21 Abr Ke!1008 El futuro como producto de imaginación e infraestructura.
Hace unos años tuve una muy interesante conversación con Michael Schragei. Según él, el futuro de las ciudades pasaría por la “sabia” combinación de imaginación e infraestructura. Con frecuencia, me dijo, lo que una ciudad tiene es mucha imaginación sin infraestructura, o mucha infraestructura sin imaginación. Lo difícil es encontrar una ciudad que combine equilibradamente la imaginación de su gente (su “clase creativa”, à la Richard Florida) y su despliegue de infraestructura (entendida ésta en forma amplia, formada por dispositivos para facilitar el “movimiento” de todo: energía, bits, personas, ideas, etc.).
El esquema puede aplicarse a todo ente informacional, como una persona, una organización, una ciudad o una nación. En el caso de una empresa, la “tensión” entre imaginación e infraestructura es la típica tensión entre personas y procesos. Pero es también la tensión entre ingenuidad (pensar ¿“por qué no”?) e ingeniería (pensar “cómo lo haré mejor”?). O entre exploración (qué ámbitos nuevos de producto/servicio se pueden desarrollar como respuesta a nuevas oportunidades para “mañana”) y explotación (cómo sacar provecho de los espacios de mercado ya colonizados, para alimentar la cuenta de resultados de “hoy”).
En el caso de la persona, la tensión es entre creatividad y preparación, o sea, entre mi capacidad para pensar más allá de lo hoy conocido, y mis conocimientos en un campo determinado. Y, de nuevo, el problema en las personas es que o eres muy “creativo” o eres muy “profesional” (sic), y las personas con ambas cualidades son verdaderos “mirlos blancos”.
En el caso de las ciudades, el tema está en cómo pongo la infraestructura (espacios para hacer y mecanismos para mover cosas y personas) al servicio de las ideas (más que al mero servicio de la operación diaria o del incremento de la monumentalidad de la propia ciudad).
Proclamo que yo quiero una ciudad creativa (imaginación) en la que podamos desarrollar nuevas propuestas de forma firme (infraestructura).
El gráfico nos ayuda a determinar una posible trayectoria de equilibrio (como si se tratara de un diagrama de “cambio de fase”): partir de una buena infraestructura para estimular la imaginación de la empresa o del territorio, para que se encuentre con la imaginación “latente” y de allí evolucionen ambas variables de manera coordinada. O sea, definir mejor qué infraestructura se requiere para dar alas a la imaginación. Una infraestructura que responda a las necesidades de la imaginación y no infraestructura meramente “por qué sí”.
Lo crítico del gráfico es que pone al mismo nivel la imaginación y la infraestructura. La imaginación (potencial de innovación) no es un capricho del momento, sino una variable económica tan crítica como el stock de capital y procesos (infraestructura).
i En el MediaLab del MIT, Schrage codirigía en ese momento la iniciativa de e-markets.
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