Ke!655 – Ciudades abiertas para atraer talento… el capital creativo mueve el mundo

Ke!655 – Ciudades abiertas para atraer talento… el capital creativo mueve el mundo

Richard Florida, autor de The rise of the creative class nos indica cómo han cambiado en el último decenio las condiciones que hacen que una ciudad, una zona, o un país, se desarrollen y crezcan económicamente, y, por tanto, socialmente.

Las ciudades no son «atractoras de talento» sólo porque tengan grandes infraestructuras o un número importante de empresas. Sino que atraen al talento porque son lugares en los que se puede vivir una vida llena de experiencias reales, y donde gente muy diferente puede vivir estilos de vida de todos tipos. Son ciudades abiertas, tolerantes, diversas. Una combinación de tecnología (tienen empresas hi-tech), talento (buenas universidades) y tolerancia (aceptación de la diversidad): las tres T de Florida.

(Tiempo estimado de lectura: 9 minutos)

PARA PENSAR:

Hace unos días tuve la ocasión de pasear un rato por el barrio de La Ribera de Barcelona. No es que me sobre el tiempo (aunque pasear debería ser obligatorio para observar, aprender), pero se dió la circunstancia de que llegué antes de tiempo (cosa rara) a una conferencia que debía pronunciar. Hacía tiempo que no recorría esa parte de la ciudad… y quedé maravillado de lo bien que se integraba la historia con la modernidad. Una basílica de hace siglos junto a bares de lo último (aunque a algunos vecinos no les acabe de gustar: http://www.laribera.org). Además, con una enorme diversidad en las personas que circulaban por las calles: cierto, bastantes turistas, pero también bastantes personas procedentes de los lugares más lejanos que han encontrado en Barcelona un lugar donde trabajar, y donde tener a sus hijos.

Santa María del Mar, Barcelona

Curiosamente, al cabo de un par de días, me reuní con un par de brillantes jóvenes argentinos que están en Barcelona, por estudios, y por, obviamente, la situación económica en su país. Se trata de profesionales como he encontrado pocos: inteligentes, cumplidores, de trato excelente. Además, con un conocimiento de su materia (la producción multimedia) que va más allá de lo normal. Pues bien, hablando con ellos, sobre un trabajo que están desarrollando para Infonomia.com (próximas noticias sobre el tema…), compartieron conmigo su preocupación por las enormes dificultades que la «ley de extranjería» española les ponía para regularizar su situación. Prácticamente no les quedaba más opción que casarse con una española, cosa que sus novias, aquí con ellos, quizás no entenderían.

Estas dos experiencias quizás habrían quedado en partes diferentes de mi memoria, si no fuera porque han coincidido en el tiempo con la lectura de un libro fascinante, The rise of the creative class, de Richard Florida ( http://www.creativeclass.org , y http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0465024769/infonomia). Un texto sobre cómo han cambiado en el último decenio las condiciones que hacen que una ciudad, una zona, o un país, se desarrollen y crezcan económicamente, y, por tanto, socialmente.

http://www.creativeclass.org

Florida ( http://www.instituteofnext.com/grandes/grandes.asp?id=5788) es un profesor de economía regional de Carnegie Mellon. Su libro, que es ya un bestseller en los Estados Unidos (está en la posición 1024 en Amazon), es fino como pocos, en cuanto a la profundidad de sus ideas. Pero, además, tiene la virtud de que se basa en estudios empíricos realizados por su equipo de trabajo en Carnegie Mellon: no se trata, por tanto, de sólo ideas, sino de derivaciones de su observación de la realidad.

La tesis principal del libro es clara: el crecimiento económico no está ocurriendo como consecuencia de la simple localización de grandes empresas en una determinada zona, sino que ocurre en aquellos sitios donde existe tolerancia, se admite la diversidad, y se es abierto a la creatividad, porque estas características son las que atraen el capital de profesionales creativos. En otras palabras, el crecimiento económico lo producen personas creativas, que prefieren vivir en lugares que admiten la diversidad, que son tolerantes, y abiertos a nuevas ideas. Los lugares con futuro son aquellos en los que se pueda vivir vidas creativas muy diferentes.

