Explicar historias para cambiar las ideas

Explicar historias para cambiar las ideas


© Ruca

 

En estos momentos, en este mar de contenidos inabarcable, en un mundo googlelizado de palabras infinitas, la clave para no perderse en la trivialidad o la fantasía reside en saber leer entre líneas. En saber hacer una lectura diferente de lo presente. En la era de los contenidos triviales, estar informado es tender puentes entre las ideas.

Entre todos los documentos y artículos que uno debe (o debería) leer, deberíamos saber destacar pequeños islotes en los que la mente pudiera atracar. Se trata, normalmente, de «historias» con sentido, explicadas de formas diferentes, con una poderosa «misión comunicativa». Documentos que movilizan la mente hacia nuevas direcciones. Documentos que «cambian las conversaciones». Documentos que abren nuestra mente hacia nuestro propio futuro, si es que les dejamos matar nuestro triste presente.

Un buen ejemplo: en agosto de 2003, se publicó en la Harvard Business Review uno de esos artículos-historia que todos deberíamos leer. Con el título de «HelicopteringUp», se nos proponía una «visión dual» por parte de dos mentes brillantes: las magníficas fotografías aéreas de Yann Arthus-Bertrand eran comentadas «en clave económica» por Charles Handy (uno de los únicos pensadores del momento que crea ideas nuevas, y no se dedica sólo a regurgitar ideas de los demás, como yo mismo…).

 

Una de las fotos de Arthus-Bertrand es la de arriba: se trata de centenares de personas que están lavando ropa, sobre grandes neumáticos rellenos de arena, en un río de Adjamé, un barrio cercano a Abidjan, en Costa de Marfil.

La interpretación de Handy sobre esta foto es iluminativa: amigos de Occidente, estáis viendo vuestro propio futuro. ¿Suena raro? Pues piénsese en la imparable «exportación» de la fabricación de Occidente hacia otros países, que será pronto seguida, apuesta Handy, por los servicios de información y otro tipo de tareas más sofisticadas.

El único tipo de trabajo que no será exportable será el de los servicios personales: servicios de persona a persona, como el que hacen esos centenares de personas en Costa de Marfil, los fanicos, ganándose la vida lavando la ropa de otros, en especial, de las personas con más dinero que viven en la capital.

La verdad es que el artículo es realmente brillante. Y, en mi opinión, muestra cómo pueden decirse cosas mentalmente estimulantes uniendo la visión de personas que están en perspectivas diferentes, en este caso un fotógrafo y un pensador sobre la economía.

Porque la información ha muerto. Sólo nos seducen las historias. Quién las cuenta bien nos arrolla. Quien sólo nos da la información no puede esperar ni limosna.

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