Ke!938 Participar en una economía centralizada

Ke!938 Participar en una economía centralizada

Hace unos días tuve la ocasión de participar en un panel de expertos durante la presentación de los resultados del proyecto europeo PSPE (participatory spatial planning in Europe), en Lisboa (http://www.estbarreiro.ips.pt/downloads/PSPEconference_Barreiro.pdf). El objetivo básico del proyecto consistía en intercambiar conocimiento y experiencias sobre el uso de sistemas de visualizacion geográfica aplicados a facilitar la participación de los ciudadanos en planes de organización territorial. La idea era pues indagar hasta que punto “ver” cómo se organiza un territorio, a través, por ejemplo, de simulaciones muy realistas, estimula y facilita que los ciudadanos digan su opinión. Porque la democracia de futuro exige que cada ciudadano pueda expresarse sobre aquello que le afecta.

La verdad es que lo que vi me sorprendió muy gratamente. Por un lado, porque las herramientas son ya magníficas. El nivel de simulación conseguido permite que alguien que sólo sepa usar un ratón pueda “jugar” con las imágenes, incluso aportando su visión (cómo resolvería yo el problema de la organización espacial de este territorio). Por otro, porque de lo que se trata en el fondo es de una especie de “viaje para ver el futuro”. Y, finalmente, porque Europa demuestra una vez más lo que puede hacer cuando conecta su talento distribuido. Aunque no fue una mera anécdota cuando alguno de los ponentes invitados recordó que su equipo ya propuso a mediados de los 90 algo muy parecido a Google Earth, sin conseguir llamar a atención del capital europeo para llevarlo a cabo.

Pero lo que más me hizo pensar fue la raíz del proyecto: la participación del ciudadano. Algo que no podemos dar hoy por descontado. Y menos en una semana, como la presente, en la que la alta abstención en las elecciones municipales españolas nos hacen pensar que algo no funciona. Más curiosa resulta la situación cuando vemos el nivel de participación que millones de ciudadanos “ejecutan” en las comunidades de Internet. ¿Por qué millones de individuos están activamente en MySpace, o YouTube? ¿Por qué cada día se compran y venden millones de productos en eBay? ¿Por qué seis millones de personas viven una segunda existencia en Second Life (SL)? ¿No son estos ejemplos de participación que exigen de mucho tiempo, de mucha voluntad, de mucha implicación?

Aquí quisiera aportar algunas reflexiones:

Las interfícies para la participación serán fundamentales. Puesto que podemos esperar que en un próximo futuro toda superficie se convierta en una pantalla (surfeen: surface=screen), especialmente cuando las tecnologías de leds reduzcan el coste de las pantallas muy significativamente, el reto consistirá en que en muchos momentos del día podamos participar diciendo que opinamos sobre lo que se nos ofrece. Se tratará de participar en el momento de la prestación de servicio. Y no necesariamente de forma explícita: quizás sensores ambientales detectarán si la experiencia que estamos viviendo nos gusta o no (sudamos, sonreímos, tememos, etc.). Participaremos desde la i-bicuidad (ver http://www.instituteofnext.com/blog/perm.php?id=4597).

La innovación consiste en convertir las ideas en valor. De esta simple función ideas-valor, la palabra a remarcar es “valor”. Por tanto, será fundamental entender qué, de todo el proceso de participación, aporta valor al ciudadano. Así, por ejemplo, que millones de personas hagan su declaración de la renta online no se debe a que de pronto quieran participar en la construcción de las bases financieras del país, sino que perciben que si así lo hacen, versus la opción en papel tradicional, podrán recibir su devolución, si es el caso, de manera más rápida.