Su tesis está vinculada a la idea de que, durante los últimos años, ha ido creciendo la importancia en la economía (occidental, por lo menos) de la que él denomina «clase creativa». Por clase creativa entiende el colectivo de personas que vive de su creatividad, o sea, a las que se les paga por sus ideas, por crear. Este colectivo está formado por un núcleo duro de personas «básicamente creativas», totalmente implicadas en encontrar y resolver problemas, generando nuevas formas de resolverlos (nuevos diseños, nuevos programas, nuevos procesos), como ingenieros, arquitectos, artistas, educadores o científicos, y una capa de profesionales creativos que, aunque quizás no viven de crear ideas, viven de aplicar ideas a la resolución de problemas, pero no de una forma mecánica, sino original, poniendo en ello su criterio y sentido de la situación, como profesionales de los negocios y las finanzas, juristas, o profesionales de la salud, entre otros.

La cifra importante del trabajo empírico de Florida es que más de 38 millones de personas, un 30% de la población laboral de los Estados Unidos, entra, a su parecer, en esta categoría de «clase creativa». Y aunque no son mayoría (la clase del sector servicios es la mayoritaria, por delante de la estricta clase trabajadora), son la clase que define las tendencias, que define las nuevas formas de trabajo, y, en consecuencia, las que establecen también nuevas formas de vida y relación social.

Algunas ideas sobre esta clase creativa, de acuerdo con Florida:

1) La clase creativa es, posiblemente, la principal responsable del crecimiento de los Estados Unidos desde los 80. Véase el incremento en I+D, el número de patentes solicitadas, o el incremento del número de científicos o artistas experimentado en este período.

2) El profesional creativo está redefiniendo el tiempo: su jornada laboral y su jornada de ocio se entremezclan (hay una nueva «urbanización del tiempo»). Uno no decide cuando es creativo, sino que la inspiración aparece cuando aparece. Ello implica una forma diferente de relación entre trabajador y empresa.

3) Las empresas deben entender que este tipo de profesional funciona con unos parámetros muy diferentes de los «tradicionales»: más que querer crecer hacia arriba, hacia puestos directivos, el profesional quiere crecer lateralmente, hacia lugares donde pueda desarrollar más sus conocimientos concretos. Así, en lugar de ser «fiel a su empresa», es «fiel a su profesión», y no duda en cambiar de empleante si en otro lugar puede aprender más, estar más al día, sobre su campo de conocimiento. Y mantener su empleabilidad activa le preocupa especialmente.

4) El profesional creativo busca un entorno de proyectos «excitantes» donde pueda aprender y desarrollarse profesionalmente. La empresa debe aprender a gestionar su entorno social para que se permita y se favorezca la creatividad. La empresa como un lugar donde las mentes se encuentran y se involucran en proyectos transformativos (quien piense que el crash.com acabó con la necesidad de repensar la empresa se equivoca, profundamente, siento decírselo…)

5) Pero, además, el profesional creativo busca un entorno vital, una ciudad, en la que se pueda vivir y tener experiencias reales. Le es más importante una ciudad vivible que un sueldo espectacular. Aviso a navegantes: los especuladores inmobiliarios están convirtiendo a algunas capitales en lugares insufribles: que uno tarde dos horas en llegar al trabajo y otras dos en llegar a casa es garantía de que, en un futuro, las mejores mentes de la ciudad huirán hacia lugares más humanos.

Por tanto, las conclusiones principales de Florida son:

1) Está aumentando el número y la relevancia social de una clase creativa, de profesionales que viven de “usar su mente”, para crear ideas o para resolver problemas con criterio.

