Policía a distancia

Policía a distancia

La empresa Eureka Aerospace ha desarrollado para la policía de Los Angeles un aparato de emisión de radio de alta energía que, enfocado a distancia sobre un determinado vehículo, “fríe” sus sistemas electrónicos (control de inyección, sistema de encendido, etc.) y, por tanto, puede controlarlo a distancia. El delincuente, o simplemente el mal conductor, ya no podrá recurrir a las carreras desenfrenadas por la ciudad para huir de sus perseguidores. Con ello, la industria del cine “pierde” uno de sus recursos visuales más espectaculares. No tardará en aparecer quién desarrolle algo parecido ejecutable desde un satélite, un estratélite, o un microhelicóptero. Uno se imagina, lamentablemente, un nuevo tipo de terrorismo en el que mentes oscuras utilizan sistemas de fotografía satelitaria en tiempo real (quizás el GoogleMaps de la próxima generación, en el que verás la Tierra conforme el satélite la barre) en su búsqueda permanente de acciones espectaculares (o sea, mediáticas).

Hoy ya son una “vulgaridad” (nos estamos acostumbrando a oir hablar de ellas) las pulseras de vigilancia, que localizan, con precisión métrica (y mañana centimétrica) a condenados en libertad vigilada (por ejemplo, a hombres condenados por delitos de género o por agresión sexual). Los sistemas de identificación de los individuos son cada vez más sofisticados y su infalibilidad va mejorando. Pero pensemos más allá. ¿Qué otros sistemas podemos imaginar de “policía a distancia”? ¿Sistemas que actúen directamente sobre nuestros cerebros y nos paralicen o inutilicen? Más miedo aún, ¿sistemas que nos induzcan sensaciones? ¿Las sensaciones que a alguien le interesa que tengamos en un determinado momento?

Quizás lo más probable es que el propio concepto de policía cambie, porque “todos seremos policía”, como en Suiza. Todos nos vigilaremos mutuamente, y nos denunciaremos a la mínima. Todos actuaremos como nodos de vigilancia en el punto en el que estemos, tanto en el mundo físico como en el virtual. Así, en lo digital, se producirán verdaderas persecuciones al infractor de la netiqueta (etiqueta a cumplir en cuanto al comportamiento digital): cacerías para encontrar quién ha lanzado un peligroso virus a la Red. Algo así ya ocurre en eBay y Yahoo: hay cazadores de fraude, que buscan subastas ilegales o ilícitas para denunciarlas frente al colectivo de internautas. Y falta quizás poco para que estos buenos ciudadanos digitales dispongan de “armas” con las que actuar a distancia contra los malechores. Por ahora, una de las que existen funciona muy bien: no hay mejor manera de atacar a un spammer (un generador de correo electrónico no deseado, o spam) que darle con la misma arma, enviándole miles de correos a las direcciones que utilizan. Aunque el caso más digno de mención en esta línea es aquel en el que un grupo de voluntarios que, una vez investigada la dirección física del spammer, le frieron a propaganda física real suscribiéndole a miles de catálogos suplantando su nombre.

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