Ke!850 Segunda derivada de la tecnología

Ke!850 Segunda derivada de la tecnología

Debemos aprender con urgencia a sacar la segunda derivada del impacto de la tecnología y a tratar de comprender mejor la complementariedad de los factores, o sea, a conocer las consecuencias de las decisiones. Hay que recordar que, con frecuencia, estas consecuencias eran difícilmente imaginables para el primero que tomó la decisión.

 

El caso más espectacular de segunda derivada de la tecnología lo encontramos en cómo los motores de combustión pueden acabar cambiando el clima del planeta. ¿Quién, en su sano juicio, podía imaginarse hace cien años que correrían por el planeta más de 600 millones de automóviles? ¿O que consumiríamos alegremente energía incluso para subir eléctricamente una persiana o para mover una cortina? ¿Y que todos llegaríamos a dar por descontado que el petróleo se acabará en 30 años? La solución está en las energías alternativas, ¡claro! Pero ahora nos avisan de que, aunque una superficie del planeta cubierta de millones de molinos de viento tendría un gran efecto positivo sobre la reducción de las emisiones de CO2, también podría tener efectos no-negligibles sobre el clima a escala continental[1].

 

Uno deriva que el problema es que cualquier cosa en exceso tiene efectos negativos, además de los positivos. Somos una especie global que cuando se pone a aplicar las tecnologías urbi et orbe, suele crear efectos negativos. Entre otras cosas, esto indica que en lo que afecta al planeta ya no podemos tomar decisiones a escala nacional. No estamos sencillamente preparados para gobernar y cambiar nuestro planeta. Nos atrevemos a ello, pero NO sabemos hacerlo bien, y el resultado es el desastre. Contribuye a ello nuestra visión localista del mundo. Aunque, hay que reconocerlo, es cierto que hay alguna esperanza, como la que se derivó del Protocolo de Montreal que atacó directamente el problema del efecto de los CFCs sobre la capa de ozono, prohibiéndolo globalmente.

 

Otro ejemplo de tecnología que no sabremos por dónde nos saldrá es la toxicidad que, sin querer, podemos generar en el planeta a medio plazo a base de extender nano-cosas, hasta convertirse en algo normal en nuestra experiencia diaria[2]. Nano-cosas en el aire, que no necesitan respirar, pero que atacarán nuestros pulmones, si precisan hacerlo.

 

Por no hablar del spam, derivada segunda del correo electrónico. ¿Quién podía imaginarse que hoy lo verdaderamente inteligente es NO tener correo electrónico, como único antídoto eficaz contra el spam? ¿O quién podía suponer la falsedad de la hipótesis de que gastaríamos mucho menos papel cuando sobreviniera el mundo digital?


[1] Así lo pronostica un estudio del profesor David Keith, de la universidad de Calgary. Ver www.ucalgary.ca/~keith/papers/66.Keith.2004.WindAndClimate.e.pdf.

[2] Ver la IdeaFuerza Anti-nano. Wired nos avisa también de ello en su artículo When Nanopants Attack (www.wired.com/news/medtech/0,1286,67626,00.html).

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.