2) Las empresas deben aprender a ofrecer a esta clase un entorno en donde puedan crecer y ser productivas. Gestionar la creatividad es consustancial a la supervivencia de muchas empresas.

3) Las ciudades deben «re-crearse» en lugares habitables, llenos de experiencias vitales, polos de diversidad y tolerancia, donde la clase creativa quiera vivir.

Florida desarrolla entonces un índice de medida para ordenar las ciudades norteamericanas de acuerdo con su atracción de creatividad. Este índice se compone de diversas variables (porcentaje de profesionales creativos en la ciudad, grado de innovación de acuerdo con el número de patentes registradas per capita, grado de penetración de empresas de alta tecnología, y medida de la diversidad, tolerancia para grupos humanos diferentes). Una interesante característica de este modelo es que mide el grado de diversidad por el porcentaje de gays en la población (porque demuestra que hay una correlación entre este índice y la diversidad poblacional en general, y la aceptación de esta diversidad: una ciudad donde un gay no quiera vivir, difícilmente será receptiva a otras diferencias).

El resultado de su tabla de ciudades creativas no coincide con el de grandes ciudades norteamericanas (véase “all regions” en http://www.creativeclass.org/ci.htm). Así, aunque la ciudad más creativa es San Francisco, la segunda es Austin, en Texas, una ciudad que, para decirlo gráficamente, «no estaba en el mapa» hace unos años, y que hoy es de las más atractivas para los jóvenes brillantes potsgraduados de las universidades norteamericanas.

Estas ciudades no son “atractoras de talento” sólo porque tengan grandes infraestructuras o un número importante de empresas. Sino que, según Florida, atraen al talento porque son lugares en los que se puede vivir una vida llena de experiencias reales, y donde gente muy diferente puede vivir estilos de vida de todos tipos. Son ciudades abiertas, tolerantes, diversas. Una combinación de tecnología (tienen empresas hi-tech), talento (buenas universidades) y tolerancia (aceptación de la diversidad): las tres T de Florida.

Si volvemos al principio del mensaje, creo que Barcelona es una ciudad vivible, llena de experiencias vitales, artísticas y culturales. Una ciudad con un patrimonio histórico que es un orgullo, y que sus ciudadanos cuidan. Un urbanismo que ha sabido compaginar lo nuevo con lo viejo. Una ciudad con importantes universidades, que atraen a estudiantes de todo el mundo.

Pero también una ciudad que, como la mayoría de ciudades del mundo, debe abrirse más a nuevas ideas, y a personas de diferentes culturas. No es culpa de la ciudad que no podamos albergar a jóvenes brillantes como los que presentaba al principio del artículo: es culpa de una ley de extranjería que no entiende que la batalla por la inmigración, en especial, por la juventud que quiere construirse un futuro a base de su energía creativa, es fundamental. Pero que no caigamos en la esclerosis, en pensar que nuestro modelo es el mejor, es absolutamente crítico. “Abrir más que cerrar”, como nos comentaba Quim Gil en su intervención en el Next03 ( http://www.instituteofnext.com/tematiques/index.asp?idm=1&idrev=13&num=40).

Florida nos dice: «hay que bajar las barreras de entrada para la inmigración». En su opinión, que en los 90 los Estados Unidos hayan crecido en más de nueve millones de personas es una de las causas del aumento de su competividad. En especial, si uno crea espacios donde los mejores quieran venir para crecer…

El futuro es “combinatorio”: hay que permitir la mezcla de ideas, para que surjan otras nuevas. Hay que aumentar nuestro espacio de creatividad. Hay que permitir la subversión de las ideas… porque hasta Schumpeter lo predijo: “destruir para crear”.

De esta clase creativa, depende, además, que encontremos nuevas formas de participación social, de compromiso con el colectivo. O sea, la creatividad humana como una forma de mejorar el mundo. Pongámonos a pensar, porque este mundo, si no, no va a ningún sitio…

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