06 May Ke!1011 Toda gestión es gestión de innovación
Según una interpretación convencional, una empresa es como una “máquina” que convierte recursos en resultados. O sea, que transforma recursos en valor para un conjunto de agentes, a través de la conversión de complejidad y especialización en performancia.i Esta interpretación mecanicista de la empresa, puede ser ilustrada mediante un espacio de tres dimensiones, cuyos ejes son producto/mercado/recursos.
En este espacio, la trayectoria ideal de una empresa consistiría en concebir un producto que encaje con un mercado, y aplicar los recursos disponibles para fabricarlo y generar con ello más recursos que permitan empezar el proceso de nuevo. Tradicionalmente, las empresas hacían esta trayectoria una sola vez: definían el producto (normalmente gracias a la intuición espléndida de su “fundador”), acertaban con un mercado, y allí se quedaban. Los recursos que se iban produciendo se utilizaban para mejorar el proceso de producción en sí, pero no para idear nuevos productos (¿para qué, si “el” producto ya funcionaba?) ni para aventurarse en nuevos mercados (la logística internacional, por ejemplo, era entonces un tema muy complejo).
La división funcional de la empresa en esas tres áreas principales llevaba a una especialización extrema, que ya se aprendía directamente en las escuelas de negocios. El objetivo era el perfeccionismo estrecho (“narrow perfectionism”):ii la construcción de modelos para la comprensión (e incluso predicción) de sus respectivas áreas, sin el menor interés por conectar sus modelos con los de los profesionales en las otras áreas.
Y en eso llegó la innovación. Innovar consiste en transformar ideas en valor para los clientes, generando con ello un beneficio sostenible para la empresa. Los tres componentes principales de la innovación son ideas, valor y resultados (sostenibles). La innovación sería pues, una especie de motor que lleva de ideas a valor y de este a resultados, un motor que no debería parar nunca.iii Así, hemos pasado de entender la empresa como una función de recursos a resultados a hacerlo como una función de ideas a valor.
Cuando superponemos el espacio de tres dimensiones (producto, mercado, recursos) y los tres componentes del motor de la innovación (ideas, valor, resultados), se evidencia que la función del management sería hurgar en “el mundo” (interior y exterior a la empresa) en busca de ideas susceptibles de ser convertidas en un producto (o servicio), que sea percibido como valor por un mercado, y que todo ello permita convertir los recursos en resultados.
El mundo es tan complejo y cambiante que es imposible una gestión que no sea una gestión de la variación, del cambio, o sea, de la innovación. Hay que invertir esfuerzos mayores en la ideación (nuevas ideas que nos den una diferenciación) y en el análisis del valor (qué es de interés y para quién; quién está dispuesto a pagar por qué). Hay que dejar de introducir “con calzador” la idea de innovación en los programas de gestión, porque es ya imposible hablar de gestión que no sea gestión de la innovación.
i Así exactamente lo dijo Joan Magretta en su fantástico librito “What management is” (traducido en castellano como “Qué es el management”): «real genius is transforming complexity and specialization into performance.»
ii Según Roger Martin, en su libro Opposable Mind.
iii Véase la idea-fuerza “el motor de la innovación”
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