12 Ago Imitación gregaria o inteligencia colectiva
Tildábamos a los japoneses de copiones, y ahora a los chinos. Pero la verdad es que todos nos hemos convertido en imitadores. Los libros de gestión son habitualmente meros recetarios de casuísticas de éxito. Y las biografías de grandes directivos se convierten en los nuevos catecismos de los negocios. La consigna es hacerlo como los que lo han hecho (aparentemente) bien.
Eric Bonabeau[1] nos recordaba que, gracias a que hoy nos podemos enterar de lo que ocurre al otro lado del mundo instantáneamente, nuestra innata actitud humana de imitación (somos primates, en el fondo) facilita una sociedad auto-referente. Todos hacemos lo mismo, independientemente de dónde estemos. Imitar se convierte en una estrategia más habitual que razonar y pensar en diferencial.[2]
El problema no es imitar, sino hacerlo sin razonar. Hacerlo por simple inercia nos lleva a una desconexión con la realidad, lo que genera fenómenos en cascada como la caída de la bolsa causada por el pánico, o como los cambios súbitos de gobiernos producidos por olas sociales facilitadas por los nuevos medios de comunicación (que multiplican las posibilidades de la imitación sistemática). Lo peor es la amplificación de defectos que se origina por la imitación de cualquier cosa, sea buena o no, en generaciones sucesivas de adaptadores (acaba ganando no el mejor, sino el más imitado).
Por su parte, James Surowiecki [3]nos recuerda que, en muchas situaciones, las decisiones colectivas son mejores que las decisiones individuales. Así, mientras Bonabeau nos advierte del riesgo del comportamiento gregario de una sociedad con exceso informacional (la nuestra), Surowiecki nos promete un mejor mundo si las decisiones se toman de forma colectiva (y, en muchas ocasiones, de manera informal)[4].
Apasionante reto intelectual el que aquí se abre: ¿nos permitirán las tecnologías de red construir una inteligencia mayor como resultado de la conexión de las nuevas neuronas (los nodos de la red), o, por lo contrario, las neuronas se atontarán porque se limitarán a imitar a la que brilla más? O sea, el resultado de la red ¿será la consecución de una mejor inteligencia colectiva o el reinado de la imitación gregaria?
Surowiecki da una pista interesante sobre en qué condiciones un colectivo llega a un mejor resultado que el individuo: cuando se garantiza la diversidad y la independencia de los nodos. Cualquier distorsión de esos dos factores pervierte el resultado final. Una multitud unívoca y conducida (manipulada) no puede tomar una decisión más inteligente que una persona independiente y razonable[5].
Aplíquese todo esto a una organización, y el reto es aún más impresionante: ¿debemos seguir dependiendo de las decisiones (el juicio) de unos pocos (los que piensan) o hay que desarrollar mecanismos de decisión basados en el desarrollo de la inteligencia colectiva de toda la organización?
[1] En su artículo “The perils of Imitation Age”
[2] (la frase genial de Bonabeau es “when there is too much information, imitation becomes a convenient heuristic”).
[3] En su texto The Wisdom of Crowds
[4] En lenguaje de Hayek, Es del “kosmos” de la espontaneidad del que emerge un orden de nivel superior a la primariedad de los componentes de la sociedad, nosotros. Las grandes instituciones de la historia no son resultado de la planificación (“taxis”) sino de la emergencia espontánea resultado del efecto del tiempo y de la prueba/ error.
[5] Teniendo en cuenta la tendencia de nuestros medios de comunicación actuales, no sé si estos ayudan a aumentar la diversidad y la independencia de los criterios de los ciudadanos o, por el contrario, están amalgamando nuestras mentes.
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