Push-pull-ambient

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La paradoja de la información sintetiza la tensión creciente entre la cantidad de información que recibimos por unidad de tiempo (que tiende a infinito) y la cantidad de tiempo que podemos dedicar a cada información (que tiende a cero). Una de las estrategias que pueden ayudar a “disolver” la paradoja, consiste en que la información que recibamos se presente de forma muy intuitiva, de manera que el esfuerzo por aprehenderla sea mínimo. Que no sea intrusiva, que no nos distraiga de lo que estamos haciendo. Se trata, por tanto, de que la carga de la comprensión se desplace hacia el usuario, y que esa carga sea la menor posible. En el extremo, se desea que el usuario no deje de hacer lo que está haciendo para captar el significado de la información.

Una de las formas de informar sin distraer consiste en desarrollar información ambiental. Un ejemplo lo encontramos en los productos desarrollados por la empresa Ambient Devices. Su propuesta de valor se base en interfaces que facilitan el recibir información de forma no intrusiva; recibes información sin tener que dejar de hacer lo que ya estás haciendo. Mientras que en el modelo convencional de información pull, eres tú quien tienes que ir a buscar la información de manera voluntaria (por ejemplo, a tu ordenador), y en el modelo push recibes la información porque algo o alguien te la envía (por ejemplo, a través del teléfono móvil, en forma de alerta), en el modelo “ambiental”, eres informado porque percibes un cambio de estado en un dispositivo que está en tu entorno.

Así, por ejemplo, los cambios de color de un globo de luz colocado en tu mesa, permiten apercibirte de la información enviada, sin que por ello tengas que dejar de hacer lo que estabas haciendo. O que un mango de un paraguas se ilumine cuando recibe datos de forma inalámbrica sobre la previsión meteorológica, te recuerda que debes cogerlo antes de salir de casa. O que un molinillo de viento situado en tu mesa de trabajo empiece a girar, te avisa de que una persona concreta (“él” o “ella”) te ha enviado un mensaje, entre centenares que quizás no tengas ninguna pasión por leer.

La información ambiental es, por tanto, un híbrido, entre el modelo pull y el push. Algo brillante, a medio camino entre “ir a buscar” y “recibir”.

No es nada nuevo, en realidad. Las campanas de una iglesia avisan de qué hora es, evitando que tengas que ir a ver cada hora dónde están las agujas de su reloj. O el movimiento agitado de las personas en una oficina, indica que algo importante ha ocurrido. Lo nuevo es que disponemos de nuevos instrumentos, nuevas herramientas tecnológicas, para informarnos sin distraernos. Resulta útil, por ejemplo, que pasando por el pasillo de tu casa veas de color rojo el display del contador eléctrico, indicándote que podrías estar consumiendo menos energía en ese momento. O que el “disparo” de una cierta pieza musical muy energética (Cavalleria Rusticana, por ejemplo) avise a un broker en una mesa de contratación bursátil de que tal acción se ha desplomado o ha despegado. Porque cuando los ojos no pueden atender ya más pantallas, ni las manos manejar más teclados, todavía quedan los oídos dispuestos a dejarse estimular por cambios de estado significativos.

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