más en http://sohodojo.com/ribs/mirror.html

¿Creíamos que ya estaba todo inventado en sistemas de información?

Es la actitud de “por qué innovar si ya se ha hecho todo” la que más daño nos va a hacer en el futuro próximo. Suerte que estamos aquí, para mantener estimulada la mente de nuestros profesionales dinámicos.

Seguiremos buscando nuevas ideas, nuevas experiencias, para ser más eficientes, pero también para descubrir nuevas oportunidades.

Ese es nuestro proyecto. ¿Es también el tuyo?

Alfons Cornella
Infonomia

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