20 Sep Vicente Verdú, ensayista
Escritor y periodista. Doctorado en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribe regularmente en El País.
Foto: BERNABE CORDON
Aquí no puede pasar
?Joaquin Estefanía, mi compañero de redacción de El País tiene un libro, Aquí no puede ocurrir, en el que demuestra precisamente lo contrario?- nos recordaba Vicente Verdú a los asistentes de la edición del NEXT 2004.
Un crack bursátil que arruine la economía real. Un Irak sin petróleo — como el ciudadano de aquel país que recibe un paquete del exterior, lo desenvuelve y sorpresa: ¡una lata de gasolina super! Irak convertido en el avispero de odio. El miedo repartido por todo el mundo. ¿Más? Hoy, las palabras sobran. El dolor habla.
Verdú buen conocedor de los Estados Unidos, país al que dedicó su long-seller El planeta americano, reflexionaba: el país de las libertades fundamentales, donde sus ciudadanos se vanagloriaban de no necesitar ningún documento nacional de identidad para acreditarse, tiene ahora las comunicaciones intervenidas, las libertades restringidas, siempre alerta ante el señal de los televisores ?naranja/rojo . Un ?estado de excepción? como ?los que vivimos en los últimos tiempos del franquismo?.
Adiós a la conciencia crítica
Vicente Verdú rememoraba en el NEXT 2004 el espíritu de los ?periodista de mi generación?. En los setenta el periodista quería ser ?la voz de la calle?, ?medio de información?, ?la conciencia crítica de la sociedad?.
Y mientras escuchaba estas palabras, recordaba a Robert Redford y Dustin Hoffman en ?Todos los hombres del Presidente?. Woodward y Bernstein, The Washington Post, una época dorada del periodismo norteamericano.
Image from All the President’s Men (1976)
Image courtesy MPTV.net
En la actualidad, la concentración de los grandes grupos de la industria multimedia — hoy llamados de ?Comunicación y Entretenimiento? – con un volumen de negocio superior al del sector aerospacial y aeronáutico juntos, hace que ?nadie pueda permitirse no ser bien recibido por la sociedad.?
Hoy los corresponsales de guerra están ?embedded? ?atrincherados- con las fuerzas armadas, hay una complicidad con el poder. Ha pasado el momento de las crónicas de Ryszard Kapuscinski que aseguraban la libertad de información.
Hoy los periodistas son ?media workers?, sumergidos en un grupo multimedia y alistados para los intereses de la empresa. Hubo un tiempo en que el director del periódico era una ?figura justiciera? ?expresión de nuestro ponente- ?que decía lo que pensaba.? Al margen de lo que el capital accionista de la empresa pensara.
¿Ha pasado el momento de las crónicas al estilo Kapuscinski?
Hoy sus crónicas son leídas por todos
(la reina compra seis libros de Ryszard Kapuscinsky en Madrid).
El Estilo del Mundo
Verdú traza pinceladas impresionistas del mundo en que vivimos.
Una sociedad en la que el trabajo nos va envolviendo mientras que el ocio ha ido menguando. Nos llevamos trabajo a casa, hacemos comidas de trabajo, nos casamos con nuestros compañeros/as de trabajo. Recuerda como en Estados Unidos son habituales las semanas laborales de 57 horas y vacaciones de 10-12 días . Sus palabras me provocaron un ?rayo? mental : ¿cómo se llamaba aquel autor superventas que hace muy pocos años aún predicaba El fin del trabajo?
Un mundo en que las marcas son ?propuestas de vida, que se introducen en cada momento de nuestra cotidianidad y queremos creer, además, que nos aportan calidad de vida.
Posh Ice Cube.
¿Querido lector adivina la marca G?
Un mundo en el que Volvo anuncia ?No vendemos coches, vendemos ideología? (sic?), Vuiton es un estilo de vida, Calvin Klein vende palomitas para el cine, Vodafone proclama ?¿Qué tal?? ?¿Cómo estas??. ?Pensamos en ti?, ?Creamos para ti?, repiten unos y otros.
Un capitalismo de ficción que Vicente Verdú disecciona de forma transversal en su último ensayo, El estilo del mundo.