Hay que encontrar aplicaciones nicho. Toda la “teoría” de innovación existente nos muestra que la principal dificultad en el lanzamiento de una innovación consiste en superar lo que se denomina el “abismo” (chasm) (ver http://www.instituteofnext.com/blog/perm.php?id=3304). Es ese momento en que hay una base de fans que acepta de buen grado la innovación presentada, pero el volumen de usuarios no es suficiente para que la innovación en si será rentable. Una forma de superar ese “abismo” consiste en aplicar la innovación a un nicho muy concreto, en el que la innovación aporte claramente un valor diferencial. Por ejemplo, algo así está ocurriendo con los GPS. Una cosa es ponértelo tú para ser “modernillo”, pero otra muy diferente es que los taxis lo incorporen. Ello les permite, literalmente, cambiar la estructura de recursos humanos: cualquier persona, acabada de llegar a una ciudad, puede ponerse a conducir un taxi, sin tener que aprenderse mentalmente el mapa de la ciudad que va a “navegar” con el vehículo (el otro único requisito, conocer el idioma, algún día también será superable gracias a las tecnologías). Así pues, los ciudadanos participarán cuando lo que se les proponga no sea algo “bonito” o “divertido”, sino esencial. Cuando no haya más remedio que hacerlo de esa forma. Encontrar el nicho que “obligue” a la participación ciudadana en los procesos de planificación del territorio es una asignatura crítica para los sistemas de visualización geográfica.

Hay que pasar de entender la participación del ciudadano como un derecho a verlo como un valor económico. Una cosa es que los ciudadanos se expresen, para que sepamos que opinan, y otra muy diferente es que su aportación, en forma de inteligencia colectiva (“the wisdom of crowds”, ver http://www.instituteofnext.com/blog/perm.php?id=2163) nos aporte valor económico (los ciudadanos como aportadores de soluciones potencialmente mejores que las de los expertos). Quizás esto implicará que la participación haya que enfocarla más como un “mercado de ideas” (“tú qué harías”) que como una mera “consulta” (“tú qué opinas”). Y eso lleva a pensar en retribuir la participación del “buen ciudadano” (aquel que nos da ideas que acaban teniendo una repercusión económica). Por tanto, quizás tendríamos que empezar a hablar de ROP (return on participation). Si se incluye un elemento de economía en la ecuación de la participación, diluimos los componentes de subjetividad (“me gusta o no”) con embriones de objetividad (“esta solución es económica o socialmente mejor”).

Al final pues, el reto consiste en “multiplicar” el poder de estas herramientas de visualización geográfica por la inteligencia colectiva de los ciudadanos. Pero, para hacerlo, hay que romper la “contradicción en si misma” que representa combinar una “planificación centralizada” con la “participación ciudadana”. O se es central o se es participativo.

Pienso que la introducción, en los próximos meses, de mejores herramientas de edición de mapas por parte de cualquier ciudadano (una especie de procesador de mapas tan simple de usar como un procesador de textos), en la línea de las aplicaciones ya construibles sobre Google Earth, puede cambiar este campo como la popularización de la edición de videos está cambiando el sector multimedia.

La cuestión no es ya “cómo” participar, sino “por qué” hacerlo. Una tremenda paradoja de las sociedades avanzadas. La riqueza económica lleva a una individualización de las sociedades, a un mundo de individualidades que piensan sólo en sus cuentas de resultados personales. Paradójico porque más que nunca el futuro de todos nosotros, incluso como especie, depende de que actuemos colectivamente. Un mundo que precisa estar conectado entre sí, pero cuyos miembros insisten en pensar y actuar de forma individualista.

La participación será esencial para salvarnos. Pero disponer sólo de las herramientas no será suficiente. Las tendremos que hacer tan fáciles, tan simples, tan atractivas, y tan imprescindibles para poder funcionar como colectivo, que no sea una cuestión de elección usarlas o no, sino que será imposible no hacerlo.

Una ciudad cambia cuando se inventa el ascensor. Posiblemente, sin ascensores no se habría desarrollado el mundo urbano que hoy conocemos. De la misma forma, podemos preguntarnos qué mundo será posible cuando las herramientas de visualización geográfica se conviertan en los “ascensores” de la participación ciudadana del futuro.

En fin, enhorabuena al grupo SIGTE (http://www.sigte.udg.es/), de la Universitat de Girona, liderado por Irene Compte (http://www.instituteofnext.com/directorio/ficha.php?id=1250) y su equipo, por su contribución al proyecto PSPE. Ánimo!

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