Generar electricidad pedaleando

Generar electricidad pedaleando

Recientemente, Nueva York se está destacando como ciudad verde por sus esfuerzos por aprovechar la energía cinética de los ciudadanos. Además del Fluxxlab, una puerta giratoria ubicada en entrada de varios rascacielos que transforma el movimiento de las personas en electricidad, ahora también cuenta con un sistema similar en los gimnasios.

La empresa americana Green Revolution ha ideado un procedimiento sencillo pero altamente efectivo para sacar partido a toda la energía que generan los deportistas en las clases de spinning: un sistema colocado en el zócalo de las bicicletas transfiere la corriente continua de la dinamo activada por los ciclistas a un transformador que la convierte en corriente alterna de 110 voltios. De momento, el sistema se aplica a las bicicletas estáticas, pero Green Revolution estudia instalar aparatos similares en máquinas aeróbicas.

Se calcula que veinte personas producen cerca de 3 kilovatios en una hora, tiempo que dura una clase de spinning. Con cuatro clases diarias, el gimnasio genera 300 kilovatios por mes, "equivalentes a la energía necesaria para iluminar una casa durante seis meses”, afirma Jay Whelan, presidente de la compañía. A ese ritmo, en un año los deportistas logran crear suficiente energía para alimentar a 72 casas medianas durante un mes, hecho que evidencia la alta productividad del sistema y las enormes posibilidades que ofrece. Jay Whelan gestó la idea en 2007, la desarrolló y probó un año más tarde en un gimnasio de Connecticut y en verano de 2009 hizo el lanzamiento comercial en Los Ángeles. A principios de 2010, expandió su invento a un gimnasio de Washington y Nueva York y próximamente podría aplicarla en otros gimnasios de esta última ciudad.

Gracias al sistema, el gimnasio recibe la corriente generada por sus propios socios, consume menos electricidad y ahorra dinero. Como sucede con el Fluxxlab, también incluye un aparato que informa a los deportistas de la electricidad que están generando a través de una luz que sube o baja en función de los kilowatts colectivos. El hecho de que éstos puedan conocer la cantidad de energía creada hace que se sientan muy motivados y quieran mejorar su marca, y fomenta la competitividad en el grupo. Pero además de calar entre el público, la iniciativa también ha tenido muy buena acogida entre el sector público y privado americano y canadiense y ya cuenta con cerca de cuarenta clientes, entre escuelas, universidades, centros para mendigos y cárceles.

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