Ke!846 Falso = más que real

Ke!846 Falso = más que real

La nuestra es una cultura que se asombra ante lo que, pareciendo auténtico, es totalmente falso. Lo peor es que sabemos que es falso, y no nos importa, porque lo que está en crisis de verdad es lo auténtico [1]. Saber hoy que algo es auténtico es casi imposible. Regocijarse en lo falso es lo verdaderamente humano [2]. Si se me permite la simpleza, hasta el flirteo de nuestros adolescentes se basa en lo falso. Se escudan bajo marcas que significan cosas, y cuanto más significan éstas más protegen la trivialidad y la insustancialidad del que las lleva. Quien va a ligar sabe que va a jugar a un juego que se fundamenta en no mostrar lo que es. Cuanto más falso te muestres, cuanto más barrocamente falso, más éxito entre los de tu especie (del sexo que más te atraiga). El culmen de lo falso: el tuning.

¿Somos conscientes de que hay muchos jóvenes que no pueden pagarse un piso y que invierten lo que tienen, y lo que no tienen, en tunearse el automóvil? A mi lo que me asombra es que el tuning de un cochecito de serie cueste unos 36.000 euros de media. Y lo más asombroso es que la imagen que se proyecta con ello es que “eres alguien porque tu coche es distinto”. El problema es que el coche es un reflejo falso de los coches de verdad, de las marcas que nunca podrás asumir. Es un “querer y no poder”. Y este tuning de coche es la antesala más evidente de la tendencia hacia el tuning de uno mismo. Véase, por ejemplo, el éxito de Corporación Dermoestética.

Virgina Postrel nos recuerda en The Substance of Style que el Universal City Walk, un centro comercial de Los Angeles, es “deliberadamente falso”. Es, dice, “un gran simulacro de lo que LA debería ser”. Ante una realidad de ciudad que no te da lo que esperas de ella, la gente prefiere una caricatura perfecta: un parque temático donde el cultivo de lo falso (todo es cartón piedra), de lo secundario, de lo complementario, es la muestra de la nueva religión social.

Se diría que es esta una enfermedad yanqui. Pero no veo en el resto del mundo más que un intento de imitarla. O sea, de imitar la imitación de la realidad. Porque puestos a honrar lo falso, hagámoslo bien. ¡Viva la cosmética vital! ¡Viva lo aparente! Lo falso es hoy lo más real.

Y así nos evitamos, además, buscar un sentido a nuestras vidas. Una tremenda oportunidad para todo tipo de negocio, sin escrúpulos.

 

[1] Ver IdeaFuerza Lo auténtico como lujo.

[2] El negocio de lo falso, de las copias que no respetan la propiedad intelectual, por ejemplo, se estima que ya representa un 7% del total del comercio mundial. Con una paradoja añadida: ¿qué marca se atreve a reconocer públicamente la dimensión de la copia, o sea, a reconocer hasta qué punto la falsifican?

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