Un capitalismo de ficción [que ?se concentra en succionar extractos de la realidad? ] como la tercera capa que se sobrepone al capitalismo de consumo [segunda capa, que ?extrajo la rentabilidad d fijarse en nuestros sueños?] que a la vez ha sobrevivido al anterior capitalismo de producción [ ?El capitalismo de producción obtuvo sus plusvalías de explotar nuestras fuerzas ].
En palabras del autor, ?El capitalismo anterior buscaba ganar a cualquier precio, pero el capitalismo de ficción pretende además gustar. El primero era rígido, el de ahora es flexible, mediático, mediador. El primero era adusto, disciplinario, macho, mientras el segundo adopta los modos de la feminidad, del mundo del parecer que ha presidido el modelo social femenino. Ambas son maquinarias de explotación pero mientras el capitalismo de producción era desaseado, el capitalismo de ficción se lava y maquilla minuciosamente?
El tercer entorno ?usando el termino acuñado por Javier Echeverría ? de la ?sociedad del conocimiento? que genera un ?nuevo conocimiento de la realidad: ?la existencia es como un software hiperreal repleto de atracciones que duran años, en tres dimensiones, con cinco sentidos y un sinfín de interacciones en tiempo real.?
El Net-art, la post-realidad, la post-humanidad, la clonación, la ilusión de multiplicarnos indefinidamente sin referencias al mundo anterior.
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Una breve diálogo con Vicente Verdú
[Entrevista inédita realizada por correu electrónico en la primavera de 2004]
Ramon Bori> Al final de tu libro leemos «El capitalismo de producción era triste, el capitalismo de ficción era trivial, pero el capitalismo de ficción es trilero», ¿De dónde venimos ? ¿Hacia dónde vamos?
Vicente Verdú> La actual fase del capitalismo de ficción empieza tras la caída del muro de Berlín en 1989. Las dos fases precedentes ocupan: el capitalismo de producción desde finales del s. XVIII hasta la segunda guerra mundial; el capitalismo de consumo- siempre rebozado del discurso publicitario- desde esa posguerra hasta los años noventa.
Los tres capitalismos conviven ahora en el mundo pero el novedoso es el capitalismo de ficción. Mientras los dos anteriores se ocuparon sobre todo en la producción de bienes, el capitalismo de ficción está sobre todo interesado en producir una segunda realidad o realidad artificial, realidad virtual o reality show, mundo mediatizado para los espectadores y «realizado» para hacerse espectáculo de entretenimiento y sensación.
Ramon Bori> La lectura de tu libro me ha dejado un cierto poso preocupante. ¿Hasta que punto el pesimismo puede paralizar las ilusiones para un futuro con alternativas?
Vicente Verdú> No se trata de ser pesimista sino lo más realista posible para contribuir a la lucidez de cuyo efecto se lograría un pensamiento crítico y una disposición para transformar las cosas con un proyecto
humano.
Ramon Bori> Pensaba en toda la «clase postmaterialista » que emerge como reacción dentro del mismo capitalismo de ficción y que refleja Naomí Klein en No Logo, o toda la movilización civil que se manifestó contra la guerra de Iraq (febrero 2003).
Vicente Verdú> Son manifestaciones de descontento que cada vez cunden más. Lo característico sin embargo de la protesta actual es que sabe decir «no» pero no sabe cómo lograr una alternativa ni de qué manera diseñarla. Nos hallamos en la fase infantil de la negación, al estilo de los niños cuando cumplen dos años y aprenden a decir no para afirmarse sin todavía ser capaces de expresar claramente el qué.
Ramon Bori>. ¿Cómo podemos repensar una democracia más deliberativa — tal como argumenta el profesor Cass Sunstein — opuesta a una falaz soberanía del consumidor tan afín al capitalismo de ficción?
Vicente Verdú> El camino posible seguirá un proceso de microtaumatismos sobre el sistema y, por lo que se ve alrededor, desde la actuación individual. Los movimientos de grupos organizados llegarán, acaso después, cuando el contagio del malestar llegue a un punto crítico que obligue al sistema a transformarse para sobrevivir.
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Ramon Bori, «Cass Sunstein», Persona Fuerza. 9 nov. 2005
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