Ke!978 WhyNot

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A menudo las organizaciones acaban secuestradas por el éxito de sus productos. Y hacen lo que venden porque venden lo que hacen. Esto les lleva a que les cueste pensar en nuevos productos: “aquí siempre hemos hecho esto, ahora no hay por qué cambiar”. Esto es especialmente cierto en las empresas grandes (por sus dimensiones…), que dependen de unos pocos productos que se venden muy bien a un gran número de clientes. Y si ya funciona (y ha funcionado durante mucho tiempo, para qué cambiar) La innovación en estas empresas se produce normalmente en el cómo del producto (especificaciones en procesos) más que en el qué (prototipos de nuevas cosas).

Pero puede que el mundo hacia el que vamos no permita seguir el mismo camino de “estabilidad” (léase “estancamiento”) de productos. Habrá que atreverse a pensar en nuevas direcciones (por ejemplo, observar las orillas del negocio: “lo que hoy no hacemos pero que podríamos hacer porque tenemos el conocimiento suficiente”) y habrá que aceptar que fuera se piensa tanto como dentro (por ejemplo, co-crear con los clientes). Hay que aumentar el ancho de campo de la innovación (qué hay más allá) y hay que aceptar la innovación abierta (los otros también piensan).

Por ejemplo, ¿por qué no vender seguros de automóvil por kilómetro en las gasolineras? ¿Por qué las hipotecas no se invierten, haciéndose recuperables por los herederos de los propietarios? ¿Por qué no abren los colegios más allá del horario escolar como infraestructura civil a disposición del público? ¿Por qué no pagar la gasolina en las gasolineras en el mismo punto en el que están las mangueras, en lugar de desplazarse a la tienda y pagar allí con tu tarjeta de crédito? ¿Por qué Amazon no me cobra menos conforme compro más?

Pues bien, puede que muchas de estas ideas estén ya siendo trabajadas por alguien. Por alguien que se haya atrevido a pensarlas. Por alguien que asuma el riesgo. Y por alguien que crea que no puede quedarse limitado por el síndrome NIH (not invented here). Ese es el secreto, sin más: innovar es atreverse a pensar. Y una forma de hacerlo es preguntarse sistemáticamente “¿por qué no?”. Tomar una idea y darle todas las vueltas posibles con el máximo de libertad creativa, incluso llegando al absurdo. Se trata, en definitiva, de definir un método de trabajo que permita superar el secuestro del día a día e innovar.

Barry Nalebuff y Ian Ayres lo proponen en su libro Why not? How to Use Everyday Ingenuity to Solve Problems Big and Small, y también en su web,1 en la que hay montones de ideas interesantes y útiles que la gente propone y discute. Uno se da cuenta, al ver este espacio creativo, de la enorme energía potencial de la gente que quiere atreverse a pensar.

1 Ver www.whynot.net

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