Ke!919 El orgasmo global y Adam Smith

Ke!919 El orgasmo global y Adam Smith

El próximo día 22 de diciembre de 2006 se va a celebrar en todo el mundo el día del orgasmo global sincronizado (http://www.globalorgasm.org). La idea de los organizadores es que millones de personas, durante ese día del solsticio de invierno, sumen su “energía humana” para cambiar el “campo energético” de la Tierra, con el fin de propiciar la paz. En sus propias palabras: “The intent is that the participants concentrate any thoughts during and after orgasm on peace. The combination of high- energy orgasmic energy combined with mindful intention may have a much greater effect than previous mass meditations and prayers. The goal is to add so much concentrated and high-energy positive input into the energy field of the Earth that it will reduce the current dangerous levels of aggression and violence throughout the world.”

Aparte de la eficacia, o no, posible de tal acto sincronizado, lo más interesante de la propuesta es que se trata de un experimento a escala global, abierto a todo el mundo, y que puede difundirse “boca-oreja” digitalmente como la pólvora (o como el polvo cósmico, si se me permite la expresión). ¿Podemos imaginar algún momento anterior de la historia en el que una propuesta cualquiera, de este tipo o de otro, pudiera haber llegado a una parte considerable de la población? ¿No es este un momento en que, al menos en teoría, cualquiera puede movilizar a millones de personas, con un coste de emisión muy muy bajo?

Y es que, como la revista Time ha señalado, el “personaje del año” eres tú (somos nosotros). “La Red son las personas” (como yo mismo escribí a finales del 2000 en un artículo en ElPaís). La energía de la Red son las personas, por la simple razón de que es su motivación por hacer cosas creativas lo que la mantiene viva: pagar sueldos por toda la creatividad de la Red arruinaría, quizás, a los Estados. Internet debería ser ya llamada YouNet, You.com, o uNet, dominios todos ellos tomados por alguien, con diferentes objetivos.

Estos días circula por la Red un fantástico ejemplo de la extrema personalización que propone el paradigma web 2.0. Se trata de la página elfYourself (http://www.elfyourself.com), donde en segundos uno puede verse convertido en un elfo. Y no sólo verse vestido, sino verse bailando. Una divertida forma de felicitar la Navidad, cuyo éxito viral ha colapsado sus máquinas, seguramente en cantidades muy superiores a lo que habían previsto. Porque si algo está claro es que cuando das posibilidades a la gente de usar nuevas herramientas, simples y divertidas, la gente lo hace.

Por cierto, este soy yo haciendo de elfo:

http://www.elfyourself.com/?userid=69db9af2874ab640eee5512G06121900

Algún ejemplo del cambio que representa dar el poder digital a la gente. El 11S de 2000, justo minutos después del atentado a las torres gemelas, acudí a mi ordenador para capturar algunas portadas de medios de comunicación, en una circunstancia que uno podía intuir como “de cambio histórico”. Pues bien, una de las que tomé fue la del artículo “World Trade Center” en la Wikipedia (http://www.wikipedia.com) que, minutos después de la caída de las torres, ya estaba redactado en pasado: “the World Trade Center was” en lugar de “the World Trade Center is”. ¿Qué sistema enciclopédico del mundo podía haber pagado una actualización tan inmediata? Y, sin embargo, el voluntario digital que lo hizo, lo hizo sólo por el placer de tener actualizado su pequeña parte de esa inteligencia colectiva que es la Wikipedia.

Otro ejemplo lo vemos en cómo la capacidad creativa de la gente está redefiniendo el ocio audiovisual: cada día me paso más rato frente a Youtube para encontrar cosas tan interesantes como esta: un pequeño manual visual de cómo fabricar con cartones una “máquina” de plegar camisetas.

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Pero quizás uno de las mejores promesas sobre el poder (futuro) de la combinación de la inteligencia de la gente (el crowdsourcing: acudir a la capacidad intelectiva de una multitud para resolver un problema) la encontramos en el etiquetado de espacios digitales: cómo millones de personas ponen su propia “etiqueta” (tag) a un contenido, con el fin de definirlo, muchas veces con el objetivo principal de organizarse sus propios “favoritos” en su máquina.

El resultado del tagging colectivo (o sea, de la organización realizada por humanos, o folksonomy, que nosotros tradujimos por gentonomía, en contraste con la taxonomía tradicional) es que de miles de inputs emerge inteligencia. Así, por ejemplo, lo estamos probando en nuestro blog abierto (http://www.instituteofnext.com/blog/public/index.php?id=4), en el que los participantes etiquetan sus aportaciones con palabras clave. El resultado es una “nube de etiquetas” que permite entender “de un golpe de vista” de qué va nuestro blog, a qué temas se dedica.

Y es que todo esto, todas estas iniciativas en las que la gente toma el control de su creatividad, quizás están, al fin y al cabo, dándole la razón a Adam Smith, en su célebre expresión de que la gente, buscando su bien individual, contribuyen en realidad al bien colectivo.

Justamente así se expresa un artículo en la Technology Review de septiembre-octubre de 2006, en el que se presenta el “innovador del año”, el creador y fundador de del.icio.us, Joshua Schachter: un sistema en el que la gente organiza sus favoritos mediante etiquetas, con un claro objetivo personal (egoísta, diríamos), pero cuyo efecto sumado genera un bien colectivo (una forma de localizar contenidos vía etiquetas) (artículo disponible en http://techaddress.wordpress.com/2006/09/09/technology-review-names-joshua-schachter-of-delicious-yahoo-innovator-of-the-year/).

Del.icio.us, pues, “transforma el interés individual en un bien colectivo”. Del.icio.us es Adam Smith aplicado al mundo digital de la organización de información.

¿No son acaso el proyecto del orgasmo mundial sincronizado, la wikipedia de voluntarios del conocimiento, o la gentonomía, ejemplos de un nuevo tipo de poder (algunos lo llaman ya “el quinto poder”) del que puede emerger un nuevo tipo de bien colectivo?

Y es que la clave para tener orden sin control excesivo es disponer de cultura colectiva (puro Hayek). Si no, el fascismo (en todas sus posibles variantes).

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